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La increíble historia del argentino que luchó bajo el mando de Abraham Lincoln

Edelmiro Mayer peleó en la Guerra Civil norteamericana y defendió la abolición de la esclavitud.

03 Marzo de 2019 09:45
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Cuando ingresó al ejército porteño, Edelmiro Mayer Posadas nunca podría haber imaginado que así comenzaría una carrera fuera de serie que lo llevaría a pelear en algunos de los escenarios bélicos más importantes de la historia. 

Edelmiro Mayer nació en 1834 en Buenos Aires. 

Hijo del tipógrafo húngaro Juan Mayer Arnold y de Dolores de Posadas Castro - hija de Gervasio de Posadas, primer director supremo del Estado en 1814- peleó con apenas 20 años bajo las órdenes del general Bartolomé Mitre en la batalla de Cepeda, en 1859 y, dos años después, en la de Pavón. 

Una pelea entre su superior (el general Wenceslao Paunero) y Mitre -ya presidente- luego de que éste desconociera su ascenso a teniente coronel determinó que Mayer abandonara Argentina y establecerse en Estados Unidos, donde ya había vivido unos años junto a su familia durante su adolescencia.

Del lado de Lincoln y contra la esclavitud

Sus primeros planes estaban alejados de las armas: llegó al país del Norte para trabajar junto a su tío en un comercio. Sin embargo, su vocación fue más fuerte y decidió inscribirse en la academia militar de West Point.

Mayer peleó en la Guerra Civil al mando de Ulysses S. Grant.

Allí hizo un amigo importante: Robert Todd Lincoln, hijo de nada más y nada menos que el presidente norteamericano, quien lo llevó a trabajar al bufete legal de su padre. 

Durante aquellos años, Abraham Lincoln impulsaba el fin de la esclavitud africana en Estados Unidos y Mayer se sumó fervorosamente a la defensa de esa idea, escribiendo varios artículos periodísticos ponderando el rol de los antiguos esclavos en las guerras independentistas latinoamericanas. 

El tenso clima en Norteamérica pronto estallaría en la Guerra Civil que empujó al argentino a volver a su carrera militar sumándose como capitán al Ejército de la Unión al mando de Ulysses S. Grant. Apoyando a Lincoln, combatía contra el Ejército Confederado del Sur, que peleaba por la escisión de esa región, la cual buscaba mantener la institución de la esclavitud. 

Allí, Mayer continuó defendiendo los derechos de los afroamericanos proponiendo la creación de varios regimientos para que pudieran sumarse como hombres libres a la guerra y pelear como iguales al lado de los soldados blancos. Incluso se colocó al mando de uno de ellos, el Regimiento de Soldados de Color N°45. 

La Guerra Civil llegó a su fin en 1865 pero no la agitación para el argentino, que incidentalmente acompañaba a Robert Lincoln en una fiesta cuando éste se enteró del asesinato de su padre a manos de John Wilkes Booth el 14 de abril de ese año. Fiel a su amigo, también estuvo a su lado durante el funeral. 

Del norte al sur

La calma de la paz, sin embargo, no se llevaba bien con Mayer quien partió a México en búsqueda de más acción ingresando al ejército comandado por el general Benito Juárez que luchaba contra la invasión francesa y la imposición del emperador Maximiliano I en el país azteca. 

Uno de los libros que escribió Mayer luego de su retiro.

Esa lucha estuvo a punto de ser su perdición: luego del sitio de la ciudad de Querétaro, decidió salvarle la vida al general enemigo Leonardo Márquez. Acusado de traición, fue condenado a morir frente al pelotón de fusilamiento y se salvó a último momento gracias a la intervención de Domingo Sarmiento, en aquel entonces embajador argentino en Estados Unidos. 

De vuelta en Argentina, volvió brevemente a la milicia durante una rebelión contra el presidente Nicolás Avellaneda que fue sofocada. Obligado al retiro, se dedicó a su otra pasión: la escritura. Entre otras obras, publicó relatos autobiográficos sobre su experiencia militar, traducciones de los escritos de Edgar Allan Poe e incluso un diccionario musical donde puede encontrarse una de las primeras definiciones del tango como género. 

La tumba de Mayer en el Cementerio de la Recoleta.

Casado con Ana María Burmeister fue padre de dos hijos, Franklin y Rubén, y luego de establecerse en una estancia en Santa Cruz fue nombrado gobernador de ese territorio por el presidente Carlos Pellegrini. Allí, fundó escuelas y el primer hospital. 

Luego de cuatro años de gobierno y apenas días después de celebrar la llegada del año 1897 en su estancia, Mayer falleció a los 63 años. Sus restos descansan actualmente en el Cementerio de la Recoleta.