Un nuevo caso de brutalidad policial comenzó a circular en las redes sociales a raíz del crimen de Lucas González a manos de agentes de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires: esta vez, los protagonistas fueron efectivos de la Policía bonaerense, los cuales irrumpieron en una casa de la localidad de Loma Verde para interrumpir una fiesta privada que se estaba llevando a cabo en ese lugar.
Como resultado, 11 adolescentes terminaron hospitalizadas con graves heridas en sus cuerpos debido a que los agentes respondieron a los disparos con balas de goma ante la negativa de detener la celebración. El hecho ocurrió el domingo, alrededor de las 6 de la mañana en una vivienda ubicada en la calle Nigromante al 400 entre Los Tilos y Los Aromos. La fiesta ya estaba por finalizar cuando efectivos de la Policía bonaerense se hicieron presentes en el lugar.
Se entregó el joven que agredió a un playero y la familia asegura que fue un "intento de homicidio"
En ese contexto, dos jóvenes comenzaron a discutir y se pelearon frente al portón del domicilio, provocando la violenta intervención de los agentes. “Voy al fondo de la casa para que bajen la música, y cuando vuelvo hacia adelante los dos chicos se habían peleado, pero uno de los dos estaba en el piso sangrando. Había aparecido un patrullero, con una mujer policía, que le pegó un tiro a uno de ellos para separarlos”, relató Paula Palacios, la madre de uno de los organizadores de la fiesta.
La mujer aclaró que llegó a ver la escena de la pelea de los dos jóvenes, no así su desenlace, y que les había pedido a los invitados que se turnaran para salir de la casa para evitar otra riña. “El pibe estaba desangrándose y la mujer policía no se hacía cargo para llevarlo a ningún lado. Ante la desesperación, los chicos reaccionaron con lo que tenían en la mano para frenarla, porque ella había sacado la camioneta arando (para irse). Casi nos pisa a todos”, detalló.
Palacios dialogó con radio Con Vos y destacó que en su desesperación, se subió a su camioneta, la sacó hasta la mitad del portón y al levantar la mirada notó que habían "unos 20 policías armados tirando sin parar, sin mediar palabra". "Se pusieron en fila, en línea, tirando a mansalva. Yo levantaba las manos para que frenen y no podía”, agregó la mujer. El ataque quedó registrado en el teléfono celular de uno de los adolescentes y no tardó en hacerse viral.
En las imágenes se pueden ver a varios de los chicos gritando, muchos de ellos llorando y otros pidiendo asistencia con visibles manchas de sangre y heridas en el abdomen. “El blanco eran los chicos. A mí no me dieron ningún tiro. Se metieron adentro de mi casa, fueron atrás de mi patio. Los pusieron a todos en posición fetal, les patearon y pegaron tiros en la cabeza y en el abdomen”, sostuvo Paula.
Una de las víctimas de las balas fue Joaquín González, de 18 años, quien recibió un disparo en su ojo derecho por parte de uno de los uniformados. “Me tiró de frente, a unos seis metros de distancia, sin dar la voz de alto, ni nada. Sentí el impacto de una, fueron segundos. Me metí a la casa agarrándome la cara, porque me sangraba mucho. Me fui hasta el fondo y ahí me encontré con dos oficiales, que me pidieron que me tire al piso", le dijo al diario El Día de Escobar.
Asesinato de Lucas: la declaración y el video del testigo clave en la causa y complica a la Policía porteña
Además de González, según la propietaria de la casa, uno de los jóvenes baleados tiene “comprometido un testículo” por el accionar policial y otro herido tuvo “ocho disparos en la cabeza”. "Yo me tiré al suelo, pero igualmente me seguían gritando y diciendo de todo. Yo les pedía por favor que llamen una ambulancia, que estaba perdiendo mucha sangre, y uno de ellos me pateó la cabeza y me dijo que me calle la boca. Después vino otro y me pateó también”, reconstruyó.
La investigación judicial sobre el operativo quedó a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción de Delitos Complejos de Zárate-Campana, a cargo del fiscal Martín Zocca, y tomó intervención la Dirección de Asuntos Internos de la Policía Bonaerense. Tengo colchones agujereados, tengo las paredes de mi casa toda baleada. Era una fiesta familiar, de amigos y chicos del barrio disfrutando un momento de adolescencia y terminó en un desastre”, cerró Paula.