Un baile, grabaciones, golosinas y tortas, ese era el mecanismo de abuso de las docentes del Jardín de Infantes Nucleado C Nro 9, ubicado sobre la calle Darregueyra 2381, del barrio porteño de Palermo.
Mariela es mamá de un nene de sala de cuatro y hace un año que lleva a su niño al mismo jardín, pero hace varios meses atrás comenzó a notar que su hijo se angustiaba cada vez que tenía que ingresar a la institución. “Al principio pensamos que era un capricho de un nene que no quiere entrar al jardín o que se llevaba mejor con una docente más que con otra”, sospechó.
Lo cierto es que su hijo describió como “muy mala” a su docente principal, “Laura”. Según Mariela, la profesora estaba con el mismo grupo desde sala de tres y fue ella misma la que pidió a la dirección continuar con el mismo curso el siguiente año. “No nos gustó mucho la idea, porque varios de los nenes no la querían”, explicó.
Luego de que se dio a conocer el primer caso, varias mamás comenzaron a indagar a cada niño sobre lo que sucedía en el salón. “Como papás, enterarnos de esto fue horrible. ¿Cómo sabes si a tu hijo se lo hicieron si no te lo cuenta? Mi hijo estaba re pegado a mi, ahora sé porqué reaccionaba tan mal a la entrada del jardín“, dijo a BigBang.
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“La maestra a través de un canto les hacía sacar la ropa. Le preguntaba que si tenían ganas de aplaudir que aplaudan,que si tenían ganas de saltar que salten, si tenían ganas de bailar que bailen y a lo último le dice 'si tienes muchas ganas de bajarte el pantalón que se lo bajen' y ellos se lo bajaban”, explicó la mamá.Según la mujer, los chicos hablan de muchas canciones que los llevaban a la misma situación.”Sabemos que siempre relacionaba el cuerpo del chico con un canto”, consideró.
“En el caso de mi hijo, los bailes se hacían en el salón, pero dijo que no sabía de dónde sacaba la torta. Otros chicos dicen que la maestra los llevaba a dirección y les daba torta, pero si querían una porción se tenían que dejar hacer eso. Me dijo que los llevaban de a dos nenes. Cuando hacían el baile los ponían en ronda y les hacían sacar la ropa para que 'se enfríen'”.
El día que Mariela se enteró, se lo preguntó a hijo y le dijo que ella ya sabía el secreto, que podía confiar en ella, pero el nene solo atinó a taparse la cara y le dijo que tenía mucho sueño.
“Lo hicimos dormir en el sillón y se orinó encima. Lo cambio, lo acuesto en mi cama y al ratito empieza a patear, temblar y hacer caras feas como si tuviera que aguantar algo feo en el sueño. Cuando lo destapó se estaba orinando de nuevo. Lo levanté y me abrazó. En ese momento me di cuenta que la situación era un montón y me doy cuenta que él está guardando algo que no lo puede soltar”, relató. Con el correr del tiempo su hijo comenzó a contar todo.
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Varios padres recurrieron a profesionales y les acercaron dibujos de sus hijos. En el caso de una madre, su hija dibujaba la boca como un nudo lo cual significaba para la psicóloga que se trataba de un secreto que no podía contar. “Ahí relacioné que mi hijo todo el tiempo me decía 'boca callada, boca callada' y me di cuenta que por algún lado lo tenia que haber sacado a eso porque nosotros no somos de decir eso”, dijo al terminar Mariela.
Por su parte Dulce, mamá de una nena de sala de cuatro, notó los cambios de comportamiento de su hija. “Mi hija se escondía detrás mío cuando veía a la profesora. Se orinaba cuando dormía y gritaba”, contó.
“Yo le pregunté a mi niña cuál era el secreto que le había dicho a la maestra y ella me dijo que no. Le insistí con que la maestra me lo había dicho. Y ahí me dice que 'es una canción en donde muevo la colita y me bajó el pantalón, ahí me meten a la biblioteca y me dan caramelitos y torta'. La biblioteca es un lugar lleno de cortinas, no podes ver lo que pasa adentro”, manifestó. Al terminar, Dulce aseguró: “Esperamos que se resuelva pronto. Necesitamos explicaciones. Mi hija ama el jardín, pero en este momento para ella esto es un juego lo que le hicieron. Le pregunté qué hacía la profesora cuando se bajaba los pantalones y me dijo que ella se reía”.