por Daniel Riera
11 Julio de 2018 14:15El 25 de julio de 1978 nació Louise Brown, la primera "bebé de probeta". La gestación de Louise fue un acontecimiento absolutamente revolucionario en la historia de la medicina. Es que Louise fue fecundada dentro de una probeta que dos días después fue devuelta al útero materno. El hecho fue el corolario de nueve años de investigaciones científicas y le valió el Premio Nobel de Medicina al doctor Robert Edwards.
Cuarenta años después, se calcula que alrededor de siete millones de personas en el mundo nacieron merced a técnicas de reproducción asistida. La Argentina, incluso, cuenta con su propia Ley de Reproducción asistida. Louise Brown, aquella pionera, está a días de cumplir 40 años y ya es mamá: el 20 de diciembre de 2006 tuvo a su hijo, Cameron John Mullinder, por parto normal. Su hijo pesó 2,700 al nacer, "diminuto pero perfecto", como lo definió, orgullosa, su madre.
Louise Brown, primera bebé de probeta, rodeada de amor y de enfermeras.
En su momento, el nacimiento de la primera "bebé de probeta" originó una controversia mundial. No faltaron quienes, desde una perspectiva religiosa, conservadora o las dos cosas, cuestionaron éticamente la fertilización asistida. Incluso en 2013, la iglesia católica argentina se opuso a la sanción de la Ley de Reproducción Asistida por abrir lo que llamaron "el mercado de la vida humana" , por la posibilidad de que el adoptante fuera un único padre o madre o dos personas del mismo sexo, pero sobre todo porque los embriones que no se utilizan son descartados, y -lo vemos en estos días durante los debates por la legalización del aborto- para muchos católicos y evangélicos los embriones son algo así como personas.
Lo cierto es que en 1978, mientras los padres, felices, cambiaban los pañales de la pequeña Louise, la fertilización asistida encontró un opositor feroz en el lugar menos esperado: un grupo argentino de rock. Vivencia, el dúo que formaban Eduardo Fazio y Héctor Ayala, supo convertir en un hitazo (de hecho, fue el corte de difusión del LP editado ese año) una canción titulada Mama probeta, que se oponía con curiosos argumentos a la novedad. Vivencia se imaginó las manos de un bebé luchando, pertinaces, por romper la probeta que los asfixiaba. El tema lamentaba que la probeta no supiera tejer escarpines de color (¿sabía tejer escarpines negros, acaso?) y que no tuviera antojos. La alusión a "Nuestro Señor" en el tema permite inferir las convicciones religiosas desde las cuales había sido escrita la canción. Luego, severo, profetizaba, "Mamá probeta, estás inquieta, porque pronto llegará tu destrucción". Cuarenta años y siete millones de nacimientos después, estamos en condiciones de asegurar que la profecía no se cumplió.
Mamá probeta
Hay una vida, desconocida
como una estrella, sola y perdida
en un mundo artificial.
Tiene la forma de una tristeza
crispa las manos con impotencia
en un vientre con paredes de cristal
Mamá probeta, sos incompleta
pues te falta el compañero del amor
Mamá probeta, sos incompleta
pues te faltan los antojos y el rubor
Hay una vida que no comprende
porqué la noche, no es diferente
pues le falta de dos cuerpos el calor
Hay una vida que busca a un duende
que llegue al cielo en barrilete
porque quiere conocer nuestro Señor
Mamá probeta, sos incompleta
pues no tejes escarpines de color
Mamá probeta, estás inquieta
porque pronto llegará tu destrucción.