17 Abril de 2025 10:25

Posadas, Misiones. El estrado permanecía en silencio. Las luces frías del recinto del Tribunal Penal N°1 de Posadas caían con impiedad sobre las figuras inmutables de los jueces. A un lado, dos hermanos. Uno, ex legislador provincial. El otro, su sombra y cómplice. Los nombres ya son tristemente conocidos: Germán y Sebastián Kiczka. La sentencia, demoledora: 14 años de prisión para el ex diputado; 12 para su hermano. El delito, uno de los más aberrantes: tenencia, facilitación y distribución de material de abuso sexual infantil. Así concluyó un juicio al que el fiscal Martín Alejandro Rau no dudó en calificar como "histórico".

Fue él quien, al cierre de su extenso y crudo alegato, lanzó una frase que sacudió la sala como un látigo: "Cuando era chico me asustaban con el cuco. ¿Saben qué, señores jueces? El cuco está en la red. Y el cuco son personas que hacen este tipo de cuestiones". El caso comenzó con una alerta internacional. El 16 de enero de 2024, un correo electrónico sacudió a las autoridades argentinas. Provenía de Tom Farrel, director de Innovación de la organización Child Rescue Coalition, que, en coordinación con el IMEC, detectó direcciones IP en la Argentina que compartían material explícito de abuso sexual infantil. Una de esas señales venía de la casa del entonces diputado Germán Kiczka.
Lo que siguió fue una investigación meticulosa. En dispositivos electrónicos secuestrados -dos computadoras y un pendrive- se hallaron más de 600 archivos de contenido atroz. Entre ellos, videos y fotos que no solo confirmaban el delito, sino que lo agravaban: imágenes de menores de trece años, incluso bebés, sometidos a actos de explotación sexual y prácticas zoofílicas. Material imposible de narrar sin estremecimiento. Germán Kiczka era diputado provincial por el partido Activar. En agosto de 2024, tras el avance de la investigación, fue suspendido de sus funciones. Se fugó. Nueve días después, fue encontrado escondido en un camping en Loreto, Corrientes.

La Legislatura misionera votó su expulsión con unanimidad: 38 a 0. Así se cerraba el capítulo político y comenzaba el penal. Durante el juicio, Kiczka intentó victimizarse. Alegó ser blanco de una persecución política. "El Gobierno sabe que, destruyéndome a mí, destruye a mi partido, la única oposición real", dijo ante los jueces. Su abogado, Gonzalo de Paula, sostuvo hasta el final su inocencia. Pero la evidencia fue contundente. Las audiencias se realizaron sin público, en resguardo de la integridad de las víctimas. Sin embargo, las palabras que allí se escucharon resonaron fuera de los muros del tribunal.
Rau y su colega Antonio Glinka desmantelaron uno a uno los argumentos de las defensas. Mostraron los videos. Expusieron los informes. Identificaron contradicciones y maniobras dilatorias. "Los acusados cambiaron sus versiones para adaptar el relato a su conveniencia", denunció Rau. "Sebastián es el chivo expiatorio de la familia", sostuvo Glinka. Porque mientras el menor de los Kiczka asumía la culpa -alegando incluso ignorancia legal: "No sabía que era ilegal ver esos videos"-, los fiscales demostraban que el material no solo fue almacenado, sino también compartido desde cuentas vinculadas a ambos hermanos.
Durante la lectura de los alegatos, Rau se detuvo en un concepto fundamental: la tenencia de este tipo de material no es pasiva. Es violencia. Es crimen. "Cada visualización mantiene a las víctimas explotadas en el tiempo. La tenencia también es abuso", remarcó con firmeza. En paralelo, pidió que se investigue por falso testimonio al diputado Pedro Puerta y a Leonardo Kiczka, padre de los condenados, por presuntas mentiras bajo juramento. Los jueces Gustavo Bernie, Viviana Cukla y César Antonio Yaya no tuvieron dudas. Condenaron a Germán Kiczka a 14 años de prisión y a Sebastián Kiczka a 12. El fallo definitivo, con sus fundamentos, será leído en los próximos días.

Pero el mensaje es claro: no hay impunidad para quienes lucran con el dolor más puro e inocente. "Mostramos el material hallado y les demostramos por medio de peritos, técnicos e informáticos cómo funcionaba esta red de oscuridad", dijo Rau. "Lo que vimos no se olvida. Lo que pasó no se borra. Y lo que se hizo hoy, es justicia". Durante la lectura de alegatos, los representantes del Ministerio Público Fiscal (MPF) habían solicitado 15 años para el ex legislador y 12 para Sebastián, a los que calificaron -palabras más, palabras menos- como unos "degenerados". "A la adolescente la empujó y le tocó sus partes íntimas", contaron.
Y agregaron: "También le envió fotos de su pene y le dijo que le iba a tener que sacar la calentura". Carlos Paredes y María Laura Alvarenga, asesores de Sebastián Kiczka, plantearon que el hombre de 47 años sea declarado insano y que sea internado en un centro neuropsiquiátrico para recibir tratamiento profesional, mientras que señalaron que el abuso sexual simple "no existió": "No hubo vínculo personal, fue una relación de amigos con derechos". Los planteos de las defensas fueron rechazados por los magistrados y provocaron la ironía del fiscal Glinka, quien chicaneó: "Tiene 48 años el nene".

La imagen final es desoladora. Dos hermanos, dos caminos que convergen en una misma celda judicial. Una provincia aún conmocionada. Y una advertencia que quedará grabada: el cuco ya no está debajo de la cama. Está en la red. Y tiene nombre, apellido y condena.