El crímen de Lucio Dupuy tiene dos culpables y condenadas que son su madre, Magdalena Epósito Valenti y su pareja, Abigail Páez. Sin embargo, hay quienes estuvieron al lado del menor durante esos más de cinco meses de torturas y nunca pudieron ver lo que sucedía, ni darle entidad a los dolores que el menor manifestaba. Entre esas personas, están las maestras del jardín al que asistía.
La salita de 4 del Jardín de Infantes Nucleado (JIN) N°7 de Santa Rosa, en La Pampa, lugar al que asistía el menor, queda aproximadamente a veinte minutos del hogar donde vivían los tres. El único lugar al que Lucio podía concurrir para distraerse, divertirse y ser un infante normal. Sin embargo, detrás de su sonrisa, se escondía un calvario.
En el juicio que finalizó el pasado 2 de febrero, y que las condenó a perpetua a ambas imputadas por el delito de homicidio triplemente clasificado -y abuso sexual con acceso carnal por parte de Páez-, declararon los médicos que atendieron al menor y las maestras que lo tuvieron como alumno. Una de las docentes de Lucio, que lo vio el día anterior a que se cometiera el crímen, testificó lo ocurrido en su clase de ese día y reveló cómo era la actitud de la víctima en el día a día.
La docente comenzó la clase de ese día con una actividad de “relajación” en la cuál le indicó a los niños que se acostaran en el piso. Lucio, que tenía tan sólo cinco años, le comunicó a la maestra que tenía dolor de espalda, por lo que se acostaría de costado. Además, le contó que la noche anterior había vomitado sangre, pero que “estaba bien”. Al parecer, estos no fueron indicios suficientes para que la profesional alertara la situación.
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Por su parte, también destacó que Lucio era un niño muy inteligente, educado, respetuoso y sobre todo alegre. “Nunca vio a Lucio decaído, con sueño, siempre entraba con una sonrisa, nunca lo vio golpeado. Se destacaba en la clase, era mediador con sus compañeros y activo”, aseguró ante el tribunal, de acuerdo a lo publicado por el portal Infobae.No obstante a esto, la maestra también reveló que teniendo en cuenta que era un año atravesado por la pandemia, el menor se integró a la perfección el grupo y que siempre que le mandaban tarea por Whatsapp era el que la hacía y la entregaba.
“Era un nene súper dulce y súper bueno, muy buen compañero, hablaba bien, tenía buen vocabulario, contaba cosas cotidianas, los intercambios dan lugar a que diga qué hacía el fin de semana, era muy inteligente, era el que más se destacaba del grupo, dibujaba bien y entendía la consigna. Generalmente lo llevaba y lo buscaba su mamá, en pandemia no tuvieron muchas reuniones ni contacto, sí por WhatsApp, fue cuando enviaban actividades y las mandaban por WhatsApp, después organizaron una vez por semana por Zoom, Lucio generalmente la hacía y las pasaba por WhatsApp, las hacía bien”, reveló la docente.
Por su parte, la directora del jardín también declaró en el juicio, y reconoció que se hizo una investigación en el establecimiento para intentar constatar algo de lo ocurrido, por lo que encontraron en qué fechas Lucio no había asistido al jardín y coinciden con los ataques por parte de las asesinas. Además, explicaron que por parte de las mujeres, nunca presentaron un certificado médico.