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Jorge Luis Borges y los secretos del laberinto que lo homenajea en Mendoza

La historia de un tributo singular, en San Rafael, ideal para visitar.

24 Agosto de 2018 11:27
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"Para vos, un nostálgico abrazo. PD: te extraño a las 10,20 y a todas las horas". Así se despedía Jorge Luis Borges en una de las tantas cartas que intercambió con Susana Bombal, su amiga íntima y compañera de interminables charlas. Bombal era mendocina, escritora y poeta. Los que conocen cómo era la relación entre ambos aseguran que compartían un amor platónico pese a que ambos estaban en pareja y no disimulaban en demostrar su admiración profunda.

 

En “Los álamos”, la finca de Susana ubicada en San Rafael, Mendoza, pasaban las tardes compartiendo sus textos, charlando o bien sólo tomando vino y comiendo empanadas junto a otros intelectuales y artistas argentinos. Borges pasó muchos veranos en sus jardines y decía que el lugar estaba encantado. Era mágico. Hasta deseaba vivir allí, pero nunca lo hizo.

En 1957, Borges, en esos mismos jardines conoció a Randoll Coate, un amigo de Susana. Coate había peleado en la Segunda Guerra Mundial y estaba en la embajada británica argentina trabajando. Le había pedido a Susana que por favor le presentara a Borges porque él era fanático de los laberintos. Fue un momento glorioso para él. Años después Randoll se convierte en un gran diseñador de laberintos por todo Europa. Los hacía a mano y lo contrataban muchísimas personalidades para que arreglara los jardines con laberintos.

En 1979, el británico Randoll soñó que se moría Borges y que había que hacerle un monumento. Aseguró que en el sueño estaba Susana y que entre ambos decidieron hacer un laberinto, algo que con verlo recordara a Borges. Escribieron una carta con la frase: “Los sueños son solo sueños pero siento que este sucederá algún día”, y agregaron. “No sé si será en Recoleta o San Isidro pero estaba Borges con Susana”.

La carta permaneció por años guardada y quedó como legado. Borges muere en el 86. Susana, en el 91. El sobrino nieto mayor de la amiga del escritor es quien hereda la propiedad. Se llama Camilo y los que lo conocieron aseguran que era muy sensible como Susana.

Entre los papeles que encontró estaban esa y otras cartas de Coate. Buscó la dirección del británico y fue a visitarlo a Londres. Conversaron sobre la posibilidad de hacer real ese sueño y Randoll le dio el diseño del laberinto.

El laberinto visto desde arriba es un libro abierto que está mirando al universo. Y ese libro abierto contiene montones de símbolos que remitenn a Borges. Relojes de arena que marcan el tiempo. Está reflejado como si fuera un espejo. Tiene el bastón que Borges usaba para caminar. Tiene un signo de interrogación. Borges decía que vivía en un estado continuo de curiosidad y perplejidad. Y contiene su nombre.

Camilo vio el plano y se decidió. En su regreso a Argentina, Camilo se contacta con María Kodama y intentan concretarlo en Buenos Aires, pero no encontraron un lugar apropiado para hacerlo. Camilo repensó y encontró la manera. Inició el proyecto en donde su tía y Borges pasaron tantos veranos juntos: en la finca de San Rafael. Desde ese momento, el proyecto fluye mágicamente.  Como detalle, sumó una placa con el nombre de Maria Kodama en una torre que instalaron en el predio para poder observar desde las alturas el laberinto por completo.

Es un laberinto muy grande que tiene 96 x 76 metros. Son más de ocho mil plantas de Buj las que debieron alinearse y trasplantar. Luego, esperar que crezca y por último, y no menos importante, mantener con un poda y riego para que todo luzca bien. Son más de ocho mil plantas de Buj y son al menos 10 empleados los que están abocados al cuidado de la finca, entre los que permanecen en el laberinto, los que trabajan en el restó que funciona para acompañar la visita de los turistas que disfrutan de un recorrido que incluye la visita a la casa de Susana. En las paredes están enmarcadas algunas de las cartas más dulces que recibió de parte de Borges.

"Está donde haya música, en el leve azul, en el hexámetro del griego, en nuestras soledades que la buscan, en el espejo de agua de la fuente, en el mármol de tiempo, en una espada, en la serenidad de una terraza que divisa ponientes y jardines. Y detrás de los mitos y las máscaras, el alma, que está sola”. Este es un fragmento del poema que Jorge Luis Borges le dedicó a su gran amiga y confidente.

Actualmente, en la propiedad vive Carolina Aldao, una de las sobrinas de la escritora que en su árbol genealógico incluye como abuelo al varias veces gobernador interino de Mendoza, Domingo Bombal.

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Pese a que no llegó a verlo, ese sueño de Coate, en el que aparecía Susana, se concretó. Se inauguró en junio de 2011 y fue declarado patrimonio cultural poco tiempo después. La pregunta de los que llegan es si es posible perderse en el laberinto. La respuesta es que quizás sí: en el fondo, todo visitante anhela perderse, como cuando inicia una lectura de un texto de Borges, de cuyo nacimiento se cumplen hoy 119 años.

* Más información para recorrer el laberinto: http://www.laberintodeborges.com/

** Agradecemos a la Cámara de Turismo de San Rafael por la invitación, a través de Confluencia Comunicación y la coordinación turística de Millanti Viajes, a cargo de Jorge Royón. 

GiselaNicosia