por Mayra Andrade
21 Octubre de 2023 08:00A partir del libro “Higiene sexual del soltero” de Ciro Bayo, una obra de 1910 que encontró en la biblioteca de su abuelo a los 12 años, Enzo Maqueira reconstruye paso a paso la vida de un hombre que reprime constantemente sus emociones y es influenciado por el patriarcado progresiva y agresivamente.
Desde su más tierna infancia, Junior Martínez se acostumbra a las jerarquías de su hogar: una madre que quiere trabajar pero que lo tiene terminantemente prohibido por un padre que solo vive para eso, mantener a su mujer y a su hijo.
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Entre cigarrillos y programas de fútbol, Junior desarrolla un fuerte rechazo al deporte y a su padre mismo, a quien no lo une nada más que un lazo de sangre. El protagonista lo ve como un modelo, pero de lejos, y no justamente uno a seguir.Tenía 13 años, y rezarle a la Virgen María había sido la única relación que había tenido con una mujer"
Mientras que, en su escuela, comienza a desarrollarse una especie de cofradía salvaje, Junior quiere alejarse y no puede. Su propio profesor de educación física lo trata de “maricón” por ser malo en el fútbol. Su madre lo lleva a un psicólogo que busca “formarlo” como hombre, potenciando su agresividad.
La iniciación en la hombría también va de la mano del erotismo y de las “minitas”. Junior empieza a descubrir su cuerpo mientras que sus amigos se desesperan por recorrer el cuerpo de mujeres que les resultan inalcanzables.
Entre tics nerviosos, incertidumbre, golpes y largos silencios, Junior transita los días de su infancia hasta su adolescencia, cuando se “hace hombre” a la fuerza.
Yo de puto no tenía nada, aunque por algo mis relaciones con las mujeres eran todas enfermizas. No pensaba que yo fuera gay; más bien era un tema de no saber cómo tratarlas"
Su único refugio es la música, más concretamente el piano, donde pasa las tardes, lejos de canchas de fútbol y de peleas en el barro. Su padre comienza a sospechar de su orientación sexual y le provoca un hartazgo feroz a su hijo, quien solo quiere pasar desapercibido y que no logra encajar dentro del molde del patriarcado. No entiende qué está pasando a su alrededor, ni puede hablarlo con nadie.
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Desde su primera vez, el mundo de Junior comienza a ser manejado por mujeres. Algunas de ellas le dejan heridas y otras, un aprendizaje. Su primera novia mueve los hilos de su carrera y su futuro. Sus experiencias resultan traumáticas, con celos corrosivos y gritos lacerantes en plena calle, restaurantes, o donde sea que no se respire aire fresco. A lo largo de su vida, las mujeres se convierten en cifras numéricas, en listas.
Junior no habla con sus amigos del secundario, quienes sufren cada uno, a su manera, la esencia del “machito”, que les fue inculcada desde pequeños. No saben cómo expresar lo que sienten, lo que les duele, lo que los tortura. Muchas lágrimas son reprimidas y terminan hablando solo de sexo, un sexo precario, con la mujer como objeto y con un solo propósito: la posesión.
Aunque Junior siempre estuvo configurado para reaccionar violentamente, el personaje lucha contra eso, y le cuesta muchísimo dejar de dañar a las mujeres. Por eso, utiliza la infidelidad como método de descarga sexual, las mentiras como caricias, las promesas como una perspectiva de cambio, de futuro, de un amor sano.
Eso era un hombre: acostarse con cualquier mujer que se me cruzara, cumplir con mi rol de macho, incluso en contra de mi voluntad como persona"
La deconstrucción culmina con el poliamor. Junior prueba, primero a la fuerza, otra forma de vincularse sexoafectivamente que termina liberándolo. Pero por momentos le juega en contra su imaginación, que constantemente lo tortura con imágenes de su novia con otro en la cama, o con otra mujer.
Las nuevas experiencias sexuales acompañadas de drogas traen finalmente alivio y despojan a Junior de los mandatos bestiales que tiene inculcados desde hace más de 30 años. Ya no tiene que luchar contra su carácter de “infiel”, se ve por fin fuera de la “jaula” de la monogamia, donde se sentía extraño, fuera de su piel.