Pareciera una segunda parte del "Robo del Siglo" pero en esta oportunidad quienes lo idearon fracasaron. Lo que podría haber sido un robo a Banco Macro de San Isidro se vio descubierto por un repartidor de comida que recorría las calles de aquella ciudad. En las últimas horas, fuentes del caso, informaron que los integrantes de la banda alquilaron el bar Hábeas Corpus que queda frente a Tribunales, cuyo sótano linda con la bóveda del banco.
Tras días de investigación -que todavía no llegaron a su fin- los fiscales Patricio Ferrari y Carolina Asprella, bajo la coordinación del fiscal general John Broyad, accedieron a las copias del contrato de alquiler de aquel bar y le tomaron l declaración testimonial del abogado de la dueña del inmueble, quien llevó adelante la negociación.
Sin problemas para ayudar a la Justicia, el letrado confesó: "Yo me encargué de la gestión de alquiler del inmueble ubicado en la calle Ituzaingó 341 de San Isidro, ello tras la resolución del contrato con los inquilinos anteriores que explotaban el bar Habeas Corpus. El inquilino anterior me comenta que una persona estaba interesada en alquilar el local", comenzó.
Según el abogado, el primer contacto lo realizó un hombre identificado como J.L.S. Le dijo que venía en representación de "un señor de apellido T.", quien era oriundo de la ciudad de La Plata y que se trataba de una persona solvente, que podía poner como garantía una empresa de finanzas. También le comentó que el interesado en alquilar tenía supermercados y locales de venta de implementos de caballos.
Parte de lo que se descubrió tiene que ver con los detalles del túnel que conectaba un taller mecánico ubicado en Chacabuco al 543 con la puerta del Banco Macro de San Isidro, ubicado en la misma calle, pero al 444. Cuatro metros y medio de profundidad lo separaban de la superficie y 1,2 metros de altura tenía el pasaje encofrado en madera.
Detalles sobre el extraño alquiler
Ante la consulta de los investigadores sobre porqué habían elegido alquilar en la zona, el letrado respondió: "Me refirieron que era por la cercanía con el Hipódromo. Por el rubro talabartería, que si bien las ventas las hacían por internet querían tener un lugar de exposición". Además, declaró que los inquilinos deseaban alquilar otro local en a la zona: "Recuerdo que a los tres o cuatro meses de contrato me refieren que iban a alquilar un local a la vuelta, que si me llamaban por referencias si podía hablar y le referí que solamente podía decir que al momento pagaban de forma regular. Me comentó que ese nuevo lugar lo querían usar de depósito".
Seis meses después descubrieron que las casas cercanas que había alrededor del bar, lo hacían inapropiado para llevar adelante las tareas de excavación, por lo que dejaron de pagar el alquiler y se inclinaron por la opción de lo que alguna vez funcionó como un taller. La inmobiliaria Organización Acasusso lo publicitaba a 700 mil pesos más IVA por mes, el cual se pagó un año por adelantado.
Además, la investigación dio con el segundo elemento clave de la causa: los planos de la sucursal bancaria con los que los delincuentes pudieron sortear distintos obstáculos, como los caños de agua que están bajo la tierra, la ubicación de los sensores antisísmicos, unos dispositivos que están ubicados debajo del banco justamente para... evitar boquetes.
Dentro del túnel encontraron el segundo elemento clave en la causa: los planos de la sucursal bancaria con los que los presuntos ladrones pudieron sortear distintos obstáculos, como los caños de agua que están bajo la tierra.
Los delincuentes estaban equipados y preparados para llevar adelante el plan del nuevo Robo del Siglo, contaban con la información de las ubicaciones de las alarmas sonoras, sensores de movimiento y los sensores antisísmicos. Desde la investigación sostienen la hipótesis que llevaron meses de trabajo, donde fueron descubriendo nuevas máquinas eléctricas y máquinas que generaban menos vibraciones y menos gases lo cual les permitió trabajar sin levantar sospechas.