28 Mayo de 2019 12:40
Nadie hubiera pensado que el viaje escolar de un adolescente de 16 años al monte Ruapehu de Nueva Zelanda sería el primer paso dado en la titánica tarea de ascender al Everest, el pico más alto del mundo. Fue esa aventura la que hizo que Edmund Hillary se enamorara del montañismo y lo pusiera de frente a una carrera de constante superación personal.
13 años después, el neozelandés ya estaba haciendo cumbre en el monte Cook, el pico más alto de su país. Y en 1951 tuvo su primer contacto con el monumental Everest en una expedición británica de reconocimiento.
En aquellos años, la ruta de ascenso por Tibet -bajo control chino- estaba cerrada, mientras que por el otro camino vía Nepal sólo se permitía el acceso de una o dos expediciones al año. En 1952, un grupo de suizos intentó llegar a la cima, pero las malas condiciones climáticas no lo permitieron.
Hillary fue invitado a unirse a una expedición comandada por el inglés John Hunt, quien para maximizar la posibilidad de éxito dividió a sus hombres en dos equipos: uno formado por Tom Bourdillon y Charles Evans; el otro por el neozelandés y el nepalés de origen sherpa Tenzing Norgay, quien con seis intentos de ascenso previos (el primero realizado cuando tenía sólo 20 años) era el hombre vivo con con más experiencia en el Everest.
El momento final
El primer dúo fue el primero en intentar la hazaña, pero tuvo que volver atrás cuando el sistema de provisión de oxígeno de Evans falló a apenas 91 metros de la cumbre del Everest. Entonces, llegó el turno de Hillary y Tenzing.
Luego de ascender hasta los 8.500 metros en una tarea dificultada por el viento y la nieve, el neozelandés y el sherpa armaron campamento para planear y aguardar el ascenso final. Al día siguiente, Hillary descubrió que las botas que había dejado fuera la carpa se habían congelado por completo y tuvo que descongelarlas en una hornalla durante dos horas antes de emprender el último esfuerzo. 14 kilos de cargamento posaban sobre su espalda y sobre la de Tenzing mientras encaraban el último obstáculo antes de la cumbre: una pared de roca de 12 metros.
"Noté una grieta entre la roca y la nieve", relató luego Hillary. "Me arrastré dentro, Tenzing luego se me unió y comenzamos a movernos. Comencé a tallar escalones y más escalones preguntándome con algo de desesperación donde estaría la cima. Hasta que vi que la cresta delante mio caía hacia el norte y, hacia la derecha, había un montículo redondo de nieve. Apenas unos golpes más con mi hacha de hielo bastaron para que Tenzing y yo nos paráramos en la cumbre del Everest". Eran las 11.30 de la mañana del 29 de mayo de 1953 y el dúo había logrado trepar 8.848 metros.
"Bueno, George, logramos noquear a ese bastardo", fue lo primero que Hillary le dijo a Hunt al encontrarlo después de descender la montaña más alta del mundo. A su regreso a Katmandú días después, se enteraron de que el neozelandés ya había sido nombrado Caballero Comendador de la Orden del Imperio Británico por la reina Elizabeth II. Tenzing, al no ser ciudadano británico, recibió la Medalla de George y, además, la Estrella de Nepal de manos del rey Tribhuvan.