"Mujeres de mi patria: recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo entre vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispación de indignación, sombra de ataques amenazadores, pero también alegre despertar de auroras triunfales. Y eso último se traduce en la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional". Así hablaba Eva Perón ante la multitud reunida en la Plaza de Mayo el 23 de septiembre de 1947, para celebrar la promulgación de la Ley 13010 de "Derechos políticos de la Mujer", que había sido aprobada por el Senado el 21 de agosto del mismo mes.
"Mujeres de mi Patria": a 73 años del discurso de Eva Perón que anunciaba el voto femenino
Era el corolario de una lucha larga, que reconoce pioneras y antecesoras pero que tuvo en la militancia y el liderazgo de Evita su espaldarazo definitivo. Aún así, la sanción de la ley no fue, precisamente, "soplar y hacer botellas". La primera "Comisión Pro Sufragio Femenino" había sido creada por Juan Perón en 1945, cuando estaba a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión. La encabezaban Rosa Bazán de Cámara, escritora y educadora riojana, y Lucila de Gregorio Lavié, abogada. En algún momento, un grupo de feministas encabezadas por Victoria Ocampo, se opuso a la idea de que el voto femenino fuera sancionado por decreto. El Gobierno de facto surgido del golpe del 4 de junio de 1943 iba a terminar con 13 años de "fraude patriótico" y a normalizar institucionalmente al país a través de la convocatoria a los comicios de 1946, por lo cual el voto femenino sería finalmente sancionado por el parlamento de un gobierno democrático.
Luego del triunfo de la fórmula Perón-Quijano en las elecciones del 24 de febrero de 1946, el "viento de cola" del proyecto ya no se detuvo. El 1° de mayo, en su discurso ante la Asamblea Legislativa, Perón hablaba de la necesidad del sufragio femenino. Poco después, el Senador Lorenzo Soler (de la UCR-Junta Renovadora, uno de los partidos que integraba la coalición que llevó a Perón al poder) presentaba su proyecto. Para entonces, Eva ya había empezado, y seguiría haciéndolo hasta que se convirtió en ley, reivindicando el derecho femenino a votar en cuanta ocasión tuviera. Decía cosas como estas:
"La mujer del presidente de la República, que os habla, no es más que una argentina más, la compañera Evita, que está luchando por la reivindicación de millones de mujeres injustamente pospuestas en aquello de mayor valor en toda conciencia: la voluntad de elegir, la voluntad de vigilar, desde el sagrado recinto del hogar, la marcha maravillosa de su propio país. Esta debe ser nuestra meta. Yo considero, amigas mías, que ha llegado el momento de unirnos en esta fase distinta de nuestra actividad cotidiana. Me lo indican diariamente la inquietud de vuestros pensamientos y la ansiedad que noto cada vez que cruzamos dos palabras"."La mujer argentina supo ser aceptada en la acción. Se está en deuda con ella. Es forzoso establecer, pues, esa igualdad de derechos, ya que se pidió y obtuvo casi espontáneamente esa igualdad de los deberes. El hogar, esa célula social donde se incuban los pueblos, es la argamasa nobilísima de nuestra tarea. Al hogar estamos llegando y el hogar de los argentinos nos va abriendo sus puertas, que son el corazón ansioso del país. Todo lo hemos supeditado, repito, al fin último y maravilloso de servir. Servir a los descamisados, a los débiles, a los olvidados, que es servir -precisamente- a aquellos cuyos hogares conocieron el apremio, la impotencia y la amargura. Del odio, la postración o la medianía, vamos sacando esperanzas, voluntad de lucha, inquietud, fuerza, sonrisa".
"La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. Aquella que se volcó en la Plaza de Mayo el 17 de Octubre; aquella que hizo oír su voz en la fábrica, en la oficina y en la escuela; aquella que, día a día, trabaja junto al hombre en toda gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos".
"La mujer debe afirmar su acción, la mujer debe votar. La mujer, resorte moral de un hogar, debe ocupar su sitio en el complejo engranaje social de un pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de la mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el mínimo de sus derechos"."El voto femenino será el arma que hará de nuestros hogares el recaudo supremo e inviolable de una conducta pública. El voto femenino será la primera apelación y la última. No es sólo necesario elegir, sino también determinar el alcance de esa elección".
Desde entonces y hasta que se sancionó la ley. Eva se convirtió en una militante activa y poderosa de la causa. El debate parlamentario tuvo momentos involuntariamente desopilantes: senadores preocupados ante la posibilidad de que una mujer pudiera ser electa como Presidenta de la Nación, diputados que proponían que el voto no fuera obligatorio para las mujeres, una propuesta de voto calificado que exigía a las mujeres,y sólo a ellas, haber terminado la escuela primaria para tener derechos cívicos, y otros disparates que fueron frenando y "cajoneando" la promulgación de la ley, que finalmente fue sancionada cuando faltaban apenas tres semanas para que perdiera estado parlamentario. En el medio hubo una movilización multitudinaria al Congreso convocada por la propia Evita para "meter presión". La Ley -hay que decirlo, para que se termine de comprender su importancia- no permite solamente el voto: permite también que las mujeres sean elegidas, equipara derechos que hasta entonces habían sido negados.
El peronismo incluso debió negociar con la UCR que las mujeres no votaran en las elecciones parlamentarias de 1948: los radicales sabían que la gran mayoría de esos votos no eran para ellos. De cualquier modo, la posibilidad de poner en práctica la ley llevaría su tiempo sencillamente porque las mujeres no tenían documentos que corroboraran su identidad ni estaban empadronadas. Para ello se creó la Libreta Cívica, equivalente femenino a la Libreta de Enrolamiento que usaban los varones.
Las mujeres votaron (y fueron votadas) finalmente en 1951. Entonces el padrón tuvo 8.613.998 personas. Las elecciones presidenciales anteriores habían contado con un padrón de 3.405.173 ciudadanos, menos de la mitad. El 90 por ciento de las mujeres fueron a votar y casi el 60 por ciento de ellas votó al peronismo. En la Cámara de Diputados fueron elegidas 23 diputadas (15,4% del total) y seis senadoras (20%). En los comicios parlamentarios de 1954. la representación femenina aumentó: se eligieron 34 diputadas (21,7%) y 8 senadoras (22,2 %).