20 Noviembre de 2024 09:53
El caso de Aralí Vivas, la nena de 8 años encontrada calcinada en su casa en Brinkmann, Córdoba, sigue generando bronca, conmoción y angustia por la crueldad de los hechos y la presunta complicidad de su entorno familiar. Finalmente, la autopsia al cuerpo de la pequeña confirmó que fue abusada por Matías Ezequiel Simeone, su padrastro, y por Cristian Hernán Varela, un amigo de este último, previo a su crimen y a que incendiaron la casa para ocultar el asesinato. Si bien días atrás el resultado preliminar de la necropsia había mostrado presencia de material genético masculino en el cuerpo de la menor, en las últimas horas se dio a conocer que lo hallado corresponde a los dos detenidos. Por este motivo, el fiscal Oscar Gieco les volvió a agravar las imputaciones.
Recordemos que la Fiscalía había imputado a la madre de la niña, Rocío Milagros Rauch, de 28 años, acusándola de homicidio calificado por el vínculo debido a su omisión de cuidado, lo que habría facilitado las condiciones para el crimen. También habían sido detenidos Simeone (33), y Varela (40), quien fue visto cerca de la vivienda al momento del incendio. Los primeros análisis al cuerpo de Aralí habían determinado que presentaba signos de abuso sexual y que murió por un traumatismo craneal, descartando la inhalación de humo como causa de muerte. El fiscal Gieco había señalado sin dar mayores precisiones que uno de los detenidos declaró espontáneamente frente a un grupo de policías que "era costumbre abusar de esa niña". Este dato reforzó la hipótesis de que el crimen tuvo como objetivo encubrir el abuso.
Con los nuevos datos que confirman que la menor fue abusada por los detenidos, este martes ambos fueron acusados del delito de homicidio criminis causae, que es aquel que se comete para ocultar otro delito. Hace más de ocho días el fiscal Gieco, quien decidió apartarse de la causa, los había imputado por el homicidio calificado por el vínculo, pero tras el conocimiento de la autopsia, la situación procesal de los acusados volvió a modificarse. Para los investigadores Simeone y Varela abusaron a la menor y para tapar dicho delito, la asesinaron. Luego, en su afán de encubrir el delito, prendieron fuego la casa donde Aralí vivía junto con sus hermanos.
Pese a que la necropsia confirmó el abuso, los vecinos y allegados a la víctima sostienen que en dicha casa se hacían "fiestas negras" y que eran reiterados los delitos de esta índole. Acerca de la mamá de Aralí, la mujer está detenida acusada de partícipe necesario de homicidio calificado por el vínculo, por comisión por omisión. El fiscal sostiene que Rauch no estuvo al momento del asesinato de su hija, pero que sí es responsable de la falta de intervención ante el abuso y la muerte de la menor. La muerte habría ocurrido la medianoche del 1° de noviembre, 14 horas antes de que la policía encontrara el cuerpo durante el incendio en la vivienda.
Durante ese lapso, los hermanos menores de Aralí permanecieron en la casa, uno de ellos intentando despertarla, lo que refleja la vulnerabilidad en la que se encontraban. El análisis de cámaras de seguridad permitió reconstruir los movimientos de los acusados. El viernes por la noche, Varela llegó a la casa de Simeone en bicicleta. Tras varias idas y venidas, el padrastro de la víctima regresó a su vivienda a las 3:27 de la madrugada del sábado. Más tarde, fue visto llevando a los hermanos de Aralí a una plazoleta cercana y, poco después, regresó solo a la casa. En ese momento, se desató el incendio.
A las 13:54, un hombre alertó a los bomberos, que encontraron el cuerpo de Aralí calcinado en su habitación. Las evidencias indican que el fuego fue provocado para ocultar el asesinato, ya que se concentró en la habitación de la niña y las puertas estaban abiertas. Simeone, con antecedentes por violencia de género, declaró que no estaba en la casa al momento del incendio, pero su versión fue desestimada por la fiscalía. Estaba en libertad condicional por delitos como amenazas, tenencia ilegal de armas y lesiones. Por su parte, la madre de Aralí habría estado ausente de la casa durante días, posiblemente bajo el efecto de las drogas, lo que agrava su responsabilidad.
El fiscal la considera cómplice necesaria en el homicidio, ya que su presunta negligencia fue determinante en la tragedia. El asesinato de Aralí expuso un contexto de violencia familiar y desatención institucional que dejó a la pequeña en una situación de extrema vulnerabilidad. Los vecinos exigen respuestas concretas de las autoridades y justicia para una nena cuya vida estuvo marcada por el abuso, el abandono y la negligencia de quienes debían protegerla.