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De Barreda a Farré: el oscuro "manual" de los abogados para defender femicidas

Negar todo, mostrar culpa, llorar y hasta hablar de la víctima con cariño. El siniestro manual para salvar a un asesino de la cárcel.

08 Junio de 2017 08:51
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Hubo un tiempo en que Víctor Stinfale dormía con el celular debajo de la almohada. Sus clientes sabían que podían contar con él a cualquier hora. Sin distinción de clases: desde un pirata del asfalto dispuesto a todo, hasta un millonario que traficaba droga. Por entonces era "El Abogado del Diablo". A todos sus defendidos les decía una frase que figura como primera en su decálogo: "Cuando estés en problemas, negá todo".

Stinfale, un abogado que hizo escuela.

Stinfale vivía como los abogados de las películas. Se codeaba con el entorno del mítico narco Pablo Escobar Gaviria y con espías poderosos. Solía elogiar a Jaime Stiuso porque "siempre está un paso adelantado a la jugada". En su casa de una manzana llegó a instalar un gimnasio de boxeo. Admira a los boxeadores y a los mafiosos. En una de las paredes de su despacho, colgó dos fotos gigantes: una de Al Pacino en el papel de Scarface y la otra de Al Capone

Los 10 mandamientos de Stinfale

Negar todo.

Nunca mientas al cliente, nunca mires a su mujer y nunca generes más expectativas de las que puedas cumplir.

Hay que estar un paso adelantado, siempre.

No importa lo que hizo el defendido. Nunca le preguntés al que comete un delito, qué hizo. Jamás.

No se necesitan explicaciones, sino una historia que cierre redondita, como el guión de una película.

Al juez no hay que dejarle lugar para la duda.

En Derecho hay que saber mentir, como en la vida. 

El abogado es el que pone la letra y la música a un caso. Es como un enfermero que atiende las 24 horas.

Todo pasa por la lógica y la experiencia; los libros no sirven para abrir celdas.

Hay que atacar el punto débil del rival. "Yo cazo leones, no bambis".

Experto en femicidas

Stinfale tenía límites. "No defiendo femicidas", decía cuando ejercía el Derecho, antes de cederle su "cargo" al ascendente Matías Morla, abogado que logró reflotar los negocios de Diego Maradona.

¿Los abogados de femicidas tienen su propio manual? El caso de Fernando Farré, condenado a perpetua por matar de 66 puñaladas a su ex esposa Claudia Schaeffer, reinstaló el tema. En general, los asesinos toman la decisión de prescindir del derecho a pronunciar sus últimas palabras. No fue el caso de Farré. En lo que se pareció más a una puesta en escena que a un acto sincero, se paró delante del jurado popular que lo juzgaba, pidió perdón, dijo que merecía estar en lugar de su víctima (su ex esposa, a quien degolló y apuñaló el 66 veces el 21 de agosto de 2015), y comenzó a llorar cuando leyó una carta que comenzaba con esta frase: "Tengo un hijo discapacitado". Su intento por conmover a los jurados no le sirvió.

Farré, durante el juicio. Recién podrá salir en libertad condicional cuando tenga 89 años.

Pero sus palabras, que buscaron conmover al jurado integrado por doce ciudadanos comunes, no tuvieron efecto. Lo llamativo es que en el juicio, Farré se mostró frío, mascaba chicle y hasta miró desafiante a los familiares de su víctima. Pero cuando leyó la carta (¿fue escrita por él?), se quebró y mostró otra cara.  

Adrián Tenca junto a su defendido, Farré.

Detrás de esa estrategia pareció estar Adrián Tenca, un experto en defender femicidas, aunque no pudo "salvar" a ninguno, al menos de los mediáticos. Antes de Farré defendió a Fabián Tablado, que en 1996 mató de 113 puñaladas a su novia Carolina Aló, y Jorge Mangeri, el portero también condenado a perpetua por el femicidio de Ángeles Rawson, ocurrido el 10 de junio de 2013 en Colegiales.

En los casos Tablado y Farré, Tenca repitió la estrategia: intentar demostrar que sus defendidos actuaron bajo estado de emoción violenta. Y que eran maltratados por sus parejas. Como si se hubiese inspirado en la defensa del cuádruple femicida Ricardo Barreda. "Se me borró la visión y cuando recuperé el conocimiento vi que había cuatro cadáveres y una escopeta, por eso intuyo que las maté yo", declaró el odontólogo que asesinó el 15 de noviembre de 1972. Además dijo que le decían "conchita". Farré, en el juicio, dijo que su ex le decía "poco hombre y pobre tipo".

Tenca, un experto en defender femicidas.

Mangeri y el primer Mandamiento

Mangeri pareció seguir el primer mandamiento de Stinfale: negar todo. Las cosas parecieron cambiar cuando en un programa de cable, Miguel Ángel Pierri, su primer abogado, vivió un incómodo momento cuando su pequeño hijo comentó: "Mató a Ángeles". Según pudo saber BigBang, Mangeri se quebró ante Pierri: "Sí, la maté". Pero antes, la estrategia era vincular a terceros, aprovecharse del "buen" concepto que los vecinos tenían del acusado y dar a entender que la Policía y la Justicia habían detenido a un "perejil". 

Tablado dijo que su novia lo engañaba con su mejor amigo.

Cuando Tenca lo asistió en el juicio, Mangeri hizo uso de las "últimas palabras". "Vuelvo a declarar mi inocencia. Soy inocente. No tuve ni tengo nada que ver con la muerte de 'Mumi'. Nada más. Que se haga justicia. Nada más". Llamó "Mumi" a la víctima del mismo modo que Farré se refirió a su víctima como "Clau".

La estrategia para defender a un femicida, según quedó demostrado en los casos mencionados, es que los acusados muestren arrepentimiento y cariño por la mujer asesinada.  

Barreda, Monzón y dos "femicidios prehistóricos"

En 1995, sin pestañear, Ricardo Barreda le dijo al Tribunal que lo juzgaba por matar a su esposa, su suegra y sus dos hijas, que volvería a matarlas si se dieran las mismas circunstancias.

Barreda se mostró frío ante los jueces que lo condenaron

Su defensa le aconsejó que cambiara el orden de las víctimas (él había dicho que la última en ser asesinada había sido su suegra), así la casa donde ocurrió la matanza la heredaba él y no la familia de su suegra. Cuando uno de los peritos le sugirió que le convenía hacerse pasar por loco, Barreda le respondió: "Yo no soy loco, soy víctima".

"Yo no soy loco, soy víctima

 

En 1988, después de tirar a su esposa Alicia Muñiz de un balcón de una casa en Mar del Plata, Carlos Monzón contó una historia inverosímil. "Nos caímos los dos", declaró a la Policía.

Monzón,  autor de un "femicidio prehistórico".

Pero los investigadores descubrieron que por consejo de sus abogados después de matar a Muñiz se tiró para simular que había sido un accidente. Cuando su defensa quiso hacerle memorizar una especie de libreto y le pidieron que se negara a declarar en el juicio, Monzón se cansó. Para él, y para ningún femicida, existe el manual perfecto para evitar la cárcel.