por Rodolfo Palacios
07 Junio de 2017 07:12"Esto es un circo romano, algún día voy a salir y los voy a matar a todos", sentenció en 1980 Carlos Eduardo Robledo Puch, el ángel de la muerte que mató a once personas entre 1971 y 1972, cuando los jueces lo condenaron a prisión perpetua. En 1985, Arquímedes Puccio se rió cínicamente cuando lo condenaron a la misma pena por secuestrar y matar empresarios. Diez años después, sin pestañear, Ricardo Barreda le dijo al Tribunal que lo juzgaba por matar a su esposa, su suegra y sus dos hijas, que volvería a matarlas si se dieran las mismas circunstancias.
Barreda se mostró frío ante los jueces que lo condenaron
El femicida Fernando Farré, condenado ayer a prisión perpetua, no insultó al Tribunal. Tampoco amenazó ni se mostró indiferente. Es más: en general, los asesinos toman la decisión de prescindir del derecho a pronunciar sus últimas palabras.
Puccio se burlaba de los jueces que lo condenaron.
No fue el caso de Farré. En lo que se pareció más a una puesta en escena que a un acto sincero, se paró delante del jurado popular que lo juzgaba, pidió perdón, dijo que merecía estar en lugar de su víctima (su ex esposa Claudia Schaefer, a quien degolló y apuñaló el 66 veces el 21 de agosto de 2015), y comenzó a llorar cuando leyó una carta que comenzaba con esta frase: "Tengo un hijo discapacitado".
Farré, durante el juicio por jurados.
Pero sus palabras, que buscaron conmover al jurado integrado por doce ciudadanos comunes, no tuvieron efecto. Lo llamativo es que en el juicio, Farré se mostró frío, mascaba chicle y hasta miró desafiante a los familiares de su víctima. Pero cuando leyó la carta (¿fue escrita por él?), se quebró y mostró otra cara.
¿Siguió un libreto?
"Claramente alguien le armó la actuación. No fue honesta ni transparente. Pegó donde se aconseja que hay que pegar para que la pena sea menor. Eso lo vemos hasta en las series y películas norteamericanas, desde los 12 del patíbulo hasta American Crime Story con el caso de O.J.Simpsons", dijo a BigBang una fuente judicial.
Robledo, furioso en el juicio en su contra, en 1980.
El show de los asesinos
Es probable que este juicio marque un nuevo paradigma: ¿los asesinos que sean juzgados por jurados populares pueden montar una especie de show para lograr una pena más baja? En general, los jueces suelen tener en cuanta la falta de arrepentimiento y de culpa en los juzgados. Farré, asistido por el abogado Adrián Tenca, recurrió a esa estrategia, aunque no le sirvió.
Farré hoy, en el juicio, junto a Tenca.
"Esta vez salió bien y el jurado no le creyó, pero por más que sea importante que la gente pueda participar en un proceso judicial, puede ser un peligro para asesinos cínicos como Farré, que usan estos golpes bajos para conmover. El asesino de mi familia, Fructuoso Alvarez González, lo intento durante el juicio cuando lloró mientras hablaba de mis hermanitos, pero termino amenazando a los jueces", dice a BigBang Matías Bagnatto, referente de las víctimas de la inseguridad.
El psicópata asesino Fructuoso Alvarez González.
Bagnatto cree que los asesinos "son bestias que actúan en forma similar. Y esto les da una muy buena oportunidad para obtener una libertad . Ojalá que nunca un jurado popular caiga en la trampa siniestra".
En Mar del Plata, en los años noventa, se recuerda un caso paradigmático: un basquetbolista de apellido Juanicotena se mostró ante los jueces envuelto en lágrimas. Lo juzgaban por la misteriosa muerte de su mujer. Al final, uno de los jueces lo miró fijo, y le preguntó:
-¿Qué tiene en los ojos?
-Lágrimas, su señoría.
Cuando un asistente judicial se acercó, vio que los ojos de Juanicotena no tenían lágrimas, sino restos de cebolla.
Ni así pudo llorar.