Todo ocurrió un 10 de junio, pero de 2013. Ángeles Rawson tenía 16 años cuando su mamá, Jimena Aduriz, denunció su desaparición en Palermo. Un día después el cuerpo de la joven fue hallado en la planta de tratamiento de residuos de la CEAMSE de José León Suárez. A partir de ahí, la puerta del edificio en Ravignani 2360 (en el que vivía la adolescente) fue el centro de dolor y de una extensa cobertura periodística; y si bien desde un principio la Justicia apuntó contra el padrastro de "la Mumi", Sergio Opatowski, fue cuestión de tiempo para que los investigadores dieran con el verdadero responsable del crimen: Jorge Mangeri.
El portero del edificio, que por entonces tenía 45 años hoy cumple una pena de prisión perpetua luego de que la Justicia diera por probado que la raptó e intentó abusarla en uno de los espacios del edificio. Se comprobó que Ángeles se defendió y fue por ese motivo que la estranguló y asfixió por casi cinco minutos. Los médicos forenses constataron que la causa de muerte fue asfixia y el acusado le fracturó cinco costillas, la clavícula derecha y una vértebra. Además, entre otros de los resultados que se comprobó es que la víctima tenía ADN de Mangeri en una de sus uñas que se relacionan a las más de 20 lesiones de defensa que el femicida tenía en su cuerpo.
A 11 años de aquel brutal femicidio que sacudió al país al punto de que hasta los programas de chimentos o estrictamente políticos trataban el tema, la mamá de Ángeles recordó a su hija y a través de sus redes sociales expresó el dolor que siente con cada aniversario que pasa: "Duele el número, carajo". "11 años... Duele el número, carajo. Y duele más, porque cada aniversario confirma que no te voy a ver crecer; ese imperturbable 'y si' que acompaña cada una de los escenarios en los que te imagino, sabiendo que no va a pasar... Sé que te voy a volver a ver, lo sé", escribió Aduriz, en una suerte de carta al cielo que publicó a través de su cuenta de Facebook.
Luego, finalizó: "Tengo que seguir honrando tu legado tan grande en este tiempo de espera, aunque me quede enorme la tarea de hacerlo. Pero soy y seré siempre tu mamá acá y allá. Te amo, te extraño tanto mí amor, le pido a Dios que me ayude a sobrellevar este dolor... Hasta que te vea otra vez Mumi de mami... Te amo". Fue dos años después del brutal crimen que el Tribunal Oral en lo Criminal N°9 condenó a Mangeri a la pena de prisión perpetua por el delito de "femicidio en concurso ideal con abuso sexual y homicidio agravado criminis causae". En enero de este año, el condenado fue trasladado al penal federal de Rawson en Chubut.
Según detallaron, fue por cuestiones operativas del Servicio Penitenciario.Frente a este escenario, la abogada de Mangeri, Patricia Viviana Croitoru, sostuvo que están instrumentando una medida para que regrese a Buenos Aires ya que "está lejos de su familia". Asimismo, confirmó que su cliente no tiene problemas con otros reclusos y que si hubiese inconvenientes "ya habrían presentado algún planteo en particular". La Justicia probó que a las 9.50 de aquel 10 de junio, según constató una cámara de seguridad, la joven llegó al edificio luego de su clase de gimnasia, pero no entró al departamento de su familia porque en el hall se cruzó con el portero.
El femicida la conocía desde que tenía cinco años, intentó abusar de ella y la asesinó. La adolescente peleó y se resistió. "Dio su vida por el 'no'. Su último acto es la muestra más contundente de lo que fue su personalidad y su vida", había señalado años atrás su mamá. Ese día, "la Mumi" (el apodo se lo ganó por la voracidad con las que comía los caramelos Mumu de dulce de leche) pasó a ser Ángeles Rawson, para muchos: el caso Ángeles Rawson. Ríos de tinta se escribieron sobre su femicida e incluso sobre su propia familia; hoy la adolescente que hoy tendría 27 años y seguramente ya se habría terminado la carrera de psiquiatría.