19 Noviembre de 2020 14:14
Del cuádruple femicidio cometido por Ricardo Barreda pasaron ya 28 años, y este último aniversario tuvo algo particularmente distinto, ya que en esta ocasión el autor del horroroso hecho está muerto.
Mientras estuvo preso, mucho se supo de la vida del odontólogo, y muchas fueron también las versiones acerca de por qué había cometido semejante crimen. Después de salir de la cárcel en 2008, el femicida volvió a estar en pareja y brindó varias entrevistas en las que habló de su arrepentimiento y del supuesto maltrato que recibía de parte de su familia antes de los asesinatos.
El hecho por el que fue condenado a prisión perpetua ocurrió el 15 de noviembre de 1992, día en que el violento atacó a escopetazos a su esposa, sus dos hijas y su suegra.
Las víctimas fueron Gladys McDonald (57); sus dos hijas, Cecilia (26) y Adriana (24); y su madre, Elena Arreche (86), quienes murieron en el interior de la vivienda ubicada en calle 48 entre 11 y 12 del centro platense, donde convivían con Barreda.
El odontólogo primero negó la acusación en su contra e intentó hacer pasar el hecho como un robo a su casa, pero finalmente confesó, y en 1995 fue condenado tras un juicio oral a reclusión perpetua por el triple homicidio calificado de su esposa y sus dos hijas, y el homicidio simple de su suegra.
En el debate, el propio Barreda contó que lo que desencadenó la situación fue un comentario de su esposa, quien le dijo: "Andá a limpiar que los trabajos de conchita son los que mejor te quedan, es para lo que más servís".
Según contó, los homicidios fueron una reacción suya a los maltratos y humillaciones que recibía de todas ellas. "Lo siento por mi hija más chica, que fue a la que menos le di y de quien más recibí", declaró.
Tras concretar el cuádruple femicidio, el acusado arrojó todos los cartuchos de la escopeta con la que mató a sus familiares en una boca de tormenta. Luego, según quedó acreditado en el marco de la causa, se deshizo del arma tirándola en un canal en las afueras de la ciudad de La Plata y por la noche se encontró con una amante, con quien concurrió a un hotel alojamiento. La escopeta con la que cometió el crimen había sido, irónicamente, un regalo de su suegra porque a él le gustaba mucho cazar.
Más allá de que al principio no se mostró arrepentido, tiempo después llegó a confesar en distintas entrevistas que se sentía mal por haber matado a las cuatro mujeres, pero que el único recuerdo que tiene es que después de que su esposa le dijera "conchita", agarró la escopeta y la vista se le nubló durante minutos en los que no pudo comprender lo que hacía.
Luego de pasar muchos años preso, recién en mayo de 2008 el odontólogo abandonó la Unidad Penal 9 de La Plata al ser beneficiado con un arresto domiciliario y se fue vivir con su nueva pareja, la docente Berta "Pochi" André, quien murió en julio de 2015 como consecuencia del deterioro de su salud a raíz de graves problemas neurológicos.
A ella la conoció en la cárcel en una visita, aunque recién pudo convivir con él en 2012, después de que el homicida terminara un tratamiento psiquiátrico-psicológico en un centro de salud mental porteño.
Cuando parecía haber rehecho su vida, en 2014, los informes del Patronato de Liberados refirieron "problemas de convivencia" entre Barreda y su novia, por lo que le revocaron el arresto domiciliario y volvió a la cárcel, esta vez a la Unidad Penal de Olmos hasta que encontró un nuevo hogar, ya que no pudo regresar con "Pochi".
En diciembre de 2008 Barreda había recibido la libertad condicional, pero recién en mayo de 2016 se declaró "extinguida la pena impuesta" y se hicieron "cesar las accesorias legales impuestas". A partir de esta resolución, el condenado quedó en plena libertad y ya no tuvo que ser controlado por la Justicia.
Aún así, poco después de haber quedado absolutamente libre, el femicida se presentó solo en un hospital de la localidad de General Pacheco con una identidad falsa y visiblemente desmejorado, donde permaneció internado más de un año por un cuadro de salud mental.
Al salir de ese hospital en julio de 2017, el odontólogo vivió en una pensión de General Pacheco y luego se mudó a San Martín, donde estuvo alojado varios meses en el Hospital Eva Perón de ese partido. Finalmente, el 10 de marzo de 2020 quedó internado en el geriátrico "Del Rosario", de José C. Paz, en el que murió solo a los 84 años el 25 de mayo último, en plena pandemia del coronavirius.
Para esa altura, su estado de salud era ya muy débil, y además de alucinar y perder la conciencia de a ratos, tenía varios problemas que no le permitían moverse de la cama.
Tras su fallecimiento, el club Estudiantes de La Plata rechazó la posibilidad de que las cenizas fueran esparcidas en el estadio, tal como lo había pedido, por lo que el único amigo del múltiple femicida; el escritor y biográfo Pablo Marti, colocó una cruz sobre su tumba en el cementerio municipal de la localidad de José C.Paz en el día en que cumpliría 85 años, con la frase "arrepentido de mis pecados cometidos" como epitafio.