Todos los artistas pueden enumerar varios hechos determinantes que estamparon para siempre un sello en su vida y su obra. Sin embargo, en el caso de Fito Páez, la ocurrencia en cuestión vino teñida de horror y tragedia.
Paez sufrió la trágica pérdida de las mujeres que se encargaron de criarlo.
Así, hoy no es un día más para el cantante: se cumplen 30 años del brutal asesinato de su abuela Belia Ramírez de Páez y su tía abuela, Josefa Páez. Estas dos mujeres fueron las que se encargaron de la crianza de Fito, luego de que su madre falleciera cuando él tenía apenas ocho meses.
Belia y Josefa aparecieron muertas a puñaladas el 7 de noviembre de 1986 en la casa que compartían en Rosario. Junto a ellas, también fue asesinada Fermina Godoy, quien realizaba tareas domésticas en el hogar.
Caos y dolor
La escena fue descubierta por el marido de Godoy, quien había ido a buscarla y se alarmó cuando nadie respondió a la puerta. El hombre, de hecho, fue brevemente detenido como sospechoso aunque luego se demostró que nada tenía que ver con el crimen.
En aquel entonces, Páez se encontraba de gira en Brasil. Según se supo, presa de una crisis de nervios, el artista destrozó la habitación del hotel en el que se alojaba al enterarse de la noticia, y trató de calmar el dolor con alcohol y pastillas.
Poco tiempo después de los asesinatos, Fito giró para presentar La La La, el disco que grabó junto a Spinetta.
"Mi abuela y mi tía eran las personas que más quise", dijo días después cuando se presentó en la comisaría a declarar. "Para mí eran como dos madres. No puedo creer esta cosa loca que ha ocurrido. No la entiendo. Es muy poco lo que puedo decir, con todo el lío que tengo en el 'mate'. Vine a contar cómo vivía mi familia en su casa, porque puede servir a la investigación; a contar cómo vivían esas maravillosas mujeres".
Resolución casual
Sin embargo, tuvo que pasar casi un año para que el caso se resolviera de la mano de una casualidad. La detención de una joven travesti a la cual se le halló un collar perteneciente a la abuela de Páez llevó hasta los hermanos Walter y Carlos de Giusti.
La dirección de la casa en la que vivían las mujeres asesinadas.
El primero, eventualmente, confesó haber sido el autor material del triple femicidio y además se determinó que antes había matado a otras dos mujeres en un hecho similar. Como dato insólito, De Giusti había ingresado a la policía apenas un mes después de asesinar a Belia y Josefa.
Condenado a cadena perpetua, el femicida recibió una reducción de pena a 24 años y en 1998 se lo benefició con prisión domiciliaria al comprobarse que sufria de HIV. Sin embargo, regresó tras las rejas luego de violar el acuerdo y falleció sólo días después.
El arte nacido de la tragedia
Páez decidió, poco tiempo después de los crímenes y de girar con el disco La La La junto a Luis Alberto Spinetta, sublimar el dolor en uno de sus mejores álbumes: Ciudad de Pobres Corazones.
"Este disco es un bajón, pero loco sería que no fuese así", declaró en aquel entonces en charla con Clarín. "Es un disco urgente, como el dolor, me lo quiero sacar de encima lo antes posible".
"Soy un animal herido, que se relame las heridas y a lo mejor no quiere que lo vean", agregó. "Como decía Borges, lo que me une a la vida no es el amor, sino el espanto".