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El deseo de Carrascosa: "morir" en la casa del horror

El viudo de María Marta García Belsunce se instalará en la mansión del barrio cerrado El Carmel. “Quiero morir en mi casa”, había anticipado.

por Manuela Fernandez Mendy

20 Diciembre de 2016 09:31
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Después de cinco años de detención en el penal de Campana y de diez meses de prisión domiciliaria en la casa de amigos, Carlos Carrascosa fue absuelto por la Cámara de Casación Penal bonaerense de la causa que investiga el homicidio de su mujer, María Marta García Belsunce. El viudo, que siempre sostuvo su inocencia, tiene la intención de regresar a vivir a la mansión del barrio cerrado El Carmel, la misma en la que fue asesinada en 2002 la socióloga.

Carlos Carrascosa volverá a vivir en la casa en la que asesinaron a María Marta.

“Hace catorce años que estoy con esto. Casi no puedo hablar de la emoción. Ya están viniendo de monitoreo para sacarme la tobillera”, anticipó conmovido en diálogo con C5N.

García Belsunce fue asesinada en febrero de 2002 en el baño de su casa.

Desde que recibió en febrero del año pasado el beneficio de la prisión domiciliaria, el viudo primero se instaló en la casa de un amigo, Miguel Liñero, en el barrio cerrado Centro Urbano Barrancas de Escobar. Luego, meses más tarde, se trasladó a la de otro matrimonio amigo, pero en Luján.

Carrascosa cuando cumplía prisión domiciliaria en la casa de un amigo. Gentileza: Crónica.

Desde septiembre de ese mismo año, Carrascosa elevó un pedido para poder regresar, aunque sea con el régimen de tobillera electrónica, a la casona que compartía con su mujer en el country de Pilar. La misma permaneció inhabitada desde que el domingo 27 de octubre en el que encontró a su mujer muerta en la bañera del cuarto de baño del primer piso.

La casa de Carrascosa, desde el aire. Es una de las propiedades más caras del country.

El viudo sólo regresó en pocas oportunidades a la casa. Una de ellas tuvo lugar el 27 de diciembre de 2006, cuatro años después del homicidio, cuando le abrió la puerta a tres de los cuatro fiscales que tuvieron a cargo su acusación en el juicio. "Se lo vio muy tranquilo y nos dijo que desde que ocurrió el hecho dejó la casa tal cual estaba y nunca más vivió allí. Se nota que no está habitada", precisaron entonces.

La bañadera en la que asesinaron a María Marta. Le dispararon seis veces.

Agobiado por la atención de los vecinos, Carrascosa se instaló en la casa de Liñero. Por ese entonces, no imaginaba que sería ese el lugar en el que cumpliría su prisión domiciliaria, ni que pasaría cinco años en el penal de Campana. Cada tanto y antes de la condena, los vecinos lo veían regresar, sentarse en el jardín y luego abandonar el lugar, casi sin interactuar con nadie.

El inodoro en el que los familiares tiraron el famoso "pituto".

“No quiero morirme ni acá, ni en la cárcel”, advirtió en marzo de este año en una entrevista al diario Crónica. Desde el jardín de la propiedad de Liñero, el viudo manifestó su voluntad de regresar al Carmel. “Quiero morirme en mi casa. Ya tengo 71 años y estoy roto por dentro”, sumó.

"Esa casa fue mi sueño y el de mi mujer, está mi vida, mis recuerdos, nuestras cosas. Siempre pienso en María Marta, amé sólo a dos mujeres: a mi madre y a ella, y no tengo a ninguna de las dos".

 

Nueve meses más tarde, Carrascosa celebra su libertad y, claro, planifica su mudanza. La casa, aseguran, está intacta. Durante estos catorce años, una empleada doméstica se encargó de limpiar y ventilar el lugar cada quince días. La misma rutina mantuvo un jardinero, quien también mantuvo el estado de la pileta.

El ingreso al dormitorio del matrimonio. Carrascosa volverá a la misma cama que compartía con su mujer.

“Los muebles siguen intactos, nadie sacó nada. La casa no se puede vender. Se dicen muchas boludeces acá pero yo conozco a la familia y son excelentes personas”, advirtió tiempo atrás una de las vecinas.

Sus días como "preso domiciliario"

"Me levanto, camino, por mis problemas de salud me autorizaron a caminar una hora, entre las 9 y 11, por una de las islas del country, aviso cuando salgo y tengo que llevar un gps, para que desde la central de moritoreo sepan dónde estoy. Después me preparo algo para comer y en general duermo la siesta. Dos veces por semana viene la psicóloga”, relató el su momento.

 Belsunce y Carrascosa se casaron en 1971. Ella tenía 17 y él 26 años.

Hasta esta mañana, el viudo sólo podía alejarse de la casa 14 metros hacia adelante y otros 14 hacia el jardín. "Cinco años y medio estuve en la cárcel, donde conviví con dos grandes amigos, conocí el lado bueno de los hombres malos”, recordó, tras su paso por el penal de Campana.

El barrio El Carmel recibirá a un viejo vecino.

Sus noches, hasta ahora, eran tranquilas. "Veo un poco de televisión, cenamos (el que cocina no lava los platos), después escribo mi libro. Ya tengo 800 páginas, voy contando anécdotas o sentimientos desde mi infancia hasta la actualidad. Lo empecé el 9 del 9 de 2009 leyendo la causa. También cosas de la cárcel. Soy inocente y la familia también, relato cómo vivimos esta situación".

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