22 Abril de 2019 10:20

Eran las 19:30hs del viernes. Una mujer y su hija estaban en su casa de Ciudad Evita doblando ropa cuando advirtieron unos ruidos extraños. Mirando por la ventana notó que un hombre robusto subía por la escalera ubicada en el exterior de la casa. Intentó cerrar la ventana y refugiarse, pero su reacción fue más lenta que la del delincuente. El hombre y otro delincuente lograron entrar a la fuerza, pero la nena logró salir al balcón y pedir ayuda.
Los hombres intentaron reducir a la chica, pero no pudieron. Los vecinos se acercaron para ver que ocurría y notaron que los delincuentes intentaban escapar. Uno de ellos quedó atrapado por la procesión religiosa del Viernes Santo que caminaba por el barrio. No se sabe quiénes, si vecinos o feligreses, lo cierto es que fueron tres hombres los que lo pusieron de cara al piso, le ataron las manos con sus cordones y lo retuvieron. Pero, sobre todo, lo golpearon. Le dieron patadas, le tiraron el pelo y, según los testigos, varios de los vecinos lo tomaron del cuello mientras lo insultaban.
El ladrón linchado y asesinado fue identificado como Gustavo Marcelo Quispe tenía 25 años y no era su primer asalto. Había salido de la Unidad N° 9 de La Plata, en donde cumplió cinco meses de una condena de cinco años por "homicidio agravado por el uso de arma y robo calificado". No está claro todavía por qué le dieron esa pena, e incluso se especula que era menor de edad al momento de ser condenado. En un principio se informó que había muerto asfixiado, pero la autopsia reveló que había sufrido "una hemorragia intracraneana causada por politraumatismos y eso le generó un paro cardíaco". En otras palabras: lo mataron a golpes.
Quispe habría heredado el gen delictivo de su mamá, Laura Raquel Quispe, con antecedentes por robo. Esta mujer había protagonizado una dramática toma de rehenes en una escribanía, a dos cuadras de los Tribunales porteños, en 2006, que duró cuatro horas. En ese momento, la mujer había justificado su decisión de robar por la difícil situación en la que se encontraba. "Robo por mis hijos", dijo mientras salía en vivo por un par de canales de TV, hablando por teléfono, antes de entregarse en el edificio de Viamonte 1422, adonde había asaltado el 5° piso junto con un cómplice. Por ese hecho, pasó dos años presa en una cárcel del Servicio Penitenciario Federal (SPF), según pudo saber Clarín.
Laura debió reconoció el cuerpo de su hijo la noche del Viernes Santo cuando la Justicia le notificó lo sucedido en Ciudad Evita. Ella fue quien contó que su hijo había salido de la cárcel el 20 de noviembre del año pasado: la causa por homicidio y robo por la que había sido condenado a cinco años de prisión en 2013 la tenía el Juzgado de Responsabilidad Juvenil N°1 de La Matanza.
Es el segundo hijo que debe enterrar. Franco Emanuel Quispe, mellizo de ladrón linchado, también falleció. Sobre la muerte de Gustavo, aún resta esperar las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona y un domo de una de las esquinas del cruce de El Tala y Peperina, de Ciudad Evita. Lo que se haya registrado, será crucial para conocer cómo se dieron los hechos. La causa por el linchamiento de Quispe fue caratulada como "homicidio". El fiscal del caso, Marcos Borghi, de la UFI Temática de Homicidios de La Matanza, se acercó al lugar una media hora después del hecho pero ya no había nadie y los vecinos presenten aseguraron no haber visto nada. Y el pacto de silencio tácito une a los vecinos con los feligreses que peregrinaban.