04 Enero de 2021 09:00
Durante el 2011, después de que Brenda Focás ganara una beca para trabajar en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), empezó a circular en su cabeza una pregunta que no dejó de resonarle durante años: cómo la sociedad argentina recepciona las noticias de inseguridad que se dan a conocer a través de los medios de comunicación.
Sin saber que este cuestionamiento sería el comienzo de un libro, la doctora en Ciencias Sociales y actual profesora de la Universidad Nacional de San Martín empezó a trabajar en distintos proyectos, los cuales finalmente la llevaron a hacer un análisis mucho más detallado en "El delito y sus públicos".
A través de un libro que tiene 214 páginas, la investigadora aborda en profundidad la manera en que los sujetos decodifican las noticias de inseguridad, a partir de qué fuentes de información acceden y qué tipo de relevancia le dan en su vida cotidiana.
A diferencia de lo que se cree, no solo generan temor en las personas, sino que las noticias policiales abren un enorme abanico de cuestiones que son analizadas en cada una de las páginas, lo que al final deriva en una serie de conclusiones y de interrogantes.
Durante los capítulos abordás en gran medida la parte periodística, y se describe como el periodista tiene que luchar por cumplir con la línea editorial del medio y a la vez no traicionar sus principios. ¿crees que esto se aplica cada vez más a las noticias de delitos?
-Lo que encontré, a contramano de lo que dice mucha literatura sobre rutinas periodísticas o sobre como los periodistas hacen su trabajo, que a veces hay una mirada muy automátama, es que hay mucha reflexión en los periodistas de policiales sobre lo que transmiten, los riesgos que ellos se implantan a partir del auge de la inseguridad como problema público y de ellos como comunicadores de este tema. También encontré la necesidad de dar noticias que no sean siempre cuando la víctima es una persona de clase media o alta, sino también hay una necesidad de poner en agenda otros temas que en principio no están en la rutina de producción. Yo noté una puja que ciertos periodistas de cierta trayectoria pueden aprovechar para en algún momento del aire, dar una noticia vinculada con alguna persona que está pidiendo ayuda y que en general corresponde a los sectores más necesitados de la sociedad.
En muchas de las explicaciones de los periodistas, ellos cuentan como seleccionan y construyen las noticias policiales, durante las entrevistas con ellos, ¿qué es lo que más se repetía en cuanto a la forma de trabajar?
-Acá hay cuestiones vinculadas con las rutinas periodísticas clásicas, en relación a consultar fuentes, y en el caso de la televisión a hacer una reunión de sumario y hablar con los productores. Se siguen los temas de agenda por un lado, y luego las propuestas que traen los periodistas para convertirlas en notas. Eso atraviesa todos los géneros. Quizás en el policial, algo que se repite en la forma de trabajar, tiene que ver con la policía como principal fuente de información, que es una práctica que han adquirido, sobre todo, los periodistas de más trayectoria. Sin embargo, en los últimos años se han incorporado otras fuentes relevantes, como son las víctimas, Hoy no hay noticia policial si no está la víctima o algún familiar hablando. También si hay una grabación de una cámara de seguridad se la incorpora a la noticia, al igual que el uso de redes para rastrear las características de las personas.
Los periodistas en el libro hablan de una desigualdad a la hora de cubrir las noticias policiales, ¿por qué crees que se da esto?
-La desigualdad creo que tiene que ver con criterios de noticiabilidad clásicos, donde el lugar donde sucedió el crimen, por ejemplo, las características de la víctima, el barrio donde vivía, son todas una serie de cuestiones que hacen a una mayor visibilidad de los delitos, femicidios o crímenes que tienen que ver con sectores medios y altos, y que hayan sucedido en lugares acomodados de la sociedad. Esto no quita que haya excepciones, pero en general, el policial clásico remite o tiene cierta predilección por los casos donde las víctimas son de sectores medios o altos.
El rating también es un punto clave a la hora de elegir que contenido dar, ¿las entrevistas realizadas para el libro te permitieron ver que hay una puja entre el periodista y lo que la empresa quiere que se cubra?
-El rating condiciona la actividad diaria de los periodistas televisivos, como así también lo que muestra la competencia. Un ejemplo es el caso Ángeles Rawson, que traspasó incluso el género del noticiero para ir a los programas de la tarde, porque era lo que más medía. El rating es un condicionante más de los periodistas de policiales a la hora de poner en escena los crímenes. Muchas veces incluso termina cayendo en eso de estirar el tema cuando no hay más información, entonces ahí hay un límite donde se entra en el campo de la desinformación.
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Los televidentes que entrevistás marcan mucho que observan cuando los periodistas no tienen información nueva o cuando llenan espacios al aire, ¿cómo crees que influye esto en el público?-Creo que en las audiencias hay mucho conocimiento, en base a lo que muestra el libro, en base a la producción de la noticia y cuando los periodistas estiran, no saben qué decir, o arman olas de inseguridad, es donde hay más descreimiento sobre la noticia policial. Las audiencias son críticas, tienen herramientas y pueden, en general, identificar estos mecanismos propios de las operaciones mediáticas. Sin embargo, lo que también muestra el libro, es que esta construcción tan clara del policial se desvanece ante los ojos de la audiencia, cuando aparece una víctima o un familiar hablando en primer persona, o también cuando hay uso de cámaras de seguridad. Ahí se vuelve a restaurar un pacto de credibilidad con la noticia policial.
La cuestión política también está abordada en el libro. Los entrevistados hacen una evaluación de la noticia según el medio que la dé. ¿Cuál es tu conclusión respecto a este tema?
-La investigación muestra dos cuestiones: en primer lugar que hay un escenario antagónico de medios en relación con la mirada o la propuesta ideológica del medio en cuestión, y eso es percibido por las audiencias. En muchas ocasiones yo quería dilucidar como incorporaban el material de las noticias policiales y mis entrevistados me hablaban de quien emitía. Si emitía TN no lo miraban, y si era en ese momento, 6,7,8, sucedía lo mismo. A diferencia de otros estudios que hay en el mundo sobre este tema, en Argentina es muy particular la cuestión de la polarización en el escenario mediático.
-Por otro lado, la polarización se ve vinculada con la inseguridad como un tópico que también se ha convertido en tema a partir de su instauración como problema público. Es un tema polarizante, que se usa en campañas políticas, es un tema que sigue siendo uno de los problemas más importantes para los argentinos según las encuestas de opinión pública, y con lo cual, también es un tema que se utiliza políticamente.