04 Julio de 2018 13:59
El 24 de marzo de 1951, una conferencia de prensa de Juan Domingo Perón sorprendió no sólo a Argentina sino también al mundo. Allí, el entonces presidente aseguró que el gobierno nacional había logrado productor "la liberación controlada de energía atómica".
Ronald Richter junto a Juan Domingo Perón.
El increíble logro científico se había logrado, supuestamente, no a través del uso de uranio como combustible sino utilizando el mucho más simple y liviano hidrógeno. En ese marco, Perón imaginó un futuro donde la energía podría ser vendida "en botellas de medio litro, como la leche".
Sin embargo, el mundo científico se mostró lógicamente escéptico: ni Estados Unidos ni la Unión Soviética habían alcanzado aún tal logro aunque estaban enzarzados en una carrera para lograr la primera bomba atómica de hidrógeno de la historia. Meta que eventualmente recién sería alcanzada por la URSS en 1953.
Fusión fría
Detrás de los dichos de Perón estaba un austríaco de dudoso pasado: el científico Ronald Richter. Durante los años de la dictadura de Adolf Hitler, Richter había trabajado en el proyecto de un acelerador de partículas junto a los profesores Max Steenbeck y Manfred von Ardenne, quienes una vez terminada la guerra partieron a trabajar, justamente, para los soviéticos y el desarrollo de su bomba de hidrógeno.
El destino de Richter fue otro. El ingeniero aeronáutico Kurt Tank, a quien el físico conoció en Londres, había emigrado a Argentina y lo convenció de establecerse allí.
Bajo el seudónimo de Pedro Matthies, Tank eventualmente encabezaría el desarrollo del Pulqui II, el primer avión argentino a reacción. Y también oficiaría de nexo entre el científico y Perón en 1947.
Con más "labia" que arte, el austríaco convenció al presidente de que construyera un laboratorio para él en la isla Huemul, enclavada en pleno lago Nahuel Huapi.
Hoy quedan pocos rastros del Proyecto Huemul en la isla.
Allí, con una contribución de millones de pesos, Richter comenzaría a trabajar en lo que denominó como "Proyecto Huemul" y, años después, le aseguraría a Perón haber descubierto una reacción atómica de "fusión fría" utilizando hidrógeno.
"El General es muy ingenuo"
"Con su impermeable y su pelo despeinado, Richter parecía un científico loco y los hacía reír a todos. Excepto a Perón que, por esta vez, se lo tomaba en serio. Evita decía 'el General es muy ingenuo'. No hace falta decir que nada salió de este asunto", escribió Alicia Dujovne Ortiz en su biografía sobre Eva Perón.
La casa del científico en Isla Huemul.
Lo cierto es que el escepticismo que generó su anuncio hizo que Perón sospechara y ensamblara una comisión técnica para que estudiara los supuestos hallazgos del austríaco.
De acuerdo al análisis de este grupo de especialistas, la temperatura lograda por los experimentos de Richter era demasiado baja como para generar una auténtica reacción termonuclear. En 1952, el Proyecto Huemul fue cancelado y el científico, brevemente encarcelado.
La isla Huemul está en pleno Nahuel Huapi.
A pesar de su caída en desgracia, decidió quedarse en Argentina y reaparecía de vez en cuando en la vida pública. Establecido en Monte Grande, era conocido entre los vecinos por pasear en un Cadillac descapotable. En 1974. intentó venderle al gobierno nacional, sin éxito, un catalizador de petróleo.
¿Genio o loco?
"Es difícil determinar si era un impostor inteligente o un sabio loco", supo definirlo el físico Juan Roederer años atrás en diálogo con su colega norteamericano Friedwart Winterberg, quien señaló que el trabajo de Richter "no estaba demasiado lejos de lo que se hacía en Estados Unidos en aquellas épocas".
Pero quizás el que mejor resumió esta doble naturaleza del austríaco fue otro de sus colegas, Edward Teller, una de las principales figuras del programa armamentístico atómico estadounidense: "Leyendo una de las frases del trabajo de Richter, uno piensa que es un genio. Leyendo la siguiente, te das cuenta de que estaba demente"