07 Noviembre de 2018 13:50
Uno de los cerebros detrás de la Revolución Rusa de 1917, León Davidovich Bronstein, alias Trotski, nació hace exactamente 139 años un 7 de noviembre de 1879 en la ciudad de Bereslavka, hoy parte de Ucrania.
Trotski nació un 7 de noviembre de 1879.
"La mía no fue una infancia helada ni hambrienta", supo recordar él mismo en relación a sus primeros años. "Cuando yo nací, mi familia había conquistado ya el bienestar. Pero era ese duro bienestar de quienes han salido de la miseria a fuerza de privaciones y no quieren quedarse a mitad de camino".
Su oposición al régimen zarista ruso ya era conocida durante sus años como estudiante de derecho en la Universidad de Odesa. Y tales ideas le traerían la cárcel y el destierro a Siberia en 1902.
Sin embargo, logró huir y exiliarse conociendo eventualmente a Vladimir Ilich Lenin, líder del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR). Pronto encabezaría su propia línea dentro del partido, más moderada.
Revolución y poder
Su primer regreso a Rusia, en 1905, se vería trunco por un nuevo arresto del cual, una vez más, logró escapar. La tercera sería la vencida: en 1917 se convirtió en pieza clave de la revolución bolchevique que instauró el régimen comunista en Rusia y a Lenin como cabeza de gobierno.
Trotski, a la derecha, junto a Stalin.
Después de que el grupo político tomó el poder, Trostki ascendió en el régimen convirtiéndose, entre otras cosas, en el fundador del Ejército Rojo.
Era además el principal miembro del Politburó, el máximo organismo del poder en la URSS, luego de Lenin. Y después de que un ataque cerebrovascular obligara el retiro de la figura máxima de la revolución bolchevique, una lucha de poder lo enfrentaría con Josef Stalin, quien eventualmente se apoderaría de la dirección del partido y de la nación soviética.
Trotski fue el creador del Ejército Rojo, puntal esencial del régimen bolchevique.
Esto determinaría la caída en desgracia de Trotski: destituido como Comisario del Pueblo del Ejército y de la Flota, y expulsado del partido, finalmente terminaría echado de su país.
Exilio y muerte
Luego de exiliarse en Turquía, Francia y Noruega, el revolucionario finalmente se instaló en México. Brillante teórico, a lo largo de todo su exilio publicó artículos y ensayos ofreciendo alternativas al comunismo stalinista y propuso la creación de la Cuarta Internacional, una organización de partidos comunistas con la meta de impulsar la revolución proletaria en todo el mundo.
Instalado en la casa que compartía la pareja formada por Diego Rivera y Frida Kahlo en Coyoacán, Trotski vivió un intenso romance clandestino con la pintora. Y, pronto, la mano vengativa de Stalin llegaría hasta él.
Así, fue víctima de un primer intento de asesinato en mayo de 1940, cuando un grupo de personas comandadas por Leopoldo Arenal Bastar que incluía también al pintor David Alfaro Siqueiros, disparó con ametralladoras en su habitación. Alertados a tiempo, el revolucionario y su esposa, Natalia Sedova, lograron esconderse tras una pared y salvar sus vidas.
El revolucionario tuvo una relación clandestina con Frida Kahlo.
Meses más tarde, Trotski no tendría tanta suerte. El espía comunista español Ramón Mercader, reclutado por Stalin a través de su servicio secreto, se ganó la confianza del político llegando incluso a fingir un noviazgo con Sylvia Ageloff, asistente personal del revolucionario. Y una tarde de agosto lo atacó con un piolet -un pico de alpinista- causándole graves heridas que determinarían su fallecimiento un día después.
El arma de la discordia
La elección de la inusual arma homicida fue objeto de varias especulaciones. El día del crimen, Mercader no se decidía y llevó encima además del piolet una pistola automática y un cuchillo.
Ramón Mercader, el asesino, al momento de ser detenido.
Él mismo declaró que se decidió por esa herramienta de alpinismo porque sabía manejarla "muy bien" y se había acostumbrado a su uso en "ascensiones a las montañas nevadas, donde con un par de golpes lograba arrancar grandes bloques de hielo".
"Creo que lo usó porque pretendía escapar después de cometer el crimen", opina por su parte el escritor Eduard Puigventós, autor del libro Ramón Mercader, el hombre del piolet. "La pistola iba a hacer mucho ruido y el uso del cuchillo requería mucha destreza, así que debió pensar que con el piolet podría acabar de un solo golpe con Trotski".
Trotski murió un día después del ataque.
Juzgado y condenado por el asesinato, Mercader pasó 20 años en la cárcel y luego fue recibido por el régimen cubano: murió en La Habana, en 1978.
Y el piolet, desaparecido durante décadas, resurgió al ser donado por el coleccionista H. Keith Melton al Museo del Espionaje de Washington (Estados Unidos). Según él, se lo compró a la mexicana Ana Alicia Salas, quien lo habría mantenido oculto en su casa y dijo haberlo obtenido de manos de su padre Alfredo, agente del servicio secreto mexicano.
El piolet actualmente expuesto en el Museo del Espionaje.
El objeto, al cual Mercader le cortó el mango para poder ocultarlo bajo su abrigo, hasta conservaría restos de la sangre de Trotski. Sin embargo y aunque Vsevolod Volkov -nieto del revolucionario- ofreció hacerle un análisis de ADN, Salas se negó ya que no quiso cumplir con la condición de donar el arma a la Casa Museo de Trotski. Por lo cual, al menos hasta ahora, sobre su autenticidad hay sólo palabras.