28 Mayo de 2017 10:00
El rostro frío y sin ningún rastro de emoción de Fernando Farré, cubierto de sangre luego de asesinar a su ex esposa, es uno de los íconos criminales más fuertes de los años recientes.
Schaefer y Farré tuvieron un matrimonio marcado por la violencia de género.
Por su brutalidad y saña, el femicidio de Claudia Schaefer en el country Martindale de Pilar aún resuena en el inconsciente colectivo argentino. Un profundo corte en el cuello y 74 puñaladas fueron los macabros resultados que arrojó su autopsia.
La saga comenzó con un divorcio luego de una relación marcada por la violencia de género. En audios que salieron a la luz luego del crimen, Schaefer le recriminaba a Farré -empresario del rubro cosmético- una golpiza a la que la había sometido.
"Me agarraste del pelo, me tiraste contra el sillón, me pusiste tu rodilla en la cabeza, me apretaste para sacar un celular de la mano. Me lastimaste, me reventaste las cervicales, me dejaste la cara marcada. Todo delante de los chicos", le señala la mujer a su marido, a quien ya había denunciado ante la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema.
Día de horror
El 21 de agosto en el que murió a manos de su ex marido, Schaefer había regresado brevemente a la casa que el matrimonio compartía en el country Martindale a retirar algunas de sus pertenencias.
Gracias a su trabajo en el rubro cosmético, Farré solía posar con celebridades. Aquí, junto a Lady Gaga.
Claudia llegó acompañada por su abogado, Carlos Quirno, mientras que en la casa se encontraba Farré junto a su madre, María Antonieta Castro, y su letrada, Andrea Frencia.
Schaefer pasó al vestidor para buscar varias de sus prendas y fue allí cuando Farré la siguió, la encerró en la habitación y la atacó con dos cuchillos que había retirado previamente de la cocina.
Desesperado, Quirno intentó sin éxito abrir la puerta trabada. "Agarré el picaporte y lo rompí de la fuerza que hice, pero no pude entrar", recordaría el abogado luego en su declaración testimonial. Luego, salió de la casa y, por la ventana del vestidor, fue testigo directo del femicidio.
Según el letrado, Farré noto su presencia y, sin embargo, siguió apuñalando a Schaefer. "A pesar de tener a alguien que lo miraba, seguía con esos movimientos, ni siquiera paró de hacer lo que estaba haciendo", relató perplejo y horrorizado.
La impactante imagen de Farré luego de ser detenido en la escena del crimen.
Por su parte Frencia, abogada de Schaefer, declaró frente a la Justicia que su primera reacción instintiva fue quitarse los zapatos para correr con mayor facilidad. Temía que su cliente terminara matando a todos.
"Narcisista con rasgos psicopáticos"
Farré enfrentará hoy la primera audiencia del juicio oral donde se decidirá su destino, el cual se realizará con la mecánica de jurados populares.
Según la ley bonaerense, el veredicto de culpabilidad exige un mínimo de 10 votos a favor excepto en el caso de delitos a los que pueda aplicarse la pena de prisión perpetua, en cuyo caso el falló deberá ser unánime.
El voto del jurado sólo puede definir si el acusado es o no culpable, mientras que la sentencia final estará a cargo del juez Esteban Andrejín.
El argumento al que intentará aferrarse la defensa del femicida, encabezada por Adrián Tenca, es el de emoción violenta. Es decir, que Farré mató a Schaefer preso de un estado mental momentáneo de juicio distorsionado.
Sin embargo, será difícil defender tal alegato: en las pericias psiquiátricas y psicológicas que se le practicaron al acusado, se determinó que en el momento del crimen "no padecía insuficiencia de sus facultades o alteración morbosa de las mismas, o estado de inconsciencia que le impidiera comprender la criminalidad de sus actos".
Según la pericia psiquiátrica, Farré "no padecía insuficiencia de sus facultades" al cometer el crimen.
Además, la pericia señala que el femicidio "respondió a una etapa reflexiva por parte del victimario y reconoce un ánimo preexistente de malestar, ira, celos o resentimiento que actuó persistentemente sobre su personalidad y que culminó en la descarga motora delictiva".
En el examen, mientras tanto, la personalidad del acusado es descrita como "de estilo narcisista, con rasgos psicopáticos y paranoides" y se destaca que su manejo de la agresividad es "insuficiente e inapropiado". Según el informe, no existe en Farré "exteriorización de vivencias de angustia ni arrepentimiento".