Haciéndose pasar por payasos y en tiempo récord un frupo de delincuentes robó ayer un banco. Y no es un hecho aislado. Se suma a la tendencia de atracos realizados por ladrones disfrazados. En sólo 58 segundos se llevaron $ 400.000.
El hecho ocurrió en la sucursal del banco Macro que funciona en el hipermercado Makro ubicado en Ricardo Gutiérrez al 3600, en el partido de Vicente López, a metros de la Panamericana.
Lejos de generar risas, los delincuentes encapuchados con máscaras de payaso rompieron a mazazos el blindex del cajero automático de la entidad bancaria. Según los testigos, llegaron en un Honda Civic blanco que fue abandonado a tres cuadras de lugar, en el barrio Mitre. Los investigadores señalaron que el auto tenía pedido de captura, había sido robado el pasado sábado en la zona de Pilar.
En el robo de ayer no se logró detener a ninguno de los asaltantes.
Los movimientos fueron exactos. Dos de ellos bajaron del auto encapuchados, uno armado con una pistola y el otro con una maza. Con velocidad, uno rompió la puerta del banco de un golpe y otros dos se quedaron afuera: uno estaba junto al ingreso de la sucursal con un fusil FAL y el otro, al lado del auto, con una ametralladora.
Al romper el blindex la alarma sonó y de inmediato los hombres redujeron a los dos agentes de seguridad, al empleado de Prosegur y al tesorero del banco; y se alzaron con un cartucho del cajero automático que contenía $ 390.000. Luego se fugaron: tardaron 58 segundos.
ROBAR DISFRAZADO
En 2007, un banco de Pilar fue asaltado por una banda que entró con máscaras de Kirchner, Duhalde, Menem y Alfonsín. Se inspiraron en “Punto límite”, película en la que usan caretas de los ex presidentes estadounidenses Reagan, Carter y Nixon.
En 2013, asaltaron el banco Ciudad de Villa Urquiza disfrazados de rabinos, como en la película Snatch, Cerdos y Diamantes, protagonizada por Brad Pitt.
En otros países se registraron casos de robo con disfrazados de súper héroes.
Lo mismo sucedió en mayo del año pasado, en Ramos Mejía: disfrazados de rabinos, con pelucas y barbas y con gas pimienta, sorprendieron a los empleados de la sucursal del Banco Galicia, ubicado en Avenida de Mayo al 100.
“Vestían ropa similar a la que utilizan los judíos ortodoxos y usaban pelucas y barbas postizas”, comentó un testigo. En una rápida maniobra, los cuatro lograron dominar a los empleados, entre ellos los custodios privados, y los llevaron hacia el primer piso.
Con un mazazo logran ingresar romper el blindex para ingresar a los bancos.
Con la situación controlada, los ladrones robaron el dinero de cada una de las cajas de atención al público y luego arrojaron gas lacrimógeno y gas pimienta en el salón principal para escapar sin ser perseguidos, en un automóvil que dejaron estacionado a metros del lugar.
De ese episodio, unos meses después, en octubre, veinte minutos después de la finalización del horario bancario, un gendarme y un policía irrumpieron en la sede del Banco Santander Río ubicado en la avenida Hipólito Yrigoyen al 10500, en Temperley. Lo cierto es que los supuestos miembros de la fuerza de seguridad resultaron ser ladrones disfrazados que, a punta de pistola, se llevaron el dinero de las cajas de atención al público.
Luego exigieron a los empleados que vaciaran todas las cajas y escaparon a toda velocidad con el botín, apenas quince minutos después de haber ingresado al edificio. Dentro de la sede bancaria, ubicada a pocos metros del supermercado Coto, había aún entre siete y ocho empleados sumados a tres agentes de seguridad privada. Según fuentes policiales, uno de ellos activó la alarma que dio aviso a la Policía.
También, en otra oportunidad, ladrones eligieron pelucas y máscaras. En ese caso eran cinco los delincuentes que ingresaron a la sede del Banco Credicoop, de General O´Higgins y Margarita Weild, en Lanús. En pocos minutos se llevaron el dinero de las cajas .
Los antecedentes continúan. En otra sede bancaria de Avellaneda, ubicada en la calle Mitre al 1300 y se llevaron $ 800.000 y el modus operandi fue similar: en esa ocasión, un grupo de delincuentes ingresó a la entidad y exigió el dinero a los empleados disfrazados con sombreros y pelucas para ocultar su identidad.