Un asesinato a las patadas como cierre de una noche de boliche, un video de dos o tres chicas que se arrastran de los pelos a la salida de la escuela, un grupo de chicos a los tiros, jóvenes a los golpes con otros en una playa. Podemos seguir, pero en la base, la inquietud es la misma. ¿Cómo llegamos a eso? ¿Por qué los ataques en patota se volvieron tan comunes entre los jóvenes?
Esta semana los ataques en manada volvieron a tener trascendencia en los medios de comunicación. En primer lugar porque el 18 de enero se cumplieron dos años del asesinato de Fernando Baez Sosa a mano de una patota de rugbiers que al grito de "negro de mierda" decidieron terminar con su vida. Luego de haber cometido semejante hecho, decidieron ir a comer a un restaurante de comida rápida como una especie de victoria: "caducó", dijo uno de ellos por teléfono.
Situación actual del caso Fernando Baez Sosa
Big Bang habló con Fernando Burlando, abogado de la familia de Fernando Baez Sosa, quien adelantó: "el juicio será oral en enero de 2023 y hay muchas pruebas en la causa: pruebas de video, digitales e informáticas. Tenemos todas las pruebas para que los condenen. La pena en expectativa es de reclusión perpetua. El delito que se les imputa es de homicidio doblemente calificado". Por otro lado señaló que la justicia no tuvo en cuenta las cuestiones raciales: "Para nosotros hubo un contenido racial en el hecho propiamente dicho, la justicia no tuvo en cuenta esa calificante"
"Va a ser un juicio para esclarecer la verdad de lo que ocurrió y para que podamos darle una respuesta los padres de Fernando", concluyó Burlando.
El otro hecho fue la muerte de Braian Cuitiño, un joven de 22 años, quien fue víctima de una paliza a la salida de un boliche en Pilar, por parte de una patota de cinco personas. El crimen sucedió el viernes 14 de enero por la noche y Cuitiño, padre de un bebé de 10 meses, fue trasladado a un hospital, donde lamentablemente murió luego de agonizar durante más de 24 horas. Por el crimen ya hay cuatro detenidos, un hombre, dos mujeres y un menor de edad.
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"Los ataques en grupo, que se llaman en psicología comportamientos en manada, se dan por dos razones. La primera es que la gente joven no tiene todavía desarrollado los sistemas de control de los impulsos, eso se termina de desarrollar en el cerebro a los 25 años. ¿Qué quiere decir esto? Que un chico de 14 años tiene menos control de las emociones que lo que tiene uno de 17 y de 21 años. A medida que uno va creciendo, los sistemas de freno de impulsos y emociones se van desarrollando, por lo cual en la adolescencia es un momento donde las emociones explotan y no saben cómo manejarlas, y esto hace que se pasen del límite fácilmente", señaló Celia Antonini, psicóloga clínica y escritora. Y siguió: "Si a esto le sumas el alcohol, es como darle una Ferrari sin freno, ya que incentiva las emociones y por ende no tiene control de sus actos. El cerebro esta inmaduro en la adolescencia".
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La otra razón de este comportamiento es que en todos los seres humanos por igual, las emociones se contagian. "Cuando uno está en grupo, y los grupos de jóvenes necesitan tener de ejemplo a sus pares, las emociones y lo que pasa en el grupo lleva a todos a hacer lo mismo. Esto que quiere decir que, si por ejemplo se agarran a trompadas y en un primer momento uno de los integrantes del grupo dice 'no, no hagan eso, paren o no le peguen más', si en ese momento esa persona no sale del grupo, termina haciendo lo que el grupo hace. Lo vimos con el caso de Fernando Baez Sosa, algunos no le pegaban pero se quedaron dentro del grupo, aunque vaya en contra de sus convicciones. No hay nada peor para un adolescente que sentirse excluido de un grupo", señaló Antonini y sentenció: "Inclusive hay estudios científicos que confirman que una persona ni siquiera responde a sus normas morales cuando está en grupo y hace cosas que si hubiese estado solo y sin el grupo, no hubiese hecho", comentó.
De igual modo, la socióloga y doctora en Antropología e investigadora del CONICET, Sabrina Calderón, también coincide con Antonini. "Muchas de estas violencias tienen una dimensión emotiva. Son un puente con otras personas y otros grupos, marcan la pertenencia, el aguante, la lealtad que nos acerca a esas personas de quienes queremos estar cerca. Y nos diferencia de otras. Pero esta parte es la visible, casi indiscutible, la punta del iceberg. La dificultad está en saber qué hay debajo del agua", explicó.
Para ejemplificar, Calderón citó a Thomas Hobbes, responsable de obras fundacionales de la teoría política moderna y la sociología, provocador como pocos, quien se pregunta '¿por qué nos mataríamos unos a otros como lobos?'. "La respuesta, para él, es que la modernidad inaugura una época de la humanidad en la que comenzamos a percibirnos iguales. Más allá de que a veces, en efecto, no lo seamos, adscribimos generalmente a la idea de que somos iguales o deberíamos serlo. La percepción de esa igualdad nos lleva a competir para destacarnos, diferenciarnos y acumular bienes simbólicos o materiales. Tener más prestigio que otras personas, más seguidores, más reconocimiento, más dinero y acceso a lugares exclusivos, más parejas (o una pareja y no otra), más control de las situaciones", comentó la socióloga.
Además, Calderón dijo que Hobbes parte de la salvaje imagen de los lobos que se dañan entre ellos para prestigiarse. "Pero si algo aprendimos luego de mirar diez temporadas de Game of thrones es que la manada sobrevive. Los lobos, mal que le pese a Hobbes y a otros cuantos, viven en manada, no solos. Y esa es la esperanza que tenemos para que en las relaciones sociales la violencia ceda espacio a la colaboración para sobrevivir", cerró.