Ayer, la Justicia de La Plata había ordenado la detención del sacerdote Raúl Anatoly Sidders, que se desempeñaba como docente y confesor del Colegio San Vicente de Paúl, una institución privado de la capital bonaerense, imputado por el delito de abuso sexual agravado de una alumna de 11 años entre 2004 y 2007. Este martes, el hombre de 60 años se entregó en la fiscalía a cargo del doctor Álvaro Garganta dispuesto a declarar.
La denuncia había sido realizada ante el Juzgado de Garantías Número 2 de La Plata, a cargo de Eduardo Luis Silva Pelossi, por la propia víctima del sacerdote, hoy de 27 años. Según la denuncia, Sidders estaba a cargo de un programa platense llamado "Ave María Purísima” y fue bautizado en secreto por los alumnos como "El frasquito", debido a que los obligaba a masturbarse para guardarse su semen en un frasco.
El lunes, el juez Agustín Crispo ordenó la detención del sacerdote por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante por su duración en el tiempo y circunstancias de realización doblemente agravado contra una mujer que denunció haber sido abusada por el sacerdote entre el 2004 y el 2008, cuando la víctima tenía entre 11 y 14 años y asistía al establecimiento.
Sin embargo, cuando un equipo de la DDI de La Plata se dirigió a detener al cura al domicilio que había denunciado en la localidad de Bella Vista, provincia de Buenos Aires, no fue encontrado. "Se creía que iba a intentar regresar a Misiones, donde había sido enviado al conocerse la denuncia. Finalmente el sacerdote se presentó en la fiscalía y se entregó, aguardándose sea indagado en las próximas horas por Garganta", detalló una fuente.
Según consta en el expediente el sacerdote abusó de la menor de 11 años "a quien hacía colocar sus manos en los bolsillos de la sotana y sentir su pene erecto, situaciones que acaecía en el patio de la institución y durante los recreos, que provocó un grave daño en la salud mental de la niña".
"Asimismo, y en las habituales ocasiones en las que recibía el sacramento de confesión, corrompió a la menor mediante explicaciones personalísimas sobre cómo masturbarse, realizar sexo oral y mantener relaciones sexuales con acceso carnal con su novio", precisó el fiscal en el pedido de detención.
La mujer que hizo la denuncia contó que el sacerdote empezó a acosarla a los 11 años. "En invierno, delante de todos, me hacía poner mis manos en los bolsillos de su sotana porque decía que yo tenía las manos frías, y me hacía sentir su erección", había relatado la víctima.
En ese sentido, había contado que el sacerdote, durante la confesión, "me preguntaba si sabía masturbarme y como le decía que no, me explicó con sus dedos, sin tocarme, cómo tenía que hacer. Me sugirió que lo hiciera pensando en él y que en la próxima confesión le contara cómo me había sentido".
Según consta en la denuncia, la joven, hoy de 27 años, fue al colegio San Vicente de Paul desde el jardín de infantes. Sidders irrumpía en las clases para llamar a las alumnas a misa para confesarse y allí abusar de ellas. "Sus charlas eran casi todas misóginas y homofóbicas. Una vez nos hablo en contra de la homosexualidad, hizo un dibujo de un camino hacia las puertas del Cielo, y en el medio un abismo", contó la víctima.
Y siguió: "Nos decía que los homosexuales se iban a caer en ese abismo para entrar en el infierno, porque no eran personas normales. Y que Dios no los iba a aceptar nunca. Le decía a otras compañeras yeguas o zorras porque llevaban la pollera corta o estaban maquilladas. Nos decía que las mujeres sólo sabíamos 'comer, cojer y cagar'. Hasta ahí era todo en general y nada conmigo personalmente”.
De acuerdo a sus dichos, cuando cumplió 11 años comenzó a llamarla a solas a la capilla. Ahí me empezó a preguntar si había visto alguna vez a mis papás tener relaciones sexuales, si había visto a mi papá desnudo, si sabía lo que era un pene. Sus preguntas me parecieron raras, así que le conté a mí papá, pero él pensó que me lo preguntaba para saber en qué situación o contexto vivía en mí casa, por si sufría violencia intrafamiliar", explicó.
Y sumó: "A los 12, cuando yo estaba en sexto grado, empeoró. Me preguntaba si sabía masturbarme y como le decía que no, me explicó con sus dedos, sin tocarme, cómo tenía que hacer. Me sugirió que lo hiciera pensando en él y que en la próxima confesión le contara cómo me había sentido. Respondí 'no sé'. Se enojó y me dijo: '¿Por qué no lo hiciste si yo te dije que lo hagas? Vos tenés que estar preparada porque la mujer tiene que complacer al hombre".
Siempre según los dichos de la víctima, Sidders les decía que no había que usar preservativos "porque el fin de las relaciones sexuales era procrear" y concluyó: “Después me dijo que si no quería masturbarme tenía que saber complacer al hombre al menos a través con una felación. Le pregunté qué significaba eso, no sabía. 'Chupar una pija', me dijo. Me explicó con su lengua y su mano cómo hacer una felación. Eso no me lo pude olvidar nunca más”.