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El trauma del amigo de Lucas: “Mi vida está en pausa, no puedo salir a la calle sin miedo”

Joaquín Gómez conocía a Lucas González desde los 7 años. Fue torturado por la Policía de la Ciudad tras el fusilamiento de su amigo.

por Noa Liberman

28 Marzo de 2023 17:49
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En la mañana del 17 de noviembre de 2021, Lucas González y sus amigos Julián Salas, Joaquín Zúñiga y Niven Huanca salieron del entrenamiento en Barracas Central, en el barrio porteño de Barracas. Estaban felices porque la prueba había salido a la perfección. Pero la muerte estaba cerca de ellos y en manos de tres agentes de la comisaría 4C de la Policía de la Ciudad.

 

Los oficiales, que iban en un auto sin identificación, interceptaron y dispararon al vehículo en el que viajaban los chicos. Lucas, de solo 17 años, fue herido en la cabeza y murió horas después. En tanto, sus amigos fueron detenidos y trasladados a un instituto de menores en donde pasaron la noche. En la tarde del martes, tras la declaración de Julián Salas, que manejaba el auto en el que viajaba, fue el turno de Joaquín y Niven Huanca en la segunda audiencia del juicio contra los policías que atacaron a los chicos y contra 11 más que encubrieron y los torturaron.

 

El primero en contar lo que ocurrió fue Gómez, quien afirmó: "El 17 de noviembre le mandé mensajes a Lucas ni bien me levanté para saber si había salido de su casa, porque nos pasaba a buscar Julián. Él me dijo que estaba desayunando a las apuradas. Me dijo que llevaba unas pepas para compartir. Pero no se pudo ni terminar el mate cocido pobrecito. El lunes anterior ya había viajado con él en tren. Estábamos próximos a cumplir un sueño. Era una cuenta pendiente que teníamos los dos".

 

Además explicó sobre su relación con Lucas: "Nuestro sueño era jugar juntos al fútbol. Pasó Julián y vamos a Barracas a entrenar. En el camino charlamos de fútbol, de la infancia; porque a Lucas lo conozco desde los siete años. Lo conocí en Racing y por ser de Varela pegamos onda. Entrené primero, porque estaba a prueba y por suerte pude quedar en Barracas Central. Luego entrenaron Julián, Lucas y Niven. Yo le dije a Niven que lo llevábamos de pasada. Terminó el entrenamiento de todos y Lucas ya me había dicho que nos faltaba la foto juntos. Por eso, ahí nos sacamos una foto los tres. Nos subimos al auto, hicimos hasta la esquina, compramos un jugo y arrancamos. Íbamos muy tranquilos, hasta que levanté mi cabeza y de repente estaban todos alborotados".

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Sobre el ataque de los policías, dijo: "Corrí mi cabeza, escuché disparos, vi que nos apuntaban con un arma y ahí salió Julián, como pudo. Doblamos, hicimos un metro más y me bajé del auto. Antes de bajar, levanté la cabeza y estaba Lucas ahí todo lastimado. Ahí empecé a gritar: '¡A Lucas lo mataron!'. Salí y corrí. Niven vino conmigo. Fui a pedirle ayuda a una mujer policía y me puso contra la reja. Julián venía atrás en el auto. Llegamos a una esquina y a los cinco minutos empezó a llegar policía por todos lados. En ese momento nos tiran al piso, a mí y a Julián cuando llega. Nos dicen que nos pongamos boca abajo. Nos pusieron la cara contra el piso y nos gritaban que éramos unos villeros de mierda".

Y continuó: "Nos decían que a nosotros también nos tenían que pegar un tiro en la cabeza. Cuando dije que era de Varela, me dijeron que yo le había pegado un tiro a mi amigo. Todo el tiempo me decían villero de mierda. Cuando estaba en el piso, escuché que alguien gritaba: '¡Nadie filma, ni saca fotos!'. A todo esto, Lucas seguía ahí. Toda la gente que estaba ahí preguntaba en dónde está la falopa, en dónde está el arma, a dónde está el otro chico que salió corriendo”.

 

En tanto, sobre el estado de Lucas en ese momento y el maltrato policial, dijo: "Después se lo llevaron a Lucas en la ambulancia y nos seguían diciendo cosas. Agarraron mi celular y siguieron maltratándome. Por suerte, en un momento apareció mi papá. Si no fuera por eso, no sé qué hubiera pasado. Así como pusieron el arma. Nos podrían haber lastimado. Todo el tiempo me trataban de negro y de villero sólo por ser de Varela. Cuando llegó mi papá me dejaron sentar. Les pedía que me sacaran las esposas y hasta que mi papá no dijo que éramos menores, no nos las sacaron"

Y agregó: "Somos pibes de bien. Si supieran la persona que se llevaron. Si en verdad supieran. A mí en el entrenamiento me llegaron a pegar una patada y Lucas me defendió. Lucas fue la mejor amistad que tuve. Me llevó a Barracas. Aprobé las materias del secundario y me mandó mensajes felicitándome. Podría estar todo el día hablando de lo buena persona que era. Es el día de hoy que veo nuestra foto y no lo puedo entender. Por qué tanto maltrato, por qué"

 

En tanto, sobre la detención: "Lo peor de todo es que nosotros nos fuimos al Inchausti sin novedades de él. No sabíamos ni siquiera si la familia sabía. Me tuvieron ahí toda la noche. Fue la peor noche de mi vida. Tener que explicarles que yo era jugador y que no me llevaran con los otros ladrones. Fueron dos días tristísimos porque al otro día se me fue Lucas. A pesar de que se fue, me dejó dos personas que son mi inspiración hoy por hoy. Estuve mal mucho tiempo.  Los veo a Héctor y a Cintia y no puedo rendirme”.

 

 

Y continuó sobre su estado físico y psíquico: "Es por ellos, por Lucas y por el fútbol que sigo. En un año y un poco más perdí oportunidades porque no podía salir de mi casa. Tuve pesadillas. Todas las noches me levantaba muy asustado. No podía salir a la calle. Me perdí pruebas de clubes por miedo a viajar solo. Me arruinaron la vida. No puedo salir a la calle tranquilo porque pienso que va a pasar de vuelta. Nunca vi un arma en el auto".

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Entonces recordó el momento del fusilamiento: "Yo estaba con el celular, vi que se cruzó un auto, bajaron personas y cuando vi había gente apuntándome. Decidí tirarme al piso y sentía cómo los vidrios caían de los tiros. En el momento, pensé que nos querían robar el auto y que nos iban a matar a todos. Puedo reconocer quién es el que me dijo villero y negro. Sé quién es, porque después le dije a mi mamá que esa persona me había maltratado. Lo reconozco también porque después se lo mostré a mi papá y él fue a preguntarle por qué me había tratado así. Al rato vino a pedirme disculpas por si me había ofendido".

 

Y siguió: "Lo que yo quiero no se puede. Yo quiero tener a mi amigo acá al lado. Pero lo que voy a decir es que era una buena persona, excelente hermano, hijo, amigo. No voy a ser el mismo social, ni futbolísticamente. El año pasado no tenía fuerzas ni para ir a entrenar. Fui a la psicóloga, pero estaba muy mal. Todo el tiempo tengo la misma pesadilla, que lastiman a un amigo enfrente mío y a mí no me hacen nada. Hace poco tuve una prueba para jugar en Lanús y no pude ir porque me daba miedo ir solo. Ahora estoy jugando en una liga amateur porque no puedo ir cinco días a entrenar. No tengo ganas. Quería ser docente y no puedo, no siento ganas. Siento miedo todo el tiempo. No puedo pedirles a mis papás que dejen sus cosas para ayudarme porque son laburantes".

 

 

Por último reflexionó: "Puse en pausa mi vida y ya van dos años. Hago terapia, algunos días voy a entrenar y si no cuidó a mis hermanos, pero no puedo". Y cuando apuntó al oficial que más lo maltrató y lanzó: "El policía más violento era (Sebastián) Baidón", la abogada del imputado dijo que le parecía "impertinente" el señalamiento y ahora se negó a que el testigo haga un reconocimiento frente al Tribunal.

 

Cuando fue el truno de Niven Garnica, el otro amigo de Lucas, la sala se convirtió en pura tensión. Lo primero que dijo el joven fue: "El 17 de noviembre me levanté, desayuné y mi mamá se tenía que ir a su ciudad. Yo acá vivo solo. Fui a la parada del colectivo, llegué a la prueba y como éramos tantos hicieron dos partidos. Me dijo que me podían llevar. Ahí saqué la última foto de los tres. Subimos al auto, íbamos normal. Llegamos a la esquina y compramos un jugo. En un momento, veo de reojo que pasa un auto y cuando levanto la cabeza nos estaba cruzando...".

Y sumó: "Ahí el auto baja la velocidad y cuando me levanto veo que su cabeza está caída sobre Julián y que le salía algo. Escucho a alguien que grita: '¡Lo mataron, lo mataron!'. Pensé que nos iban a matar a todos. Los chicos intentaron pedir ayuda a un auto, pero no los ayudaron. Yo salí corriendo porque decían que nos iban a matar. Corrí hasta el outlet de Barracas que conocía. Paré el colectivo y me subí. Llegué hasta Belgrano y vi que todos me miraban... Cuando me di cuenta, tenía la campera manchada de la sangre de Lucas. Llegué a mi departamento y mi hermana no estaba. Después de diez minutos le conté todo lo que pasó a mi primo. Llamé a mis papás y les expliqué. Mi mamá tuvo que bajar del avión y volvió a mi casa".

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Y dijo sobre las horas posteriores al ataque policial: "Me llamó un policía para que vaya a declarar. Ahí justo mi primo prendió la tele y decían: 'Tiroteo en Barracas y un prófugo'. No lo podía creer. Me trataban de delincuente. Mi mamá estaba llorando y le dije que camináramos para que no estuviera mal. Mi papá me decía que fuera a declarar. Encontré una comisaría, entré y pedí declarar. Me mandaron a otro lugar porque, según ellos, no tenían nada que ver. Lo mismo en otra comisaría. Recién en la tercera me atendieron, me tuvieron en un cuarto... Ahí me sacaron el celular. Hablaron con mi mamá y cuando entran al cuarto, veo que mi mamá lloraba. Ahí me dijeron que no iba a dormir en mi casa esa noche. Me preguntaron si sabía que ellos eran policías y dije que no, que yo corrí por mi vida".

 

En ese punto de la declaración de Niven, Cintia, la mamá de Lucas, se descompensó y tuvo que ser retirada de la sala y atendida por un médico. Enseguida, Garnica continuó en el estrado y dijo: "Me llevaron a donde estaba Joaquín y Julián. Me hicieron una pericia para ver si yo había disparado. De ahí me llevaron a un instituto y me sacaron la ropa. Estuve ahí toda la noche, hablamos con algunos psicólogos y al otro día a las diez de la mañana nos dijeron que nos podíamos ir. Pensé que me iban a robar, porque bajaron directamente con el arma”.

Y finalizó: "Yo vi a dos personas bajar del auto, al piloto y al copilato. Los seis disparos los escuché antes de que pegáramos el volantazo. Fueron chorros directamente. Nunca avisaron que eran policías. No pusieron ni balizas, ni sirena y estaban vestidos de civiles.

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