Lucas Azcona, el asesino de la joven chilena Nicole Sessarego, fue condenado a prisión perpetua por Homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía y femicidio, al cabo de tres meses de juicio. La pena implica 35 años de prisión sin ninguna clase de beneficio. El joven femicida tiene 24 años: esto quiere decir que estará en prisión hasta los 59. El juicio había comenzado el 12 de agosto. Esta es su historia.
Un día prendés la televisión y lo que ves es siniestro: tu hijo, o tu hermano, está a punto de matar a una persona, o peor aún, ya la mató, y lo estás viendo segundos antes de haberla matado.
Un día prendés la televisión y descubrís que quieras o no ya sos parte del asunto, que o lo entregás o lo encubrís. Que depende de vos y de nadie más que vos.
Un día tu vida deja de ser tu vida tal como la concebías hasta el momento, y si te quejás por eso, habrá alguien que tendrá derecho a decirte que no tenés derecho a quejarte, alguien que tendrá derecho a decirte que al menos tu hijo, o tu hermano, están vivos. Entregás o encubrís, entonces. Cualquier decisión que tomes tendrá un costo altísimo.
Esta es la historia de un hombre que entregó a su hijo y hoy está en el centro de la opinión pública: el caso Nicole, que ahora tuvo Justicia.
Lucas Azcona: su padre y su hermana lo reconocieron en el video de la cámara de seguridad.
Lucas y Nicole
Lucas Azcona es argentino, tiene 24 años y es el mayor de tres hermanos. Vivió alternativamente en la provincia del Chaco -en el norte del país- y en la provincia de Buenos Aires. Sus padres se separaron cuando él tenía 10 años: su madre, Miriam Galarza, se lo llevó al Chaco; su padre, Roberto Azcona, se quedó en Buenos Aires. Un año después, Miriam le dijo a su ex esposo que el chico se portaba mal, que no hacía caso, que no le podía poner límites. Roberto Azcona le dijo que lo mandara para Buenos Aires. Lucas viajó, retomó la escuela, cursó hasta noveno grado, hasta que abandonó porque quería trabajar. Ente los 11 y los 15 años pasaba la mayor parte del año en Buenos Aires y se iba de vacaciones al Chaco para visitar a su madre y a sus hermanas.
Nicole Sessarego Bórquez tenía 21 años, era chilena, de Valparaíso, y se había instalado por un año en un departamento en el barrio porteño de Almagro junto a un grupo de estudiantes extranjeras. Desde Valparaíso, teléfono mediante, Shirley Bórquez, su madre, me contó que no recordaba haber tenido una discusión con su hija. Nicole estudiaba periodismo en la universidad de Playa Ancha y había viajado a la Argentina en febrero de 2014 como parte de un intercambio de alumnos con la universidad de Buenos Aires (UBA). Shirley y sus hermanos viven en tres casas contiguas, cada cual con la familia que formó. Entre los tres tenían siete hijos, de los cuales Shirley era la única mujer.
Nicole Sessarego Márquez estudiaba periodismo.
A los 16 años, durante una de sus vacaciones en el Chaco, Lucas conoció a una chica ocho años mayor que él, se enamoró de ella y le dijo a su padre que no iba a volver a Buenos Aires. Roberto le dijo que, si él estaba seguro de lo que estaba haciendo, iba a apoyar su decisión. Ella tenía dos hijos. Lucas consiguió un trabajo en el depósito de una distribuidora de alimentos. Además de su sueldo, a veces le daban mercadería. Vivía con su compañera y con los hijos de ella en la casa de su suegra. Un día se quedó sin trabajo y todo empezó a complicarse. Su suegra empezó a maltratarlo. La relación con su compañera comenzó a deteriorarse. Ella le decía que se fuera, pero al mismo tiempo le decía que no la dejara, que estaba embarazada. Él no se decidía a cortar, a veces las cosas parecían mejorar un poco, pero finalmente ella admitió que no era cierto lo de su embarazo. Lucas se volvió a Buenos Aires, de nuevo a vivir con su padre, en una casa en en el barrio de Bernal.
Shirley Bórquez dice que ella y su esposo, Víctor Sessarego, le rezaron durante tres años a Santa Teresita para que Shirley pudiera quedar embarazada. Finalmente pudo, y tuvo una hija, a la que llamó Nicole.
La madre sospechaba de un ex novio celoso de Nicole.
A los 20 años, Lucas Azcona dejó la casa de Bernal y decidió irse a vivir solo, al costado de la casa de su abuelo, en el barrio de Solano. Consiguió un trabajo en la ciudad de Buenos Aires, una de esas empresas de limpieza de edificios grandes y concurridos. Cuando no le tocaba un hospital le tocaba un teatro o un banco. Trabajaba de 6 a 14. Mantenía una buena relación con el padre y lo visitaba bastante a menudo. Consideremos que Roberto le lleva apenas 22 años a su hijo. Iban juntos a jugar al fútbol: Lucas jugaba muy mal, pero la pasaba bien, aunque más no fuera filmando o fotografiando los partidos. Lo que sí lo entusiasmaba era el gimnasio. Y así pasaba sus días, trabajo y deporte, deporte y trabajo. Compró materiales para agrandar la casa. Le iba bien con las chicas. Tuvo una novia, otra, pero nada serio.
Nicole Sessarego Bórquez se mantenía en contacto permanente con su madre a través del whatsapp. Inició una relación con un joven turco, al parecer bastante posesivo y celoso. El turco está loco, le dijo Nicole a su madre. Dejalo entonces, no salgas más con él. Los turcos son machistas, para qué vas a soportar eso, le dijo Shirley. Nicole pensó que su madre tenía razón y lo dejó.
Roberto Azcona, con su hijo Lucas.
El peor de los dilemas
Un día encendés la televisión y lo que ves es siniestro. Entonces recordás ese día en que tu hijo, o tu hermano, llegó a casa con el dedo cortado. Era un corte muy serio: le preguntaste qué le había pasado y te dijo que lo quisieron robar, que lo atacaron con un cuchillo. Tan serio era el corte que le dieron dos semanas de licencia en la Aseguradora de Riesgos del Trabajo. Sucedió a mediados de julio. Ahora entendés todo. Entregás o encubrís.
Una joven estudiante chilena de 21 años fue asesinada hoy de 11 puñaladas en la puerta del edificio del barrio porteño de Almagro donde vivía con amigas. La víctima fue identificada como Nicole Cesáreo (sic), una joven estudiante chilena de 21 años que vivía con dos amigas brasileñas en el edificio situado en Don Bosco 4109. (...)
Los voceros informaron que en poder de la joven se hallaron sus pertenencias, lo que hace suponer, en principio, que el ataque no se cometió con fines de robo.(...) En tanto, por orden judicial, la Policía procuraba acceder a las imágenes tomadas por cámaras de seguridad instaladas en la zona, una de ellas en la misma cuadra y a escasos metros del edificio donde vivía la víctima.
(Sin firma, en cadena3.com, 15 de julio de 2014)
A fines de 2014, visité a los Azcona, en su casa de Bernal. Las puertas y las ventanas están abiertas de par en par. Aquella noche de intenso, insoportable calor, Roberto me contaba la historia de su hijo y mientras la contaba, buscaba y rebuscaba en el pasado alguna pista, alguna razón que explicara su conducta. Todo hombre es un enigma, aún para quienes lo tienen más cerca, aún para quienes creen conocerlo mejor que nadie. Aquella noche jugaban River y Boca en el Monumental por la semifinal de la Copa Sudamericana y la Argentina estaba paralizada. Desde el televisor, en silencio, imágenes de viejos partidos que hasta el menos futbolero había visto miles de veces matizaban una previa interminable. En ese mismo televisor, Milagros Azcona vio a Lucas, su hermano mayor, seguir a Nicole Sessarego Bórquez. Pero todavía falta para eso. Roberto contó un episodio extraño: un día lo llamó por teléfono su padre, el abuelo de Lucas, y le dijo que a Lucas lo habían querido robar y le habían pegado un tiro. Una prima de Lucas fue testigo del acto: le habían robado el celular y las zapatillas, ella intentó defenderlo y le terminaron pegando a Lucas un tiro en un tobillo. Entonces le pusieron un “tutor” para ayudar a que el hueso fuera soldando de a poco. Para no hacer la convalescencia solo, ahora que se le dificultaba la movilidad, Lucas volvió a la casa de sus padres, donde lo cuidaron su padre y Milagros.
Shirley Bórquez con su hija Nicole.
Shirley Bórquez tenía algunos sospechosos en lista: el novio turco y una estudiante mexicana. Puede que se haya precipitado al señalar sospechosos. Hay que entenderla: estaba desesperada porque el caso se esclareciera cuanto antes. Quería saber quién había matado a su hija. Por eso acordó una estrategia con sus abogados: hacer lío, en Chile y en la Argentina, devolverle el caso a los medios que lo habían olvidado, mantener un perfil alto, impulsar la divulgación pública de las imágenes registradas por cámaras de seguridad. En una de esas imágenes, un muchacho que camina raro, tipo patito, y lleva una mochila sobre la espalda, está siguiendo a su hija.
El video
Roberto Azcona vio el video en su trabajo, en el hospital Garrahan, a la hora del almuerzo. Le llamó la atención la noticia, le pareció bueno, positivo que apareciera un video con el posible asesino, pero nada más que eso.
-Mirá, qué hijo de puta, le dijo a un compañero de trabajo. Cuando llegó a su casa, a eso de las siete de la tarde, le comentó a su novia y a su hija el asunto.
-¿Vieron el video del tipo que mató a la chica chilena? -preguntó.
-No, papi, yo no vi nada -contestó Milagros.
Roberto se fue a dormir un rato. Lucas dormía en otra habitación. Milagros prendió el televisor. Rápidamente se encontró con el video. Cuando lo pasaron estaba distraída con el celular, pero una observación como al pasar de la novia de su padre le devolvió la atención.
-Ay, mirá, se viste como Lucas...
Milagros levantó la vista, se puso nerviosa, se agarró la cabeza.
La novia de Roberto quiso desdramatizar.
-Te estoy jodiendo, Mili...
-Empecé a mirar todo el video y era mi hermano, lo conocí y era mi hermano -me dijo Milagros, sobre el que sin duda alguna fue el peor momento de su vida- Me fui a la computadora y me puse a mirar el video una y otra vez. Estaba clarísimo que era mi hermano: la forma de caminar, la mochila, la ropa... Cuando terminé de ver el video en la computadora me fui a mirar la mochila. Era la misma del video.
Milagros despertó a su padre en el acto.
-Papá vos viste el video de la chilena.
-Sí, Mili, qué...
-Pero, papá, vos viste el video.
-Sí, Mili qué pasa
-Pa, el del video es Lucas.
-No, no puede ser.
-Pa, miralo.
"-Pa, el del video es Lucas.
-No, no puede ser...
Sacó su celular, entró en la página correspondiente, le mostró el video a su padre. Roberto se levantó. Fueron a la computadora para verlo de nuevo, a un tamaño mayor, mientras Lucas se bañaba. A Roberto no le quedaron dudas: era su hijo. Reconoció sus rasgos, su forma particular de caminar, tipo patito. Un rato después, la familia Azcona cenó, casi en silencio. Milagros le hizo una pregunta a su hermano.
-¿Cuándo fue que te cortaste la mano?
-Eh, no me acuerdo mucho cómo fue.
-No te estoy preguntando eso, te estoy preguntando cuándo fue.
-Eh, no sé, no me acuerdo...
Para quedarse a solas con Lucas, Roberto mandó a su novia y a su hija a comprar helado.
Roberto Azcona: en el centro: su hija Milagros.
La confesión
En junio de 2014, Shirley Bórquez viajó a Buenos Aires acompañada por Diego, su hijo menor, para visitar a Nicole. Su hija tenía todo preparado: los paseos, los espectáculos, los mejores restaurantes, la recepción ideal. La pasaron fantástico. Shirley nunca pensó que aquella sería la última vez que vería a su hija.
Lucas se había vuelto a la cama. Roberto le dijo que quería hablar con él. Lucas tenía la cabeza tapada por la sábana, se descubrió.
-Papi, el del video sos vos.
-¿Qué video?
-El video de la chica que mataron... Ese sos vos, yo te vi y ese sos vos...
Lucas lo miró a su padre, lo abrazó y se puso a llorar.
-Me quería morir, se me vino el mundo abajo -contó Roberto, y mientras lo dijo se angustió tanto que parecía que el mundo volviera a venirse abajo otra vez, siempre encima de él.
-Le digo Lucas qué hiciste... Lucas, qué hiciste, Lucas no podés, cómo vas a hacer eso... era una chica, le digo, igual que tu hermana, que estaba estudiando en la Facultad... Y entonces le digo acostate... Me vengo para el living y justo viene mi hija, que había vuelto con el helado. La quería calmar porque estaba desesperada.
-Quedate tranquila que no fue él -dijo Roberto.
Milagros, claro, no le creyó. En ese estado alterado, Roberto se fue a dormir. Intentó dormir, no pudo. Milagros ni siquiera lo intentó. Se quedó frente a la computadora, googleando la historia del caso. A eso de las dos de la mañana escuchó el llanto de Lucas y entró en su habitación.
-¿Qué pasa, por qué llorás?
Desde debajo de las sábanas, sin dejar de llorar, Lucas dijo:
-Hago todo mal, hago todo mal...
-¿Qué pasa, contame?
-Hago todo mal, hago todo mal, perdoname... y decile a papá que me perdone, (y más llanto)... Yo siempre quise que estén orgullosos de mí y nunca lo logré.
-Lucas decime qué te pasa, porque no entiendo nada -dijo Milagros, que entendía mucho más de lo que su hermano creía.
"Hago todo mal, perdoname... Yo siempre quise que estén orgullosos de mí y nunca lo logré...
Con astucia de detective, Milagros llevó la conversación a otras experiencias traumáticas del pasado, para que Lucas se quebrara por completo y así poder lograr que confesara su crimen.Cuando consideró que Lucas estaba completamente quebrado, preguntó lo que ya sabía.
-¿El del video sos vos, Lucas?
Su hermano lloró más fuerte y dijo “Sí”.
Entonces Milagros dejó de ser una detective, volvió a ser una hermana, tuvo un ataque de nervios y empezó a gritar y a llorar aún más fuerte que su hermano. Las preguntas y los lamentos de ambos se superponían, Lucas por qué lo hiciste, no te pongas mal, por qué lo hiciste, no te pongas mal, pegame si querés, yo sé que me merezco lo peor, Por qué lo hiciste, pegame... Cuando escuchó ese ruido horrible de sus hijos llorando y gritando al unísono, Roberto Azcona entró en la habitación de Lucas.
-Milagros, ¿qué pasa?
-Papi, fue Lucas, el del video es Lucas...
Roberto trató de calmarla.
-Tranquila, hija, no te pongas así, te va a hacer mal -dijo, mientras Lucas también lloraba y gritaba...
A Lucas le hizo todas las preguntas que no tenían respuesta, que no la tienen hasta ahora y que acaso no la tengan jamás. Cómo pudiste hacer eso, qué te faltó, qué te faltó para hacer lo que hiciste, si estabas bien, si vivías bien, cómo le vas a hacer eso a una pobre piba que vino a estudiar para tratar de progresar y en el día de mañana ser alguien... Lucas seguía llorando y gritando. Roberto y Milagros salieron de la habitación. Milagros seguía en completo estado de shock. Como pudo, Roberto logró que su hija se tranquilizara un poco.
Roberto Azcona tomó la decisión más difícil de su vida.
Entregar a un hijo, entregar a un hermano
-Es muy bueno lo que hizo ese señor, yo le estoy muy agradecida, hay que tener mucho coraje para hacer lo que él hizo -me dijo Shirley Bórquez.
"Papi, esto no puede quedar así, Lucas la tiene que pagar
-Papi, esto no puede quedar así, Lucas la tiene que pagar, pude ser yo, entendés, pude ser yo, pudo ser mi hermana, vos te ponés en mi lugar.
-Bueno, Mili, ayudame a pensar porque no sé qué hacer. Ayudame, qué querés que hagamos.
Acordaron que a la mañana siguiente lo llevarían a su casa y que, a solas, deliberarían acerca de qué hacer con él. Ninguno de los dos pudo dormir y mucho menos Lucas, que seguía llorando. A la mañana siguiente, aunque parezca absurdo, Roberto lo llevó a Lucas hasta su casa y se fue a jugar al fútbol. Desde luego que no estaba en condiciones, que tenía la cabeza en otra parte, y se volvió enseguida. En el camino de regreso vio que tenía una llamada perdida de su padre. Fue a ver cómo estaba Lucas, vio una mancha de sangre en el piso. Lucas estaba en la cama. Destapó la frazada: su hijo estaba lleno de sangre, el brazo todo cortado. Le dijo lavate que ahora vuelvo. Roberto regresó a su casa. Le dijo a Milagros que no podía más.
Entre los dos decidieron entregar a Lucas.
Roberto tenía miedo de que su hijo se suicidara en la cárcel.
Roberto me dijo que si le hubiera dicho que se fuera al Chaco no lo encontraban nunca más, que la causa habría quedado archivada, pero qué pasa si el dia de mañana vuelve a hacer algo así, eh, qué pasa.
Milagros me dijo que no podía aguantar así un día más.
Fueron a buscarlo. Había perdido mucha sangre, estaba pálido, no se podía mover. Lo subieron al auto. Lucas se acostó en el asiento trasero. No le dijeron adónde lo llevaban. Lo llevaron a la comisaría. Roberto bajó, Milagros se quedó dentro del auto.
Roberto entró, demudado en la comisaría. Le costó decir la primera palabra, sintió que no podía hablar. Tragó saliva, contó hasta diez y finalmente dijo que venía a entregar a su hijo, que era el del video que estaban pasando por televisión. Sorprendido, el oficial que lo atendía le preguntó si estaba seguro.
Afuera, en el auto de los Azcona, Lucas se incorporó y le preguntó a Milagros dónde lo habían traído. Milagros intentó responderle pero no pudo. Mientras su hermana lloraba, Lucas observó la fachada de la comisaría a través de la ventanilla y le dijo a Milagros Quedate tranquila, Mili, esto es lo mejor que pudo haber hecho papá.
Adentro, en la comisaría, tres oficiales se encerraron a deliberar, hasta que al fin uno de ellos dijo bueno, si usted está seguro ... Lo bajaron a Lucas del auto, se comunicaron con los policías que estaban a cargo de la investigación. Recién cuando llegaron los policías a cargo, lo llevaron a Lucas a un médico para que viera sus heridas. En el brazo se había escrito con un cuchillo Te amo papá.
La muestra de ADN que se le tomó a Lucas Azcona (22), principal acusado por el crimen de Nicole Sessarego Bórquez, coincide con la que se extrajo de una mancha de sangre hallada en la escena del homicidio. Para los investigadores, esta novedad, conocida anoche a última hora, es una prueba contundente de que el joven es el asesino de la estudiante chilena.
(En Clarín, 14/11/2014)´
En el mismo furgón en el que lo llevaban para que visitara a los psicólogos de Tribunales, otros presos lo reconocieron a Lucas y lo golpearon. Cuando lo entrevisté aquella noche de 2014 en su casa de Bernal, Roberto Azcona estaba muy preocupado porque temía que su hijo se suicidara. Milagros dijo que Lucas le dijo cuidá a papá, cuidá al abuelo, como si se estuviera despidiendo. Roberto dijo que, al menos, en la cárcel Lucas estaría monitoreado las 24 horas.
Nicole no tenía enemigos: a su madre la tranquiliza saber que nadie tenía nada en su contra.
Shirley Bórquez, la madre de Nicole, me dijo que cree que todavía no asume lo que pasó, que al fin y al cabo la prensa, las gestiones, las reuniones con gobernadores o con ministros o con abogados la mantenían activa, con la cabeza en movimiento, pero se preguntaba qué iría a pasar cuando todo esto terminara, cuando sólo quedara el vacío. Dijo que la tranquilizaba saber que ese tipo va a pagar lo que hizo. Dijo que la tranquilizaba saber que nadie tenía nada específico en contra de su hija, saber que fue mala suerte, haber estado en el lugar equivocado en el peor momento. Dijo que su vida cambió del cielo a la tierra, que tenía que seguir por su hijo Diego. Dijo que le costaba mucho.Que Nicole era su única amiga. Ahora, cuando se hizo Justicia, cuando el hombre que la mató recibió una condena a prisión perpetua, puede que reciba un poco de alivio. Un poco.