28 Septiembre de 2016 03:04
Se los llama “Justicieros”, y cada vez son más. Luego del caso del médico que mató a un ladrón, se desencadenó un fenómeno social: hace un mes, Lino Villar Cataldo apuntaba y disparaba cuatro veces contra el asaltante que intentó robarle su auto frente a su consultorio de la localidad bonaerense de Loma Hermosa, y desde ese día se siguen sumando casos similares. Una tendencia alarmante.
Otro ladrón asesinado. Foto: Clarín.
El último "Justiciero" en salir a la luz fue el camionero que mató de un balazo a un ladrón que intentó asaltarlo cuando ingresaba a un depósito de galletitas y bebidas ubicado en la localidad bonaerense de Valentín Alsina, partido de Lanús.
Según trascendió, el hecho se produjo antes de las 7 de la mañana de ayer en la avenida Rivadavia al 1200, zona del Conurbano. Los testigos indican que cuatro delincuentes armados intentaron asaltar al chofer, pero el hombre se defendió a los tiros y mató a uno de ellos. Los cómplices escaparon en un Ford Focus.
En un recuento de casos, ya son más de quince los hechos en donde los presuntos delincuentes son abatidos por personas a quienes intentaron robar. Ahora, en cada causa se investigan los motivos, como así también “si existió legítima defensa o si fue exceso”.
Según publicó el diario Popular, víctimas de robo matan a un ladrón cada 4 días. Fuentes judiciales revelaron a este diario que durante los meses de julio y agosto se produjeron al menos 15 hechos similares al protagonizado por Lino Villar Cataldo.
Defensa propia o ajusticiamiento
El abogado especialista en derecho penal, Nicolás D. Ramírez, habló al respecto de la reciente ola de delitos donde los supuestos delincuentes terminan muertos por sus víctimas.
“El objetivo de la legítima defensa no es ajusticiar al delincuente, sino proteger los derechos”, aseguró basándose en el artículo 34 inciso 6 del Código Penal vigente. Y además explicó que “en primer lugar, la agresión sufrida tiene que ser ilegítima, como cuando el delincuente pone en riesgo mi vida, o abusa sexualmente de una persona, por ejemplo”.
Otro episodio sobre legítima defensa.
“El segundo requisito para ejercer el derecho a la legítima defensa es que ese delito tiene que ser actual. Si el delincuente ya se escapó luego de haberme robado mi auto o mi casa, yo no lo puedo perseguir 20 cuadras hasta su domicilio y matarlo”, agregó.
Por otro lado, sostuvo que “si bien o el derecho que está en juego es la vida, yo obviamente puedo responder atacando la vida del delincuente”.
“Lo puedo matar. Eso es una legítima defensa. La justificación detrás de las respuestas desproporcionadas de la gente es una mezcla de cansancio y un sentimiento de indefensión. Gente que antes no estaba armada hoy lo está, que por ahí ya sufrió algunos episodios de violencia anteriores”, comentó y adjudicó que como “existe un convencimiento de que al delincuente no le va a pasar nada”, las víctimas toman represalias.
“La solución está siempre en que la Justicia investigue y que las fuerzas de seguridad hagan su trabajo de prevención para que la gente se sienta tranquila de que esta situación va a cambiar, y si se cometió un ilícito, los responsables deben ser juzgados y condenados a la pena que se merecen”, finalizó.
CASOS CLAVES
Al menos tres casos en el último mes encendieron la alarma. Primero fue el del médico Lino Villar Cataldo, luego el hecho protagonizados por un carnicero en Zárate, y finalmente otro en San Martín, cuando dos hombres fueron asaltados y responsieron del mismo modo: matando al delincuente. Pero no son los únicos.
En Zárate, un carnicero mató a un delincuente. Lo persiguió con el auto y lo aplastó.
El caso ocurrido en la localidad de Zárate causó polémica e instaló el debate si se trató o no de legítima defensa. El carnicero Daniel Oyarzún persiguió a un ladrón que lo asaltó en su comercio y lo aplastó con el auto. Ante la resistencia, los ladrones huyeron, pero el carnicero los persiguió en su auto. Uno de ellos murió aplastado contra un semáforo.
El perito forense Mariano Castex analizó el fenómeno.
La psiquis y el miedo
En un análisis realizado por peritos en exclusiva para BigBang, el psiquiatra y médico legista, Enrique De Rosa Alabaster, opina que este tipo de episodios no pueden analizarse sin tener en cuenta el contexto: “Es gente que vive con miedo. Fueron robados y hubo momentos en que temieron por sus vidas”. Por eso, señala que al atravesar una situación de violencia, como un robo, no sólo están en la búsqueda de la defensa. “Ya están condicionados, todo pasa en unos pocos segundos, no actúan de manera racional”, indica.
La víctima se transforma en victimario en apenas unos instantes. “La persona cree que está haciendo lo que no hace el Estado”, analiza el perito forense Mariano Castex, quien compara esa reacción con “la técnica del Far West”.
La ley del talión
“Estas personas quedan con la vida destrozada, se mudan o cambian de trabajo; les cambia totalmente la vida”, considera De Rosa Alabaster.
Para Enrique De Rosa Alabaster la ley del talión está incorporada en la psiquis humana.
Así, la psiquis de los justicieros queda totalmente alterada de por vida. Existe una cierta sensación de “revanchismo” ante el hecho traumático. En algún punto quedan “deshumanizados”, según De Rosa. “La ley del talión, ojo por ojo, diente por diente, está incorporado a nuestra psiquis”, remata el perito.