por Gisela Nicosia
12 Noviembre de 2015 09:49Un padre desesperado por encontrar a su hija hace lo imposible para rescatarla de una red de prostitución. Durante ocho meses la busca por todos lados. Finalmente la encuentra y logra rescatarla. Parece la sinopsis de una película de suspenso pero es una lamentable historia real.
En el burdel de La Banda había mujeres que dormían encerradas y eran tratadas como esclavas.
Se trata de Mario Gamarra, un vendedor de flores que se endeudó para costearse traslados y averiguaciones que lo llevaron hasta 700 kilómetros de distancia de su hogar para encontrar a Romina, su hija de 18 años.
La joven llevaba ocho meses secuestrada y fue obligada a prostituirse y tratada como esclava.
Todo comenzó el 13 de enero cuando Romina volvía a su casa con su hermano de 15 años. Un vecino la acosaba frecuentemente y ese día la vió llegar y la amenazó con un arma y la obligó a subir a su auto.
“La buscamos por todos lados, pero sólo había rumores”, cuenta a los medios Gamarra quién comenzó una búsqueda implacable hasta encontrarla sin saber que durante un tiempo estuvo retenida a 30 cuadras de su casa. Lo grave es que según cuenta la joven ahora liberada es que estuvo en la misma comisaría donde sus padres habían denunciado su desaparición para declarar bajo presión que “se encontraba bien”.
“La buscamos por todos lados, pero sólo había rumores.
Un vecino amenazó con un arma a Romina y la obligó a subir a su auto.
Luego, Romina fue trasladada a una whiskería de la localidad bonaerense de General Rodríguez donde fue obligada a trabajar como prostituta. La joven reconoció a varios policías que pasaban a cobrar comisión y a un político local. Como si fuera poco, se encontró con seis chicas santafesinas que estaban retenidas como ella.
UN CLIENTE, LA CLAVE
Su relato estremece: dormía en cuartos con rejas y atendiendo clientes a toda hora. A fines de febrero la llevaron a un local ubicado sobre la ruta 9, en Bell Ville, en Córdoba, donde halló a otras santafesinas en su misma situación. Luego de un tiempo, Romina le pudo contar a un cliente lo que pasaba y éste le consiguió un celular y recién el 13 de setiembre logró llamar a su familia. “Dijo que estaba en La Banda, que la fuera a buscar y me dió indicaciones”, aseguró Gamarra y sin dudar viajó hasta ese lugar.
Romina en Córdoba halló a otras santafesinas en su misma situación.
Para evitar que lo retengan, en la puerta del prostíbulo detuvo el auto y simuló que tenía un problema. “Hice como que se descompuso el auto y puse balizas pero vi a un tipo venir con un fierro. Mi hija logró saltar una tapia junto a otra chica y se subieron al auto y escapamos”, relató.
VIAJE AL RESCATE
De inmediato manejó 300 kilómetros hasta Palo Negro, en el norte de Santiago del Estero y denunció los hechos y solicitó custodia. Incluso se comunicaron las autoridades de Santa Fé y le reclamaron que debió informarlo en la provincia donde sucedió el secuestro.
“Un oficial pensaba que yo estaba haciendo una joda. '¿No tenía otra comisaría para ir?', me decía”, sumó y luego reveló el final del rescate. “Las autoridades ante mi insistencia accedieron y liberaron a mi hija tras un allanamiento”, contó feliz pero a la vez con temor a sufrir represalias.
“Un oficial pensaba que yo estaba haciendo una joda. '¿No tenía otra comisaría para ir?', me decía
Las mujeres eran utilizadas como esclavas y ofrecían servicios sexuales a toda hora.
Romina y la otra joven, llamada María Cristina Ojeda, se presentaron entonces ante el juez provincial Diego de la Torre, quien pidió la captura de Martín “Chino” Núñez, de un primo suyo y de Juan Osuna, señalado por Ojeda como un hombre que la habría seducido para meterla engañada a trabajar como esclava en las whiskerías.
MIEDO Y NINGÚN DETENIDO
Las detenciones nunca se concretaron, pero Gamarra y su familia empezaron a recibir amenazas. La causa pasó a la fiscal federal Griselda Tessio y a las pocas horas, el domingo pasado, María Cristina desapareció. Según relataron distintos testigos, se la vió acompañada por uno de los prófugos buscados por la Justicia, por lo que se lanzó una campaña para hallarla.
“Esperemos que esto se vea en la Justicia”, imploró Gamarra con deseos de justicia.
La chica reapareció el martes: acompañada por un misterioso abogado, le dijo a la fiscal Tessio que todo había sido mentira, que no la tenían cautiva. Lo mismo repitió a un diario local y agregó que Romina miente. Enseguida, volvió a desaparecer y no se conoce su paradero.
“Me siento mal al ver esto, porque yo la traje haciéndole una gauchada. Estaba tan agradecida... Esperemos que esto se vea en la Justicia.
Nadie cree que María Cristina esté bien. “Me siento mal al ver esto, porque yo la traje haciéndole una gauchada. Estaba tan agradecida... Esperemos que esto se vea en la Justicia”, añora esperanzado Mario y a la vez, no logra sentirse seguro por lo sucedido.