08 Mayo de 2019 11:08
Por qué escuchamos a Led Zeppelin es el título del nuevo libro de Luis Sagasti, sin dudas uno de los más importantes escritores argentinos vivos. Para entender de qué va este libro tenemos que hablar de Led Zeppelin, de Sagasti y también de la editorial que publica esta obra, Gourmet Musical. Lo que diremos de Gourmet Musical es que se propone publicar libros que sean herramientas de reflexión sobre la música y los músicos: es decir, donde el contenido periodístico vaya necesariamente asociado a alguna idea sobre el objeto de estudio. Sagasti es un escritor cuyas novelas (en especial las tres últimas, Bellas Artes, Maelstrom y La ofrenda musical) plantean una suerte de recorrido digresivo, de asociación libre que permite asociarlas con alguna forma de ensayo. El problema que desata Bellas artes, por ejemplo, es la posibilidad de que el Chancho volador que se le extravió a Roger Waters en un concierto se cruce con el sacerdote brasileño cuyo rastro se perdió cuando volaba impulsado por una serie de globos inflados con helio. Su libro Cibertlön, por ejemplo, está planteado como un ensayo y evoca al Lo sé todo, aquella enciclopedia que en los 60 mezclaba aleatoriamente temas, ideas, historias, como un posible antecedente de lo que hoy conocemos como navegación por Internet. Cibertlön, claro está, no está tan lejos estilísticamente de sus novelas. Hay un modo Sagasti de circular por el universo, por la cultura y por la historia.
Ahora Sagasti se metió con Led Zeppelin, una banda de rock que entra en cualquier Top Five de las cinco mejores bandas de todos los tiempos. ¿Por qué? Sagasti responde en un recorrido que es, a la vez, viaje personal, mapa de relaciones. arbitrariedad simpática. En el comienzo aparece la experiencia que todos aquellos que tenemos más de 40 y un poco de sangre en las venas atravesamos alguna vez: la visita-peregrinación al cine para ver en trasnoche la película The Song Remains The Same, en tiempos en que muy rara vez venía a la Argentina una banda de ese nivel. Más adelante explica por qué podemos comparar la obra de Zeppelin con las pinturas de Matisse, cómo se mueven en escena, cómo se visten y por qué se trata de una banda de discos enteros, más que de temas sueltos. A veces hace consideraciones musicales bien interesantes, como cuando explica que la batería de John Bonham a menudo sigue a la guitarra de Jimmy Page y no al bajo de John Paul Jones (y eso, dice, hace imbatibles los riffs de Zeppelin).
En un momento del libro analiza a Led Zeppelin como el modelo de banda con integrantes insustituibles, que se disuelve tras la muerte del baterista, y lo opone al de "bandas franquicia", como Black Sabbath, por donde pasaron unos 30 integrantes. La política del cuerpo, las inclinaciones de Page por la magia y las dificultades para acusar de plagiaria a una banda que compone al ejecutar son algunos de los temas que analiza con el vuelo y la belleza de siempre. Alguna que otra arbitrariedad (hablamos, al fin y al cabo, de gustos) puede parecer, vamos a decirlo, más odiosa que simpática en los lectores: sus consideraciones sobre la voz del cantante de Yes, Jon Anderson ("un tanto irritante y monótono"), su desdén por el disco Presence, uno de los favoritos de quien esto escribe.
Lo mejor, como sucede a menudo con Sagasti, es cuando se cuelga, cuando olvidamos cómo llegamos hasta aquí. Cuando escribe, por ejemplo, "No se sabe muy bien qué significa ser joven, más allá de la voluntad del cuerpo. Acaso un rasgo fuera habitar la idea de que las cosas son para siempre y no aceptar las transformaciones de aquello que creemos que nos constituye. Es que las cosas cuando nacen lo hacen con una potencia donde no parece anidar lo que a la larga termina por agotarlo. Ningún arte se plantea desde el vamos su fecha de caducidad; nada nace sabiendo que es efímero. Lo que de golpe apareció en el cielo, una estrella que explota y se derrama por la oscuridad profunda, acaso no haya sido un Big Bang como creemos sino la muerte de una supernova." Por qué escuchamos a Led Zeppelin es un libro sobre Led Zeppelin donde el grupo es también la materia prima para que Sagasti discurra y, sobre todo, para que escriba. El punto de partida para desplegar su propio universo, en el cual Led Zeppelin aporta buena parte de la banda de sonido.