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"Camuflemos a Thomsen": la estrategia de Tomei y el lenguaje no verbal de los rugbiers

Del jueguito con Matías Benicelli a la conclusión de los expertos: "No expresan vergüenza, ni arrepentimiento".

10 Enero de 2023 12:02
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Comenzó la segunda semana del juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa y la estrategia del abogado de los ocho imputados, Hugo Tomei, sigue siendo la misma: despersonalizar a los rugbiers, confundir a los testigos y "camuflar a Máximo Thomsen". El lenguaje no verbal de los jóvenes de Zárate y las conclusiones de los expertos: "No sienten arrepentimiento".

Uno de los objetivos centrales de la defensa de los rugbiers quedó expuesto el primer día del juicio, cuando los ocho imputados llegaron a los Tribunales de Dolores. Fue la primera vez en casi tres años que la mayoría de los acusados de asesinar a Fernando interactuaba con el "exterior" y Tomei no dejó ningún detalle librado al azar: todos llegaron con el mismo corte de pelo, los asesoraron hasta en su forma de sentarse, les ordenaron silencio absoluto y los vistieron de la misma forma.

"Está claro que nada de esto es casual", reconoce en diálogo con BigBang uno de los abogados penalistas más reconocidos del país. "Hay un intento claro de confundir a los testigos, en especial durante las primeras audiencias en las que declararon los chicos que vieron el ataque a la salida del boliche. Si un testigo titubea a la hora de identificar a los atacantes, es una victoria para la defensa de los rugbiers", suma.

El operativo distracción no se limitó sólo a los cortes de pelo o a la elección de los vestuarios. Desde el inicio del juicio, los ocho acusados se sentaron en el mismo orden. Thomsen, uno de los más complicados, ocupa la segunda fila y siempre se encuentra escoltado por Ayrton Viollaz y Enzo Comelli. Lo interesante no es tanto quiénes están a su lado sino a quién tiene delante: Matías Benicelli.

Identificado por la mayoría de los testigos como "el del rodetito" durante la etapa de instrucción, Benicelli cumplió con la orden de su abogado y se cortó el pelo. Pero eso no es todo: audiencia a audiencia, el imputado identificado ya por al menos siete testigos en el juicio se viste con los mismos tonos que Thomsen. Llegó incluso a usar la misma camisa blanca con "puntitos azules" que el sindicado como "líder del grupo" durante la segunda jornada.

"Está claro que lo que busca la defensa es confundir a los testigos y que titubeen o sean imprecisos a la hora de poder identificarlos. Los despojaron de la mayoría de las individualidades que los identificaban. Llegaron al juicio como un bloque en todo sentido", suma el abogado en su análisis.

Los rugbiers también recibieron instrucciones para controlar lo que transmiten con su cuerpo. Para Marcelo Sola, especialista en comunicación no verbal, está claro que los ocho fueron asesorados de alguna u otra forma. "Está claro que hay un juego, en el buen sentido: todos sentados de la misma manera, las manos cruzadas por delante en la parte genital; como en posición de resguardo o una cuestión de barrera a la hora de sentarse", explica en diálogo con este portal.

"Durante las primeras audiencias los ocho tenían barbijos, blancos o negros; ninguno con colores llamativos. Todos vestidos con camisa o chomba, en tonos blancos, celestes o verde clarito. Todos con la misma cara y la mirada perdida en un punto sin mayor detenimiento emocional. Nada de eso puede ser casual, ni sostenido durante jornadas tan largas", expone.

El objetivo, de acuerdo al experto, es evitar transmitir cualquier tipo de emoción durante las audiencias. "Las reacciones son absolutamente controladas. No hay nada en ellos que pueda percibirse como una emoción. Cuando cualquiera escucha el relato de una madre que perdió a un hijo (en alusión a Graciela Sosa) reacciona de alguna manera. Ellos carecen de emociones reales a la hora de la escucha, es como si estuvieran más allá".

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"Todo es acartonado y no hay movimiento corporal que se vincule a la emoción. Lo que uno observa desde la comunicación no verbal es la carencia de mirada. Ellos no miran a una persona, están mirando a un punto fijo y evitan así cualquier gesto espontáneo. Falta la congruencia entre el lenguaje corporal y el del cuerpo. No hay emoción y no se ve arrepentimiento", advierte.

Durante la primera jornada del juicio, los padres de Fernando dieron su testimonio y lograron quebrar a la mayoría de los presentes. Sin embargo, los ocho imputados se mantuvieron imperturbables. "Los miré en varias oportunidades mientras declaraba y ellos no bajaron la mirada nunca. Eso me dio la certeza de que no sienten arrepentimiento por lo que hicieron", reveló Graciela a la salida de los Tribunales.

 

"Cuando uno comete un error y sabe que lo que hizo está mal, la reacción normal es bajar la cabeza en señal de vergüenza. Cuando te copiabas en el colegio o un chico rompe algo, por ejemplo. Lo normal es esconderse, como si fueras un avestruz. En este caso hay carencia de emociones sensibles. No se mueven, no gesticulan. Están siempre en la misma posición estática y eso no es casual".

Las manos cubriendo la zona genital tienen una explicación. "Es una posición de resguardo. Si se corta la luz, por ejemplo, el hombre tiende a llevar una de sus manos adelante para evitar chocarse con objetos y la otra suele dirigirse a la parte genital. Es una especie de barrera. Los políticos cuando dan una conferencia de prensa llevan los brazos cruzados a la altura de los genitales. Esa es la recomendación, porque cuando uno está nervioso no sabe en dónde poner las manos. Llevarlas a los bolsillos transmite ocultamiento o inseguridad".

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"Ellos podrían tener ambas manos separadas de las piernas. Habitualmente, el llevar levemente los hombros hacia adelante y bajar la cabeza son señales de vergüenza o timidez, a las que si se le suma las manos en la parte genital puede hablar también de cierto arrepentimiento. Pero en este caso, la mirada la fijan en un punto fijo. No hay congruencia entre la cabeza y el cuerpo, lo que expone que la posición no es espontánea y es fingida", explica Sola.

Cuando hablamos, sólo el 7 por ciento de lo que expresamos lo hacemos a través de las palabras. "El 55% lo transmitimos a través de lo corporal y el 38% restante responde al ritmo, la velocidad y el tono de la voz", precisa el experto. Pero, ¿cuánto tiempo se pueden controlar tanto las expresiones? "Es realmente muy difícil para cualquier persona, pero en este caso ellos saben que se están jugando la posibilidad de enfrentar una condena de hasta 35 años", contextualiza el experto.