07 Septiembre de 2022 19:28
Sin pruebas, ni indicios de los delincuentes. El doble crimen de Vicente López, donde fueron asesinados Enrique del Río (74) y su esposa Mercedes Alonso (72), tiene todos los condimentos para quedar impune. El miércoles por la tarde, el juez Ricardo Costa, titular del Juzgado de Garantías 1 de San Isidro, decidió liberar a María Ninfa Aquino, la empleada doméstica que descubrió a sus empleadores muertos y fue acusada de “entregadora” por la Fiscalía, aunque no contaban con ninguna prueba en su contra.
Si no fue porque se venció el plazo de detención, la mujer seguiría en la cárcel. Por supuesto, no existe ni un elemento en su contra a pesar de que seguirá siendo investigada por los fiscales Martin Gómez, Alejandro Musso y Marcela Semería, que están inmersos en un desconcierto absoluto.
La única hipótesis que manejaban era que Aquino, al conocer los movimientos de sus empleadores y la cantidad de dinero que habrían cobrado por un juicio, los entregó a unos criminales que terminaron disparándoles en cuatro oportunidades para terminar con sus vidas. Pero jamás pudieron comprobar conexión alguna entre la mujer y alguna banda.
El cirmen ocurrió el 25 de agosto y fue denunciado por la propia empleada. Ese día, llegó a la mansión de Vicente López, realizó las tareas habituales y se extrañó cuando los dueños de la propiedad no bajaron a desayunar. En el living, encontró una vaina servida y fue entonces que se dirigió hasta el garaje. Ahí encontró el terror.
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El matrimonio estaba muerto adentro de su vehículo, un auto marca Mercedes Benz. María Mercedes estaba en el asiento del conductor. En tanto, el cuerpo del hombre estaba en la butaca del acompañante. Los dos tenían los cinturones de seguridad y disparos. Ella en la cabeza y Del Río tres en el abdomen.
Asustada, la mujer pidió ayuda. Primero llamó al hijo del matrimonio. Después a su hijo. Y luego a la Policía. Cuando los investigadores llegaron al lugar, ella les dio la bala que había encontrado en el living. Los peritos determinaron que el asesino les disparó con una pistola 9 milímetros desde el asiento trasero. Se cree que querían que los llevaran hasta una casa que el matrimonio tenía en un country la zona norte de Buenos Aires para buscar más dinero.
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En su declaración la empleada dijo que la casa estaba revuelta pero que no le llamó la atención porque la pareja se iba a mudar. También dijo que tardó dos horas en darse cuenta que estaban muertos porque se puso a trabajar como lo hacía todos los días. Cuando encontró los cuerpos en el garaje, apagó la luz, cerró la puerta con llave y corrió a la esquina. Dijo que le tenía “miedo a los muertos” y que pensó que el asesino podía estar adentro de la casa.
Más tarde, los fiscales encontrar en su celular una foto borrada de una billetera roja. Según los hijos de las víctimas, su madre guardaba ahí la llave de la caja fuerte que fue abierta y robada. Ella negó eso. Les contó que la dueña le había regalado la billetera junto a una muda de ropa, como solía hacer cada cierto tiempo.
De hecho, contó que la foto se la había mandado a su hija porque la había perdido con dinero en el interior de su casa y les había propuesto a sus familiares que quien la encontrara, se quedaba con el dinero. Nadie pudo hacerlo hasta que un día ella dio con la billetera, a modo de broma, la fotografió y se la envió a su hija.
En las cámaras de seguridad de la casa no quedó ni una prueba porque los criminales se llevaron el CPU. En tanto, en las grabaciones de las casas vecinas no hay registro de la llegada o salida de los asesinos. O al menos esos fueron los resultados hasta el momento.