La tranquilidad del barrio Pico Rojo, en General Rodríguez, quedó destrozada el miércoles por la tarde con el descubrimiento de un crimen que nadie podrá olvidar. Nayla Malena Agüero, una pequeña de apenas 7 años, fue asesinada brutalmente en lo que debía ser un día más de juegos y calor veraniego. Todo comenzó cuando Natalia, su madre, la vio por última vez en la pileta de lona que había armado en el patio de su casa. "Ma, voy a cambiarme y hablar con Tiana", le dijo Nayla antes de desaparecer. Pasaron minutos, que ahora parecen una eternidad para sus padres, quienes reviven una y otra vez ese breve lapso de silencio. "Empecé a gritar su nombre, desesperada", relató Natalia. Al no encontrar a su hija, sus pasos la llevaron hasta la puerta de Ariel Axel Díaz, un joven de 18 años que vivía en la misma propiedad.
Según contó, encaró al joven sin dudarlo: "Le pregunté si la había visto, y me dijo que no, que se estaba bañando". La Policía Bonaerense llegó rápidamente al lugar, alertada por la denuncia de la desaparición. Natalia les señaló la casa de Díaz. Tras una primera revisión, los agentes no encontraron nada. Sin embargo, algo no cuadraba: las ojotas de Nayla seguían ahí, frente a la puerta, como si no hubiera salido del lugar. Insistieron. Tocaron nuevamente la puerta. Ariel intentó negarse, pero luego cedió. Fue entonces cuando la realidad golpeó con una violencia indescriptible. El cuerpo sin vida de Nayla fue hallado envuelto entre sábanas dentro de un ropero.
De acuerdo con las fuentes del caso, el joven llegó a balbucearle a la madre de la menor "Lo siento mucho", palabras que no alcanzarán para explicar el horror que había cometido minutos antes. "Pasó un rato y no la escucho, empiezo a gritar su nombre y le pregunto a Ariel donde estaba y me contesta que no sabía, que se estaba bañando. Salí a buscarla por todos lados y cuando volvimos la Policía me preguntó quién vivía en esa casa y les cuento que vivía la dueña, pero que ahora estaba su hijo. Es ahí cuando de la nada dice 'lo siento mucho'. Agarró a mi bebé, la mató. Solo pido justicia por mi hija", expresó llorando Natalia.
La detención de Díaz desató una ola de indignación en el vecindario. Algunos intentaron prender fuego la casa donde ocurrió el crimen, consumidos por el dolor y la rabia tras el brutal crimen de Nayla. La situación se tornó volátil, con vecinos exigiendo justicia inmediata y clamando por respuestas. Natalia, entre lágrimas, reconstruyó cada instante ante los medios. "Le golpeé, le pregunté por mi hija. Me dijo que no sabía nada. Nunca pensé que podía hacer algo así". Jonathan, el padre de la víctima, no pudo contener el llanto. Ambos enfrentan ahora una realidad desgarradora: enterrar a su hija mientras la Justicia determina si la menor fue, o no, abusada sexualmente.
La investigación, a cargo de la fiscal Gabriela Urrutia, titular de la UFI N°10 del departamento judicial de Moreno-General Rodríguez, busca esclarecer si hubo abuso sexual antes del asesinato. La autopsia será clave para determinarlo, pero las primeras pericias determinaron que la menor habría sido atacada sexualmente por su vecino. Mientras tanto, Natalia solo quiere que el asesino pague. "Mi hija era inocente. Quiero justicia, ¡que pague por lo que hizo!". Sobre de la relación que tenían como vecinos, Natalia relató que hablaban de vez en cuanto, pero que no tenían una relación: "Les pagábamos bien el alquiler, no había problemas".
El dolor de una familia, el desconcierto de un barrio y la crueldad de un crimen que marcará un antes y un después en el barrio Pico Rojo. Nayla Malena Agüero no debería ser un nombre más en las estadísticas de una violencia que parece no tener fin. Su historia, aunque trágica, es un grito desesperado por justicia, por una niñez que nunca debió ser arrebatada. "Le golpeé al hijo de puta. Le digo '¿no viste a mi nena que no está?' Me dijo que no vio nada, que se estaba bañando. "Se mandó la Policía, yo salí para afuera y el oficial me dijo: 'Lo siento mucho' y estaba ahí adentro mi bebé. Nunca imaginé que podía llegar a pasar esto", dijo la mujer, envuelta en dolor.