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[Alerta Spoiler] Monzón, la historia de un crimen que no se juzga

Algunas ideas sobre la serie. 

04 Septiembre de 2019 10:38
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Los dos hechos son irremediablemente ciertos. Carlos Monzón fue un golpeador de mujeres y fue el asesino de Alicia Muniz. Carlos Monzón fue un gran boxeador, tal vez el mejor que haya dado el boxeo argentino. Una serie de Monzón era a la vez un trabajo atrapante y arriesgadísimo. Quien esto escribe entiende que una ficción no "miente", que precisamente por y para eso es una ficción y no un documental. Por eso, si hay algún anacronismo o si algún hecho allí descripto tiene poco que ver con su correlato en la vida real, no le parece relevante, en la medida en que no establezca contradicciones abismales con el personaje que conocimos. En otras palabras, salvo que Monzón no hubiera matado a nadie o fuera un boxeador mediocre en la serie, no incide en la calidad de la obra que tal o cual hecho sea más o menos fidedigno. Lo que vemos es una serie, y una serie que casi hasta el final fue de lo mejor de lo que se haya visto por aquí. En ese "casi hasta el final" se entrevé una cierta decepción. Ya se verá por qué. 

                                                                                                                                                              

 La trama de Monzón avanza con un montaje paralelo de su carrera boxística y de la historia del crimen de Alicia Muniz (el término "femicidio" corresponde a esta época y no se usaba entonces, aunque se aplica perfectamente al caso). Son dos Monzones (en realidad son tres, pero la aparición del Monzón niño es mínima). Vemos como Amílcar Brusa construye al boxeador y le trabaja un estilo a partir de sus limitaciones físicas, un estilo de demolición gradual del adversario y de perseverancia. Brusa intenta que el gimnasio  sea una herramienta para la superación personal. Sin embargo, algo falla: debajo del ring, Monzón sigue utilizando los golpes como herramienta de resolución de conflictos, en especial cuando tiene una mujer enfrente. 

La reconstrucción de época es muy seria, muy detallada: la producción acierta con ropa, objetos y jerga correspondiente a cada momento histórico, pero el trabajo de utilización del archivo periodístico y su inserción con absoluta naturalidad en la ficción es extraordinaria: el cruce televisivo entre Monzón y el dictador Alejandro Lanusse y el momento en que Monzón, en la cárcel, mira una entrevista que le hicieron a Pelusa, son dos grandes momentos de la serie. Las escenas de boxeo están muy bien logradas. El trabajo actoral es parejo y sólido. No sólo por el parecido físico de los monzones ( el del más joven es asombroso) sino por un reparto espectacular, donde todos son igualmente convincentes. 

El montaje paralelo genera un inocultable efecto de ambigüedad que nos expone como espectadores, pero sobre todo como personas: queremos que sea campeón del mundo, queremos que le vaya bien, que le gane a Benvenutti, que no se retire, que le gane a Rodrigo Valdez y al mismo tiempo queremos que pague por el crimen que cometió. 

Otra ambigüedad que fortalece la trama: el abogado de la familia Muniz, el que defiende la causa justa, es inescrupuloso y mediático (le paga al Cartonero Báez para que invente un testimonio) mientras que el abogado de Monzón es un profesional del Derecho que apela a las armas que la ley le otorga. Permanece el misterio sobre quién hizo desaparecer el músculo esternocleidomastoideo, que hubiese demostrado instantáneamente que Alicia fue ahorcada. Es una de las limitaciones de la ficción "basada en hechos reales": el dato es demasiado fuerte como para que los guionistas lo llenaran poniendo lo que les ocurriera, y al mismo tiempo queda como un inevitable bache.

El fiscal es un hombre incorruptible y talentoso, al igual que la secretaria de la fiscalía, a la sazón su amante. Ambos investigan con denuedo para presentar el caso: relacionan datos, atan cabos, su sumergen en bajos mundos. Ellos son la contracara dialéctica de la defensa en la serie: ellos y no la querella, desdibujada y apática. 

Puede producir cierto fastidio durante casi toda la serie el personaje de Alberto Olmedo, una especie de grandulón interesado siempre en la joda. Lo redime, sin embargo, el último capítulo, cuando le advierte muy seriamente a Monzón que la vida que llevan "está pasando de moda". El personaje al que podemos interpretar como un alter ego del Facha Martel, en cambio, parece una especie de chivo expiatorio por todos los males del mundo, 

El último capítulo es la historia de la llegada de Alicia a Mar del Plata, de los días previos y, final y dolorosamente, del crimen. Presenciamos una discusión que va subiendo de voltaje, a partir de la imposibilidad de Monzón de soportar ningún tipo de reproche o consejo. La va a matar. Estamos ahí, somos testigos y no podemos hacer nada. La va a matar, y finalmente la mata. Y luego de matarla arroja el cadáver desde la terraza, para que parezca un accidente. Y luego se arroja él mismo. La serie no es piadosa en ese sentido, y la truculencia -entendida como ausencia de eufemismos- define una ética: esto es lo que hace un femicida a su pareja.

El capítulo final es eso. El problema es que es solo eso. La decisión del guión es que el último capítulo sea casi exclusivo de Monzón y Muniz y que el espectador, que durante toda la serie vio especulaciones teóricas sobre lo ocurrido, vea lo que ocurrió. De este modo, quedan abandonados a su suerte el resto de los personajes y esto parece tal vez lo más débil de la serie: que los primeros 12 capítulos nos preparan para un juicio que nunca vemos. Que la jueza no juzgue ni condene, que sepamos el veredicto a través de una placa sobre fondo negro, desmerece un poco la historia: los personajes estuvieron toda la serie preparándose para un momento que jamás ocurre. El juicio queda entonces exclusivamente a manos del espectador y eso nunca puede ser bueno: para juzgar los crímenes existen los tribunales, en la vida real y en la ficción. 

Ficha técnica. Monzón. Dirección: Jesús Braceras, Gabriel Nicoli. Guión: Leandro Custo, Gabriela Larralde, Francisco Varone, Gabriel Nicoli. Música: Sergei Grosny. Fotografía: Cristian Cottet. Reparto: Jorge Román (Monzón adulto), Mauricio Paniagua (Monzón joven), Carla Quevedo (Alicia Muniz), Fabián Arenillas (Amílcar Brusa), Celeste Cid (Susana Giménez), Paloma Ker (Pelusa), Diego Cremonesi (Fiscal), Belén Chayanne (Leticia), Gustavo Garzón (Doctor Deluca), Florencia Raggi (Patricia),Yayo Guridi (Alfredo), Ignacio Gadano (Turco).