24 Diciembre de 2020 09:19
Lo que tenía que ser una operación simple de cálculos biliares, terminó convirtiéndose en una pesadilla. Noelia, de 27 años, denunció que en agosto de este año fue drogada, golpeada y violada en el Sanatorio Güemes, ubicado en Av. Córdoba 3933, al cual llegó para someterse a una colecistectomía laparoscópica de urgencia debido a la gravedad de su cuadro de salud: sufría frecuentes dolores y cólicos biliares que iban empeorando cada día.
Si bien el hecho ocurrió cuatro meses atrás, su abogada, Raquel Hermida Leyenda, decidió que la causa cobre estado público después de que la clínica "aportara pruebas erróneas y oculta otras". "Es un abuso sexual muy grosero que se llevó a cabo en el quirófano del Sanatorio Güemes, con ella dormida, en ocasión de una operación de urgencia en plena pandemia, el 25 de agosto. Su marido estaba esperándola. Es gravemente ultrajante", aseguró la letrada.Hasta el momento, según denunció la abogada, el sanatorio no aportó las verdaderas imágenes de la intervención quirúrgica y aportó informes falsos de aquel día. "No encontramos las verdaderas imágenes de las cámaras de seguridad, nos muestran las operaciones de otras pacientes. Tampoco aportaron pruebas y nos dieron informes falsos de aquel día. El Sanatorio aportó videos de otro horario, pero del mismo día y está ocultando cosas", dijo en diálogo con BigBang.
Al mismo tiempo, afirmó que el hospital Ramos Mejía comprobó la existencia del "abuso sexual" y aclaró que después de la operación Noelia notó marcas de golpes en sus zonas íntimas del cuerpo: "Tenía en la cola las marcas de dos manos de hombres, de tamaños diferentes". La investigación recayó en manos de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N° 23, a cargo de Marcelo Retes, y del Juzgado de Instrucción N° 47, de Mónica Berdión de Crudo.
La justicia pidió la historia clínica de la paciente y, posteriormente, las imágenes de las cámaras de seguridad del quirófano. Según le confirmaron fuentes del Sanatorio Güemes a este portal, el nosocomio "colaboró" con la Justicia en las dos instancias en las que le fue solicitada información: para entregar la historia clínica de la paciente y, en una segunda instancia, cuando se le solicitaron las cámaras de seguridad del quirófano (todas las intervenciones quirúrgicas son filmadas).
Según expresaron, ambos pedidos fueron entregados a la fiscalía en "tiempo y forma", y remarcaron que el sanatorio "está a disposición de la Justicia" para avance de la investigación. Consultados sobre la denuncia de la abogada de Noelia, quienes los acusa de entregar grabaciones "erróneas", desde el establecimiento médico indicaron que se trata de un error en la fecha y hora de las imágenes que "corresponde a un corte" que fue "debidamente registrado".
Según la información que brindan en el Güemes, las cámaras del quirófano son analógicas y se detienen cuando hay un corte. "Al reactivarse, retoman la grabación con la hora y la fecha en la que se detuvieron, algo que se registra en los informes de seguridad", se excusaron. Actualmente, la víctima está en pleno tratamiento psicológico y fue derivada a una interconsulta con un psiquiatra: Jefe de departamento de salud mental del sanatorio Méndez, el cual le diagnóstico stress post traumático y le recetó dos medicaciones para atenuar sus síntomas de "ansiedad, peligro, insomnio, miedo, pesadillas y alteraciones en la alimentación".
Según explicó Hermida Leyenda, Noelia toma "muchos medicamentos" recetados a causa del stress post traumático y el miedo que le ocasionó el hecho. En un audio al que pudo acceder BigBang, la víctima, con mucha tristeza y dolor, afirma: "Hola, soy Noelia, tengo 27 años. Soy mamá, estoy casada. Fui para una operación de urgencia, me operaron y me arruinaron la vida. Mi marido estaba conmigo en todo momento, acompañándome. Lo único que quiero es que se haga justicia".
Por lo pronto, la justicia busca aclarar e investigar las irregularidades en el quirófano que denunció la víctima. En primer lugar, está en pleno proceso de averiguación sobre las razones por la cual la joven de 27 años fue trasladada a un quirófano que no se le había sido designado. También buscan determinar el nombre de la "droga" que el anestesista le dio con la premisa de que le "iba a permitir adaptarse mejor" a la anestesia.
Por último, busca saber las causas que llevaron a los médicos a colocarle a la víctima unos parches de tipo electrodos en los hombros y el pecho antes de la cirugía. Según el relato de Noelia, pasadas las 13 de la tarde del 25 de agosto, un hombre pasó a buscarla por la sala de internación y la trasladó al quirófano ubicado al frente del designado originalmente para realizarse la operación. "Me dirigió por unas rampas y me dejó en el quirófano. Me dio como explicación que iban a tardar unos minutos ya que habían operado -anteriormente- a una paciente COVID positivo y que justo en ese horario era el cambio de guardia", agregó la víctima.
Según la abogada, en el quirófano no se logra identificar a la persona en la camilla en las imágenes de las cámaras que entregó el sanatorio, razón por la cual no hay manera de saber si se trata o no de su clienta. Tampoco se logra identificar a los dos varones y tres mujeres que estaban dentro del quirófano por la vestimenta de protección que utilizan los médicos actualmente a causa de la pandemia de coronavirus. Noelia contó que el anestesista le dijo que le iba a colocar una droga previa a la anestesia que le iba a permitir adaptarse mejor a ella: "Me sentí mareada, también me preguntó si podía abrir la mandíbula con facilidad para poder entubarme y me colocaron unos parches tipo electrodos en los hombros y el pecho".
La joven mamá relató que comenzó a sentir que todo en la habitación daba vueltas, se sintió mareada, desorientada y asustada: "No tengo nación del tiempo que pasaba, veía todo moverse de abajo hacia arriba y en algún momento perdí el conocimiento". La víctima se despertó tiempo después, aunque perdió la noción del mismo. Estaba en la sala, junto a otras personas, pero los supuestos cirujanos que la atendieron y drogaron ya no se encontraban".
El primero en darse cuenta que algo andaba mal fue su marido, quien al reencontrarse con ella después de la cirugía notó que tenía marcas en el cuerpo. "Mi esposo me ayudó a cambiarme y notó marcas en mi cuerpo y me preguntó qué eran, a lo que yo respondí que se quedara tranquilo porque tenía pervinox o algún líquido similar color marrón", resaltó.
Ya en su domicilio, los dolores no cesaban y algo la "perturbaba": "Me sentía muy dolorida y perturbada, una sensación rara, algo que no me dejó dormir tratando de recordar sin saber qué. Estuve toda la noche despierta. Al otro día procedí a bañarme, seguí las instrucciones de la doctora al pie de la letra. Les mandé un mensaje de WhatsApp a ambos... me aconsejó tomar Buscapina. Pero la perturbación era mayor al dolor, algo no estaba bien".
Fue cuando pasó lo peor: el 27 de agosto, dos días después de la cirugía, su marido volvió a notar las marcas en sus piernas, en la cara interna de los muslos y glúteos. "Yo apenas podía verme ya que tenía el abdomen inflamado, luego me tomé fotos para poder ver que tenía y fue allí cuando me encontré con el peor de los escenarios: tenía dos moretones grandes en las caras internas de los muslos", aclaró.
Noelia también observó que tenía dos marcas de manos y dedos, producto de golpes, en las nalgas y en las piernas: "Cuando me los logré ver a través de las fotos y del espejo caí en una angustia y miedo que nunca había sentido, esas marcas que solo estaban en mis partes íntimas bajas me estaban diciendo que algo no andaba bien, no encontraba explicación lógica por lo que comencé a llamar a la línea de asesoramiento por violencia de genero".
Angustiada, llamó al 911 y rápidamente llegó a su domicilio un móvil policial. Luego de tomarle testimonio, los oficiales realizaron una consulta al fiscal de turno y se abrió un protocolo por averiguación de abuso sexual. Noelia fue trasladada al Hospital de Ramos Mejía, donde fue sometida a distintos análisis que confirmaron que las lesiones coincidían con un horario de evolución 48 horas.
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De acuerdo con el protocolo, le propinaron una dolorosa inyección y 9 pastillas que tuvo que tomar todas juntas causándole un fuerte dolor abdominal, diarrea y nauseas. "Me explicaron que era un tratamiento que duraba 30 días y era para prevenir un embarazo no deseado o cualquier tipo de enfermedad de transmisión sexual. Me hicieron un test rápido de HIV más hepatitis los cuales dieron negativo", concluyó.