En 2019, Ayelén Sanabria había cumplido su sueño y se había convertido en policía. Poco a poco sumó experiencia en su profesión y con esfuerzo pudo mudarse sola. Pero, el fin de semana, su vida se terminó de la peor manera.
En la noche del sábado, Pablo Fernández, un oficial de la Policía Local de San Isidro y novio de Ayelén, llamó al 911 para pedir una ambulancia. En el llamado explicó que su novia, quien era oficial del Comando de Patrullas de San Isidro, se había pegado un tiro en la cabeza con su arma reglamentaria. También acotó que todo ocurrió tras una discusión de pareja.
Cuando los médicos llegaron al lugar, confirmaron que la joven estaba muerta. El cuerpo estaba tendido sobre la cama. A su lado, la pistola. Más tarde, la Policía Científica llegó al lugar para las diligencias de rigor. El novio de Sanabria merodeaba la casa y no dejaba de hacer acotaciones. Repetía una y otra vez que su novia había tomado el arma y se había pegado un tiro.
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Pero había algo que no cerraba. Las investigaciones continuaron en la propiedad de la calle Bergamini al 600, en Ciudadela. Durante su testimonio, Fernández aseguró que había comenzado a discutir, que ella se enojó porque tenía celos, tomó el arma y se suicidó. Sus familiares y amigos no le creían.
Por eso, la Policía le pidió a los allegados de la oficial que se acercaran a declarar. Todos contaron lo mismo. Ayelén era víctima de violencia de género. Fernández la golpeaba, amenazaba y le gritaba. Los hechos violentos se repetían cada semana y había varios testigos que dijeron que eran cada vez más frecuentes. Incluso la agente tenía marcas en el cuerpo por los golpes de Fernández, con quien salía desde hacía ocho meses.
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Enseguida, la coartada de Fernández cayó. Y de testigo pasó a ser el único sospechoso. Pocas horas después, el hombre fue detenido y permanece en una celda. De esa forma, la causa que se había iniciado como “suicidio”, a cargo de la fiscal Marcela Acosta, titular de la UFI Nº 6 del departamento Judicial San Martín, fue recaratulada como “averiguación de causas de muerte”. Fernández continuará detenido bajo la sospecha de un posible femicidio.
La hipótesis de la fiscal es que Fernández le disparó a su novia con el arma de ella. Con la intención de simular un suicidio, le pegó un tiro en la cabeza y dejó el arma a un lado del cuerpo. Además, había dejado su propia pistola en su mesa de luz, como para desligarse del hecho.En la cuenta de Facebook de Sanabria, muchas amigas y compañeras d ella Policía le dejaron un mensaje o un recuerdo. Una de las fotos de perfil de Ayelén, que tiene la frase “Nací para ser libre, no asesinada”, fue compartida cientos de veces.
Una de las amigas de la víctima, una usuaria llamada Ayelén Sánchez, escribió: “Negrita hermosa, cómo duele el saber que ya no estás más. ¡Qué injusta es la vida! Tan linda por fuera y por dentro. Tantas cosas te faltaban vivir. Solo quedan los recuerdos, las risas, tu carisma y como siempre nos sacabas una sonrisa con tus chistes y jodas. Hoy toca decirte adiós negrita. Te vamos a extrañar mucho. Muchos besitos al cielo hermosa”.