Desde el domingo por la noche, Melani Juárez había dejado de responder los mensajes de WhatsApp. Eso no era normal. La joven de 21 años solía estar atenta a su celular y siempre contestaba rápido. Eso preocupó a sus hermanos. Dejaron pasar un día. Pero el lunes por la noche, cuando no hubo respuesta, viajaron hasta la pensión de Rosario, donde la bailarina vivía desde hace varios meses.
Cuando entraron a la habitación, junto a la Policía, se encontraron con el horror. Melani estaba muerta en un charco de sangre. Su cuerpo tenía múltiples heridas, más de una decenas de puñaladas. Las paredes estaban manchadas de sangre, como si hubiera luchado hasta el final para salvar su vida.
La puerta de entrada estaba cerrada con llave desde adentro. Las luces estaban apagas y el televisor tenía el volumen al máximo. La joven estaba desnuda, en el piso, con la cabeza apoyada sobre la cama. El arma homicida no se encontró en la habitación.
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Según la Policía Científica, la chica había muerta 36 horas antes de ser encontrada, es decir, cuando dejó de responder los mensajes. Además de notar que no habían forzado ni la puerta, ni la única ventana, las autoridades descubrieron que no habían buscado objetos de valor, no habían revuelto el lugar y solo faltaba una cosa: el celular de la joven.
El único dato relevante lo dio la dueña de la pensión. Cuando la Policía llegó al lugar, aseguró: “La chica vivía acá, nadie escuchó nada. La vimos jugando a la pelota el sábado a la noche acá afuera. Y acá solo ingresa la poca gente que vive. Ella vivía sola en una habitación, y la llave se la llevaron”. Y agregó: “Hace pocas horas, un hombre que vivía acá se fue de repente. El domingo por la noche. Había pagado el alquiler por un mes pero se quedó solo dos semanas”.
Lo llamativo es que las personas que viven en el lugar no escucharon los gritos de Juárez, a pesar de que las habitaciones están pegadas unas a otras. Esa es la queja de los hermanos de la bailarina, quienes dijeron: “¡Cómo puede ser que en habitaciones donde todo se escucha, nadie sabe nada?”.
Ahora, el fiscal a cargo, Ademar Bianchini, ordenó una serie de medidas para reconstruir las últimas horas de vida de Melani. Además de pedir un relevamiento de las cámaras de seguridad, también pidió que se tratara de rastrear el celular de ella.
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Según la familia, Melani había trabajado hasta hace poco tiempo como empleada en un local de venta de artículos para celular y había renunciado a ese trabajo para convertirse en cadete de una app. También era bailarina y daba clases de salsa y reggaetón.
En tanto, en el portal Infobae aseguraron que Melani era una usuaria de redes sociales y que subía contenido a Instagram y Twitter de forma constante. Desde ahí promocionaba su perfil a OnlyFans, la plataforma en la que se vende material erótico. Había comenzado a trabajar ahí en febrero de 2021 y subía videos con frecuencia.
Un investigador aseguró a esa web: “Melani vivía hace aproximadamente un año en esa pensión ubicada en la calle 9 de julio al 500 en el Barrio Martín. Antes vivía con su madre en la zona norte de la ciudad. Ella era profesora de danza y grababa videoclips. También trabajaba como empleada en un local de celulares pero perdió ese trabajo con la pandemia. Por eso se dedicaba a la venta de contenido erótico por distintas redes como OnlyFans”.