A 70 kilómetros al sur de la ciudad de Cracovia, en Polonia, aún queda en pie el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, el mayor centro de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial, que funcionó entre 1940 y 1945. Allí perecieron más de un millón de personas.
Auschwitz funcionó entre 1940 y 1945.
Judíos, Testigos de Jehová, gitanos, homosexuales, criminales y políticos opositores fueron perseguidos por el régimen nazi impuesto por el Tercer Reich (1933-1945) y confinados a condiciones de vida infrahumanas, las peores torturas y la aniquilación en cada campo de concentración que se erigió en Europa.
Desde que Adolf Hitler llegó al poder, en 1933, esas comunidades fueron consideradas personas indeseables. La doctrina nazi proclamaba la desigualdad biológica, por lo que la liquidación de esas poblaciones tenía diversas formas: desde la germanización de aquellos que era "aprovechables", la disminución de la fecundidad y acelerar la mortalidad hasta el exterminio físico inmediato.
La solución final
Auschwitz fue el primer campo de concentración nazi alemán fundado en los territorios de Polonia ocupados por Alemania. Su crecimiento fue tal que se convirtió en el mayor de los campos creados por el Tercer Reich.
Judíos y perseguidos de toda Europa eran llevados a Auschwitz.
Si bien al principio fue destinado a los polacos arrestados, como consecuencia de la saturación de las cárceles existentes, rápidamente se convirtió en un emblema del sistema nazi de terror, pero no fue hasta 1942 que se convirtió en el lugar de exterminio de la comunidad judía.
Hoy Auschwitz-Birkenau es un lugar reservado a la memoria de todos quienes allí parecieron y un llamado a no olvidar el peor momento de la historia de la humanidad. Los polacos lo llaman burdamente "el recreo de Dios", haciendo alusión a la ausencia de éste ante las atrocidades que allí ocurrieron.
Día a día llegan hasta allí, centenas de personas de todo el mundo que buscan rendirle homenaje a las millones de almas que por allí pasaron. Claro está que no es una atracción turística, pero sí una parte de la historia que debe mantenerse viva.
La entrada recibía a los prisioneros con la frase "El trabajo libera".
Desde la entrada misma, donde se lee la frase"Arbeit macht frei" cuya traducción del alemán "El trabajo libera", la sensación de pesadez y opresión comienza a hacerse presente.
Esa cínica frase que puede leerse en otros campos de concentración de Europa no refiere a la liberación de los judíos sino a la de los nazis al realizar su tarea de exterminio.
El muro de fusilamiento.
Enorme pabellones se disponen en hilera a lo largo de las 20 hectáreas que conforman Auschwitz, donde cada uno de ellos tenía una funcionalidad específica. Es imposible abstraerse de ello e imaginar caminando por esos pasillos grises a quienes dejaron su vida allí.
Auschwitz está conformado por 10 hectáreas.
Dispuestos en hilera se encuentran pabellones donde se encontraban las habitaciones de todos los prisioneros que vivían en un hacinamiento extremo, las cárceles, el lugar donde se llevaban a cabo experimentos con niños gemelos y castraciones y hasta la cámara de gas y el crematorio donde todo terminaba.
Recorrer cada uno de estos espacios cuenta una historia, la de una familia, la de un sacerdote o la de un preso político. A cada paso hay un recuerdo del horror. Sólo basta con ver los muros grises, las ventanas hacia la nada y los pequeños espacios donde podían habitar hasta 500 personas para hacerse una idea de la vida que llevaban.
Toparse con el “Muro Negro”, donde los guardias ejecutaron a miles de prisioneros y la horca comunitaria usada para el mismo fin en el exterior de los pabellones, no hace más que evidente el destino de cada una de las personas que pasaron por Auschwitz.
Los boletos con los que eran engañados para salir de los ghettos.
La llegada
Engañados con promesas de trabajo y un hogar mejor, los judíos eran sacados de los ghettos que se encontraban en toda Europa y llevados en tren a este campo que era un dos en uno. Por un lado se encontraba Auschwitz I y por el otro Auschwitz II o Birkenau, el más grande de ambos.
La selección de personas que se realizaba al llegar al campo de concentración.
Al llegar allí las familias eran divididas quedando las mujeres y los niños separados de los hombres. En un proceso de selección se establecía quienes eran capaces de trabajar y quienes debían ser enviados directamente a las cámaras de gas, las cuales simulaban ser instalaciones de ducha, para engañar a las víctimas con la promesa de una "reparadora ducha caliente".
Los niños y las mujeres eran separados de los hombres.
Su suerte era decidida por los médicos del campos de forma arbitraria por su aspecto exterior. Por otro lado, cada prisionero era despojado de sus pertenencias las cuales era acumuladas en el almacén denominado “Kanada”, donde era clasificado para enviarlas a Alemania.
Las valijas que traían consigo los prisioneros al llegar a Auschwitz.
Una inconmensurable cantidad de retratos, anteojos, cepillos de pelo, ropa, zapatos, kilos de cabello y las valijas con los nombres de sus propietarios no sólo dan prueba de los asesinatos que allí se cometieron sino, que para quienes visitan este museo de la memoria, hablan de cada una de las persona que fue muerta a manos de la maldad más extrema.
Una inconmensurable cantidad de zapatos apilados de quienes murieron en Auschwitz.
Millares de anteojos dan cuenta de las víctimas que pasaron por el campo de concentración.
Auschwitz-Birkenau contaba con cuatro crematorios donde los nazis obligaban a los propios reclusos a quemar los centenares de miles de cadáveres de sus compañeros, con el fin de hacer desaparecer las evidencias de los asesinatos producidos en la cámara de gas.
La cámara de gas, donde se les prometía una "ducha caliente".
Envases del Zyklon B, el veneno con el que mataban a los prisioneros.
Luego los huesos eran molidos y las cenizas desparramadas por la zona aledaña. La capacidad máxima de cremación llegó a ser de hasta 10.000 cuerpos diarios.
En los crematorios eran incinerados hasta 10.000 cuerpos por día.
Por otro lado, los prisioneros que quedaban para trabajar en el campo eran sometidos a un régimen de castigos y torturas al que sólo unos pocos lograron sobrevivir. En medio de esa cotidianidad también se realizaba una selección en la cual los débiles y enfermos eran enviados a las cámaras de gas.
A mediados de 1944 se incrementaron los asesinatos masivos con la llegada de los judíos de Hungría y del gueto de Lodz.
Birkenau
Llamado Auschwitz II, Birkenau tiene una extensión de 171 hectáreas. Poco después del comienzo de su construcción se convirtió en un campo de exterminio, pues allí se llevaron a cabo los primeros experimentos con gas a fines de 1941. Dada las "exitosas operaciones" se decidió construir cuatro cámaras de gas en Birkenau.
La entrada a Auschwitz desde cualquier parte de Europa.
Hasta noviembre de 1944 sirvió de “fábrica de matanza masiva” a la que llegaban transportes de toda Europa, dado que contaba con una via de ferrocarril que le daba acceso directo al campo de concentración.
A diferencia de los edificios de ladrillos del campo principal, las edificaciones de Birkenau eran barracones de madera de aspecto uniforme, donde se amontonaba a los prisioneros en condiciones infrahumanas, dado que no poseían un sistema de drenaje eficiente o aislamiento del frio extremo típico del este de Europa.
El hacinamiento y las condiciones sanitarias elevaron la mortalidad.
Las condiciones severas de superpoblación provocaron elevaron además el índice de mortalidad entre los prisioneros.
En enero de 1945, los soviéticos liberaron Auschwitz y solamente encontraron a algunos miles de prisioneros hambrientos.
Los alemanes habían destrozado la mayoría de la evidencia, pero en los depósitos en el campo encontraron las pertenencias de las víctimas. Allí descubrieron cientos de miles de trajes de hombres, más de ochocientos mil vestidos de mujeres, y más de 6.300 kilogramos de cabello humano. Hoy todos esos restos yacen en las vitrinas de este museo que se levantó para que un régimen totalitalista como lo fue el nazi no pueda hacerlo jamás.