Un contador fue baleado en la cabeza por delincuentes que le robaron la camioneta, frente a su domicilio del barrio porteño de Boedo, y sobrevivió gracias a que el proyectil no ingresó en el cerebro.
Según los médicos, se trata de algo fuera de lo común. Por el momento no le habían extraído la bala, que quedó alojada en la zona exterior del cráneo.
El hecho se produjo en la tarde del sábado pasado en José Mármol al 900, de ese barrio y tuvo como víctima al contador José Luis Cristoforo.
El hombre, que llegaba junto a su esposa de realizar compras en un supermercado, estacionó su camioneta Kia en doble fila, para bajar las bolsas con mercadería, y fue abordado por tres desconocidos, que descendieron de un Volkswagen Gol.
Uno de los delincuentes ingresó por la puerta del acompañante a la camioneta y otro tomó por el cuello a la esposa del profesional, que intentó defender a la mujer. Fue en ese momento en el que uno de los delincuentes lo apuntó con un arma a la cabeza y disparó.
"Pensé que me moría porque disparó desde una distancia de dos metros y sentí como una piedra en la cabeza, y me tiró", contó Cristoforo a la prensa.
Los delincuentes escaparon con la camioneta, que fue encontrada horas más tarde abandonada en la zona del Bajo Flores.
El contador fue llevado de urgencia al Hospital Durand, del vecino barrio de Caballito, donde fue asistido por los médicos de guardia, que comprobaron que en forma casi milagrosa, su vida no corría peligro.
Mientras hablaba con periodistas, mostraba su ojo izquierdo con un gigantesco hematoma y la forma de la bala alojada entre el cráneo y la piel, justo arriba y al costado de la ceja.
El contador, que es paciente cardíaco y al que se le practicaron varios stents, dijo que los médicos le aseguraron que la bala no atravesó el cráneo.