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Alicia Muniz y el calvario de denunciar a Carlos Monzón: whisky en la comisaría y humillaciones

La uruguaya intentó durante más de dos años denunciar al boxeador. Qué pasaba cuando lo hacía y la manifiesta complicidad de la justicia machista.

30 Junio de 2019 11:37
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Era de madrugada. Alicia Muñiz llegó golpeada a la comisaría. No era la primera vez que intentaba denunciar a Carlos Monzón por "violencia doméstica". Corría el año 1986, llevaba algunos meses separada del boxeador. Los golpes eran visibles, pero la mano del "campeón" era más poderosa. "Los milicos se le reían en la cara cuando les decía que quería denunciar a Carlos Monzón. En esa época, él era más grande que Maradona. Era una locura todo", recuerda Myriam Caprile, una de las mejores amigas de la modelo uruguaya.

Los milicos se le reían en la cara cuando les decía que quería denunciar a Carlos Monzón"

"Siempre pasaba lo mismo. Lo llamaban y él entraba con una botella de whisky debajo del brazo. Tomaba unas copas con los milicos, les firmaba unos autógrafos y se iba como si nada. Volvía hecho una furia y la golpeaba aún más". Las denuncias jamás llegaron a la fiscalía, quedaban archivadas. Nada podía manchar al campeón.

El calvario al que Monzón sometió a Alicia se potenció aún más cuando en 1986 la uruguaya abandonó el departamento que compartían en el barrio de Belgrano. Armó los bolsos y se fue al departamento de Chacarita, el mismo que cuatro años antes Monzón había comprado tras el nacimiento de su hijo. Estaba a nombre de Maxi y vacío. Allí vivieron durante un tiempo Alba y Héctor, los padres de Alicia. "Pero se fueron cuando Héctor empezó a trabajar como portero en un edificio y les dieron un lugar ahí".

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Monzón no aceptó la separación. "La perseguía y acosaba a cualquier hora. Caía borracho, le hacía unas escenas tremendas. Todo a cualquier hora de la madrugada", recuerda Myriam. El testimonio coincide con el de todos los amigos de la pareja. Esos meses fueron para Alicia un calvario. Había logrado salir de la cárcel de la torre de Belgrano, pero ahora el boxeador la perseguía a cualquier hora, en cualquier lugar. 

La maternidad, su propio hijo, fue la variable que jamás consideró Monzón. Ahora, con un nene de cuatro años que presenciaba la violencia imperante en la casa, el cuadro de situación era otro. "Lo que quería Alicia era preservarlo a Maxi y todo ya se le estaba yendo de las manos". Pese al tortuoso vínculo con el padre de su hijo, la modelo no puso ninguna traba y tenía como objetivo principal que el nene no dejara de ver a su papá. "Para ella era importante que tuviera una relación con el padre, pero el que lo usaba a Maxi de rehén era él".

Monzón usaba a su hijo de rehén para controlar a Alicia"

Con los comisarios riéndose en la cara, las denuncias archivadas y Monzón cada vez más fuera de control, Alicia tomó la decisión de dejar la Argentina. Pero para eso, necesitaba que su ex le firmara un papel para poder instalarse con Maxi en Montevideo. Tenía todo planificado. Ya había conseguido trabajo. Lo único que le faltaba era esa firma. Por ese motivo, contrató los servicios del abogado Roberto Vega Lecich para que se encargara de "terminar todo con Monzón".

Ese verano, su último verano, le dijo que se iba a hacer temporada a Punta del Este. Le firmó un poder y Vega Lecich nunca más la vio con vida. "Hablaba maravillas de su abogado, era un hombre joven. No recuerdo dónde lo conoció, pero sí que confiaba ciegamente en él. Durante el juicio demostró que siempre estuvo de su lado, incluso cuando ya no estaba".

La trampa de Monzón a Alicia Muñiz: "¿Querés al nene? Entonces vení a buscarlo"

Alicia se moría si no lo tenía a Maxi y Monzón lo sabía. De hecho, ella estaba desfilando en Punta del Este cuando me contó que tenía que ir a Mar del Plata". "Voy porque no me devuelve al nene y llevo treinta días sin verlo. No puedo vivir más sin Maxi y me dijo que la única forma de entregármelo es si viajo”, le explicó Alicia.

Su plan era volver el mismo domingo o el lunes a más tardar"

El viaje, a diferencia de la reconciliación que intentó instalar el entorno de Monzón, tenía como única finalidad recuperar al nene. “De hecho, ella me dijo que volvía el mismo domingo o el lunes. Había pedido incluso los días en el trabajo y obviamente se los dieron. Su intención no era quedarse, ni reconciliarse. Estaba muy enojada con él. Tampoco le gustaba que Maxi estuviera con los amigos de Monzón, sabía que estaban en drogas y esas cosas”, suma Caprile. Alicia nunca más regresó a Uruguay.

Quienes intentan instalar la teoría de la reconciliación desconocen un dato clave: Alicia había viajado, además, para conseguir que Monzón le firmara el permiso para poder instalarse con Maxi en Uruguay. Fue el golpe final para el boxeador.

Muñiz llegó en la tarde del sábado a la ciudad balnearia y se dirigió directo a la casa de la calle Pedro Zanni que había alquilado Adrián “el Facha” Martel y en la que se hospedaba Monzón. Esa noche se los vio juntos. El boxeador arrancó la "gira" en el cumpleaños número 48 de Sergio Velasco Ferrero en el restó Los Amigos y después se dirigieron al Hotel Provincial. Ese fue el momento en el que se sumó Alicia, que cautivó a todos con su vestidito tipo hindú.

El grupo tenía una mesa privilegiada en el Provincial. Pidieron siete botellas de champagne Baron B y jugaban a la ruleta. Alicia, lejos de Monzón, pasó la noche con María Eugenia Zorzenón, pareja de Velasco Ferrero. Esa noche, Monzón no paró de perder. Una y otra vez, la ruleta le daba la espalda. A pocos metros, su ex mujer, que lo miraba con absoluta indiferencia. "Este año me caso sí o sí, pero con otro", le dijo a Zorzenón. El boxeador la escuchó. La noche siguió en el Club Peñarol. Desde ese momento, lo único que se sabe es la versión de Monzón y la del taxista que los dejó en la puerta de la casa de Pedro Zanni. Ya estaban discutiendo.

Alicia no se reconcilió en Mar del Plata. Esta vez sí no había vuelta atrás, por eso creo que las cosas terminaron así"

"No creo que haya premeditado el asesinato, me parece que fue algo del momento. Pero de la misma manera, tampoco creo que Alicia se haya 'reconciliado' con él. Era algo muy típico de él decirle cosas como: 'Si te querés llevar al nene, vení conmigo y después te lo doy Estaba muy enojada y convencida. Esta vez sí no había vuelta atrás, por eso creo que las cosas terminaron así'", analiza a la distancia Myriam, quien se encontraba en Montevideo cuando se enteró de la noticia de la muerte de su amiga. "Lo primero que pensé fue: 'La mató Monzón'".

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