por Gisela Nicosia
30 Enero de 2019 13:26Pasaron más de tres años pero Fiorella Mucholi aún sufre las secuelas del ataque que padeció. “Si no lo difundo, voy a ser un femicidio más”. Es abogada y en medio de su trabajo sufrió un brutal ataque sexual por parte de un colega, en un consultorio pericial ubicado a metros de los tribunales de Morón. Enfrentó, hasta no hace mucho, distintas amenazas de muerte, tiene secuelas en el cuerpo y en la psiquis.
Fiorella Mucholi es abogada y fue atacada sexualmente hace tres años.
“Hoy habló como víctima, tratando de dejar colgado el traje de abogada. Estudié toda mi vida, fui consagrada con medallas de mejor promedio en secundaria, en la facu, diploma de honor. Trabajo desde los 15 años. Nunca imaginé que encontraría el peor dolor de mi vida el 23 de noviembre de 2015 a las 12 del mediodía. Ese día, comenzó mi pesadilla. Fui violentamente golpeada, intimidada, privada de mi libertad, sometida a brutales tratos, insultos, asfixiada por ahorcamiento, maltratada psicológicamente y amenazada de muerte”, contó al recordar lo que padeció.
El ataque ocurrió en el consultorio del perito y médico del Servicio Penitenciario Federal, Roberto Demkiw, ubicado a metros de las oficinas de la sede del Departamento Judicial de Morón, el lugar donde trabajaba en ese momento. El agresor también es abogado. Se llama Sebastián Moure y actualmente continúa en actividad.
La elevación a juicio.
LA DENUNCIA Y LA COMPLICIDAD
En la denuncia, a la que BigBang tuvo acceso Fiorella cuenta que en el momento del ataque se encontraba recuperándose de una operación que la obligaba a utilizar un corset. Debajo de la prenda tenía vendas, dos heridas recientemente suturadas. "Debiendo estar de licencia por un post operatorio de ese momento, decidí trabajar en el consultorio por la cantidad de expedientes acumulados. Llegó el Dr. Moure, como cualquier abogado a entregar estudios médicos pedidos por el Dr. Demkiw, yo secretaria, lo dejé pasar”, inició su relato.
“Como no había portero en el edificio, bajé a abrirle a mi cuñada, que trabajaba conmigo. Él quedó solo en el consultorio. Cuando regresé, ahí comenzó el ataque. Este sujeto me empieza a golpear, a pedir que no lo mire, me toca todo el cuerpo, yo con corpiño ortopédico Aretha de 12 ganchos frontales, dos heridas con siete puntos en cada mama que no me permitían ni frenarlo, tampoco lo intenté, porque no entendía que eso era una violación. Pensé que era un robo, pero se ponía más violento, se sacó la ropa, forcejeó todo el tiempo conmigo para sacarme el jean y penetrarme”, siguió.
Fiorella sentía que se moría. De un segundo para otro la oficina se convirtió en un infierno. El letrado cada vez fuera de sí la insultaba e intentaba someterla. “Me pidió que me agache y rece un Padrenuestro que me despida en voz alta de mi familia, porque de ahí me iba en bolsa. Siempre la amenaza fue de muerte. Lo hice, luego me levanté, ya no recuerdo el orden en que sucedió cada episodio, pero sí recuerdo su olor, la marca de su camisa Penguin a cuadrillé, sus zapatos Boating, su morral de cuero marrón que arrastraba con sus pies hasta donde me llevaba a someterme. Me puso un cuchillo en el cuello, me tiró al piso varias veces, me pidió que le haga sexo oral”, recuerda Fiorella.
“Así como estaba, sola, confundida, habiendo pedido auxilio al dueño del consultorio que nunca me asistió, fui a atender mi salud. Luego junté valor y lo denuncié. Atravesé todas las etapas de la investigación penal, sometiéndose a pericias revictimizantes, humillantes, pero siempre con la búsqueda de justicia como único objetivo”, detalló.
Los daños que padece también son a futuro: no es recomendable que tenga hijos.
La denuncia fue enviada al Colegio de Abogados de Capital Federal y al de Morón, presididos por Jorge Rizzo y Jorge Frega, respectivamente. No obtuvo respuesta de ninguna de las dos entidades. “Pese a estar procesado, no le suspenden la matrícula. Sigue ejerciendo e, inclusive, el vicepresidente del Colegio de Abogados de Morón, Juan Navarro, es testigo de Moure”, reclama la joven. “Siento que el Poder Judicial lo apoya y que el Colegio lo protege”, agrega.
“Pese a estar procesado, no le suspenden la matrícula"
El caso llegará a juicio en tres meses, casi cuando se cumplan 4 años y medio de la violación y tortura que debió enfrentar. Moure será juzgado por “abuso sexual gravemente ultrajante”, un delito que prevé una pena de 4 a 10 años de cárcel. Pero Fiorella quiere que su caso sea considerado como violencia de género y daño grave a la salud.
“Fui, en primer lugar, víctima de brutal violencia de género, sometida sexualmente y, pese a mi profesión, no encuentro justicia que repare el daño que me ha ocasionado. En la actualidad no sólo llevo adelante tratamiento ginecológico, sino que realizo tratamiento psicológico-psiquiátrico”, asegura Fiorella.
“El perjuicio ha sido configurado en mi persona, en todas las esferas, desde mi desarrollo en relación, mi trabajo, porque el imputado me persigue en Tribunales de Morón y sus inmediaciones, en mi salud, conforme los tratamientos que efectúo, en mi integridad sexual, social y familiar. El daño es también a futuro, dado que por el término mínimo de tres años, tengo totalmente prohibido ser concebir un hijo, por la cantidad de psicotrópicos que consumo para paliar el trauma. Por culpa de este ataque, quedé con 30 por ciento de incapacidad psiquiátrica, dictaminado por pericia forense. El informe dice que no hay elementos fabulatorios. El trauma se debe al ataque sexual”, afirma.
"Por culpa de este ataque, quedé con 30 por ciento de incapacidad psiquiatría, dictaminado por pericia forense"
Mientras Fiorella intentan seguir adelante con el proceso de rearmado de su vida, el denunciado continúa libre. “El agresor sigue libre, yo amenazada con cerco perimetral que ya violó seis veces. Si no lo difundo, voy a ser un femicidio más. Intenté quitarme la vida pero ahora estoy en otro plano, firme en mi lucha, pero con temor, porque se acerca el juicio y tengo miedo a morir. Que me mate para no ir preso. Así sufrí, así sufro. Antes quería morir para no recordarlo más. Ahora quiero vivir para verlo preso y que no dañe a nadie más", remarca y sus palabras tienen el peso que necesita para plantarse a la espera de justicia. Ante la pregunta sobre qué la impulsa para seguir adelante sentenció: "¿Qué me impulsa? Que no ataque a otra, a mi ya me mató el alma”.
"El daño es también a futuro, dado que por el término mínimo de tres años, tengo totalmente prohibido ser concebir un hijo, por la cantidad de psicotrópicos que consumo para paliar el trauma"
Sobre el caso, el abogado que lleva la querella de Fiorella, Juan Pablo Gallego explicó que es llamativa la calificación atenuada con la que los hechos que vienen probados llegan a juicio. “La ausencia de control de impulsos en el imputado, que emerge de la descripción del requerimiento fiscal, pone de relieve una peligrosidad incompatible con la irrestricta libertad con la que llega beneficiado a la etapa plenaria, con el evidente riesgo para la víctima”.