Con señales de haberse autoflagelado con el fin de quitarse la vida, Mario Barrientos de 42 años se entregó la semana pasada a la Justicia correntina y se negó a declarar en el marco de la acusación del crimen de Johana González de 30, quien apareció sin vida en Resistencia, Chaco, tras 10 días desaparecida. La imagen de su rictus estoico y sus dos muñecas cortadas, completó una escena que cada vez tiene más certezas que dudas.
Este jueves se esperaba que el acusado se presente ante la fiscal Nelia Velázquez, pero adelantándose a esta situación, se presentó con su abogado Juan Ignacio Moreno en una comisaría correntina, donde eligió, aconsejado por su letrado, no prestar ningún tipo de testimonio, según aclararon en Diario Chaco.
Barrientos es el principal sospechoso del crimen que dejó sin mamá a un niño de nueve años, quien a partir de esta nueva realidad vivirá con su abuela, Delia Beatriz Segovia, madre de la víctima. Más allá de toda la carga probatoria con la que cuenta actualmente, la Fiscalía N° 2, involucrada en el caso, junto a a la Procuraduría y el Supremo Tribunal de Justicia provincial, se encargaron de gestionar el arribo a Resistencia de un grupo de antropólogos especializados, provenientes de la provincia de Córdoba, para dedicarse a la autopsia de la víctima. "Hay que hacer un ADN de todas las partes del cuerpo", adelantaron.
La desaparición de González comenzó el 21 de mayo, cuando le dejó a Segovia a su hijo en Resistencia. Ella vivía en Fontana, una localidad cercana a la ciudad. Según lo que le contó a su progenitora, volvería en algunas horas. Pero eso nunca ocurrió.
Las amigas de la víctima, al día siguiente de su desaparición, le confesaron a la mamá cuándo había sido la última vez que la habían visto, luego de que ella se acercara a la estación de servicio donde solían juntarse para averiguar sobre su paradero, y recién ahí hizo la denuncia sobre su desaparición. Según relataron, la habían visto subir a una camioneta en el cruce de de la avenida 25 de Mayo y la calle 14.
Diez días después, personal del departamento de Investigaciones Complejas la encontró en la laguna de Villa Seitor, en la zona de Juan Domingo Perón y Bertaca. Estaba desmembrada y los restos estaban dentro de una bolsa de consorcio negra. Según el parte policial, dentro había "un cráneo, vísceras y huesos frescos".
Barrientos cayó sólo unos días después, tras haberse dado a la fuga por ser el principal sospechoso. Sólo unos días atrás, se había presentado de forma voluntaria para reconocer que había sido la última persona que la había visto con vida.
Según el primer testimonio que dejó en la Fiscalía interviniente, fue a declarar a partir de que la mamá de la víctima "se acercó hasta su casa" para informarle de la desaparición. Allí dijo que la conocía desde hacía cinco meses porque "ofrecía sus servicios sexuales a cambio de dinero" en la esquina de calle 14 y avenida 25 de Mayo, en donde se presentó cerca de las 18.
"Tengo que tener fuerzas", reconoció Segovia ante la prensa, antes de organizar una despedida a su hija en el sitio donde la encontraron sin vida. Esto fue el miércoles pasado cerca de las 17:30. Allí dejaron flores sus familiares y compartieron condolencias.
"Yo lo único que pedí es justicia por mi niña, porque para mí siempre va a ser mi niña", lanzó Segovia, tras pedir que el detenido tenga una pena de prisión perpetua. "Que nunca más salga ese señor porque me arrancó el alma", afirmó. "Confío en mí abogado y confío en la Justicia, porque no estoy sola", concluyó la abuela.