13 Octubre de 2022 08:00
El 13 de octubre de 1972 no fue un día más para el equipo de rugby Old Christians, formado por ex alumnos del colegio uruguayo Stella Maris, que se dirigía a jugar un partido contra el Old Boys de Santiago de Chile. Fueron 40 los viajeros que se subieron al Fairchild Hiller FH-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que junto a sus cinco tripulantes partió del Aeropuerto Internacional de Carrasco. Hace 5 décadas, los 16 sobrevivientes de la tragedia eran rescatados.
El avión uruguayo se estrelló con 45 personas a bordo.
Al mando de la nave estaba Julio César Ferradas y su copiloto, Dante Lagurara. Además, la tripulación estaba conformada por el navegante, Ramón Saúl Martínez, el sobrecargo Ovidio Ramírez y el mecánico Carlos Roque. El avión partió el 12 de octubre de dicho año, pero mal tiempo los obligó a detenerse en el aeropuerto El Plumerillo, de Mendoza.
Foto tomada en 1972 de los supervivientes del accidente de avión de Los Andes.Allí decidieron pasar la noche y al día siguiente, a pesar de que el mal tiempo persistía, decidieron volver a emprender rumbo hacia Chile debido al compromiso que los esperaba. Pero el avión jamás llegó a destino: debido a los fuertes vientos, se desvió provocando que, sumado a varios errores humanos, colisionara con el pico bautizado posteriormente como cerro Seler.
El mismo está ubicado entre el cerro El Sosneado y el volcán Tinguiririca, en el lado argentino de la frontera entre Argentina y Chile. Esto causó que el avión golpeara por segunda vez con un risco del pico, perdiendo el ala derecha, que fue lanzada hacia atrás con tal fuerza que cortó la cola del aparato a la altura de la ventanilla Nº 8 por el lado de babor y Nº 7 por el lado de estribor.
Al desprenderse la cola, el interior quedó abierto, provocando que al menos dos filas de asientos salieran volando al vacío. En ese momento murieron instantáneamente cinco personas, incluido el sobrecargo, que iban todavía atadas a sus asientos de la cola. Antes de colisionar, el Fairchild Hiller golpeó por tercera vez contra otro pico, perdiendo el ala izquierda.
El Fokker F27 que se estrelló en Los Andes.Al perder ambas alas, el avión quedó en vuelo únicamente por su fuselaje, a manera de proyectil. Éste, aún con bastante velocidad, golpeó el terreno nevado y resbaló por una amplia ladera nevada y empinada de más de 1 km de largo hasta detenerse en un banco de nieve. Dos pasajeros más, atados aún a sus asientos, salieron despedidos por el boquete posterior.
Solo sobrevivieron 16 pasajeros. El Fairchild Hiller FH-227 quedó en una pendiente de la cordillera de Los Andes que mira al este, a 3500 msnm, en el glaciar de las Lágrimas, en la alta cuenca del río Atuel, Mendoza. El golpe de la nariz del avión contra resultó fatal para los tripulantes de la cabina.
Los restos de la aeronave que se conservan en el lugar del incidente.De las 45 personas en el avión, trece murieron en el accidente o tan solo horas después producto de fracturas, traumatismos y lesiones de gravedad. Entre ellos se encontraban cuatro de los cinco miembros de la tripulación y cinco pasajeros: cuatro perdieron la vida a la mañana siguiente, mientras que en el octavo día murió Susana Parrado debido a sus lesiones.
Los 27 restantes tuvieron que enfrentarse a duras condiciones ambientales de -25 a -42 °C de supervivencia en las montañas congeladas, en plena época de nevadas, en medio de la primavera austral. El avión se estrelló en un recóndito punto de la cordillera entre Argentina y Chile a 3.500 metros de altura, por lo que las tareas de búsqueda eran muy difíciles.
Durante varios días las partidas de rescate intentaron localizar los restos del avión sin éxito, incluso algunos aviones estuvieron cerca del lugar, pero muy alto para poder visualizarlos con claridad. En total, los sobrevivientes tuvieron que soportar 72 largos días, debido a que las operaciones de rescate se dieron por finalizadas al décimo día del impacto.
El memorial de Los Andes.La tarea de supervivencia no era fácil. Además del duro clima, muchos de los supervivientes sufrieron diversas lesiones y carecían de calzado y ropa adecuada para combatir frío. Pero los jugadores de rugby no querían dar el brazo a torcer e idearon distintos utensilios tales como guantes o botas (con los forros de los asientos del avión) para luchar contra el clima.
La mayoría de los sobrevivientes dormían con varios pantalones, tres o cuatro suéteres, tres pares de calcetines, y algunos se tapaban la cabeza con una camisa para conservar el aliento. Para evitar la hipotermia, en las noches más frías, se daban masajes para reactivar la circulación e intentaban mantener la temperatura corporal en contacto entre sí.
Los mismos pasajeros se enteraron, con consternación y suma tristeza, que al décimo día se habían abandonado la búsqueda a través de una radio de pilas. La noche del 29 de octubre, a 16 días de la caída un alud sepultó los restos del Fairchild FH-227D y a quienes dormían en su interior, salvo a un joven, Roy Harley, quien intentó salvar a los que yacían bajo la nieve.
Se cumplen 46 años del día que fueron rescatados los sobrevivientes de Los Andes. Tras el alud, ocho personas murieron asfixiadas bajo la nieve, incluyendo al capitán del equipo Marcelo Pérez y la última mujer, Liliana Navarro de Methol. En esta nueva y extrema condición, los sobrevivientes no disponían de espacio en el interior, contando con menos de un metro hasta el techo solo en la parte delantera del fuselaje.
Carecían del alimento que almacenaban fuera del avión, lo que les obligó a hacer uso de alguno de los cuerpos de sus compañeros fallecidos en el alud. A mediados de noviembre fallecieron dos jóvenes más (Arturo Nogueira y Rafael Echevarren), mientras que el 11 de diciembre murió la última víctima (Numa Turcatti), todos a causa de la gangrena por la infección de sus heridas.
Casi dos meses después del accidente y tras varios intentos fracasados de establecer comunicación más allá de la montaña, dos de los sobrevivientes -Fernando Parrado y Roberto Canessa- salieron en busca de ayuda. Luego de una travesía de 10 días a la deriva, encontraron a un arriero chileno que pastoreaba a sus vacas, dando comienzo al tan esperado rescate.
El grupo pudo sobrevivir durante 72 días y no morir gracias a la decisión grupal de alimentarse de la carne de sus compañeros fallecidos. Hoy se cumplen 50 años del rescate de los 16 sobrevivientes, el cual tuvo lugar entre el 22 y 23 de diciembre de 1972.
Este trágico hecho fue trasladado al cine en 1993 con la película “¡Viven!”, la cual fue criticada en varias oportunidades por los protagonistas al considerar que no reflejaba los “sentimientos”.