25 Enero de 2023 13:47
Pasadas las 14.30 de la tarde de este miércoles y luego de un cuarto intermedio de alrededor de 40 minutos, llegó el turno de Fernando Burlando en la jornada de alegatos del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa que se lleva adelante en la ciudad de Dolores. Los primeros en argumentar su postura frente a los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzar fueron los fiscales Gustavo García y Juan Manuel Dávila.
El abogado de la familia Báez Sosa aseguró que todos los imputados contribuyeron a la muerte del joven estudiante de Derecho en Villa Gesell, el pasado 18 de enero del 2020. "Señores jueces, habrán advertido que nosotros en la línea de acusación hablamos de roles y funciones, pero ahora no. Todos hicieron todo. Todos se pusieron de acuerdo para matar a Fernando de esta manera. Todos lo golpearon", dijo García.
Dávila, por su parte, ubicó a cada uno de los ocho acusados en la escena del crimen y pidió que todos ellos sean condenados a prisión perpetua por el delito de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas en concurso ideal con lesiones”. Además, solicitó que Tomás Colazo (el rugbier N°11) y Juan Pedro Guarino sean imputados por falso testimonio.
De acuerdo con el funcionario público, omitieron de manera intencional detalles del crimen. "Ellos mismos se ubicaron al exhibir los videos, atrás del auto parados, apoyados de la pared donde a dos o tres metros de ellos se estaban produciendo el ataque. Inmutados quedaron. No se acordaron de nada de lo que pasó, por lo tanto no tengo dudas que estas personas por omisión mintieron, por lo que se va a solicitar que por separado se forme una causa por falso testimonio", dijo.
Las frases más relevantes del alegato de Fernando Burlando
Una pequeña aclaración: nuestra alegación era similar al trabajo del representante del Ministerio Público fiscal con las imágenes. Adelanto que adherimos en todo en la alegación del Ministerio Público Fiscal en el aspecto formal de su contenido y esperamos que no se contraponga con lo que diremos en este tribunal. Me voy a encargar de eso.Todos, absolutamente todos, participaron. Todos asesinaron a Fernando Báez Sosa. Nuestro reclamo de justicia ante lo que no dudamos en llamar el suplicio de Fernando, la responsabilidad de quienes fueron sus ocho asesinos se resume en dos momentos de salvajismo y de horror. Dos instancias, dos cuadros de este filme imaginario en el que hemos asistido en estas jornadas. En el producto de sumar pruebas de la descarnada realidad, la cacería humana de la que fue objeto, los invito ver esta imagen que es parte de la memoria de la jornada de debate: Fernando de rodillas y sus manos en el piso y sin siquiera mirar porque tal vez entendió que esa mirada no lo iba a ayudar. Pide clemencia y la respuesta fue una patada en la cabeza y otra más y otra más.
Era una bolsa de papas y continuaban castigándolo, pegándole patadas en todos su cuerpo y en la cabeza. Tal vez estaría sin signos vitales en algún momento pero igual insistieron pegándole patadas. Los azotadores estaban cerca y decidían el momento oportuno para castigar a Fernando a mansalva. Previamente lo marcaron, lo cercaron, esperaron a que se retiren los funcionarios judiciales así no tenían ningún tipo de valla, nada que los frene.
Los autopercibidos "los demoledores" ya tenían aceitado este ataque. Esto de ir y coordinar ataques de personas indefensas, sobretodo por la superioridad numérica. A Fernando lo atacaron por diferentes flancos aunque en un acto de cobardía fue el que le impusieron por detrás y absolutamente todos juntos amenazaron y golpearon a todas aquellas personas que quisieron imponerse. Y obviamente empiezan las preguntas: ¿cabe alguna duda a esta altura del debate si hubo o no intención de matar? ¿se puede hablar de incidente o accidente? ¿se puede hablar de una pelea? ¿nunca fue Fernando amenazado o emboscado? Evidentemente no hemos tenido ni siquiera en cuenta cuántos fueron sus atacantes y el destino que deseaban ese ataque, eran los cazadores. La conquista era este trofeo. Lo festejaron, se abrazaron, comieron hamburguesas. ¿Quién me puede responder estas preguntas? Creo sin dudas que acá en sobre todo en esta audiencia mucha prueba potenció la ya comprometida situación procesal de los imputados. Se llevaron el trofeo aunque algunos de sus verdugos hayan percibido que algo estaba mal. "De esto no se habla, de esto no hay que lorear", manifestaron. Luego, comieron hamburguesas. Imagen estremecedoramente bizarra. La imagen de Fernando pidiendo clemencia esa es la imagen que para nosotros justifica el pedido de prisión perpetua para los acusados, esa imagen implica, resume y justicia todos aquellos interrogantes de los motivos y el por qué. Acá la ficción es superada por la realidad. Lo que ha ocurrido me recuerda a un libro que fue película y que generó mucha polémica: “La Naranja Mecánica”.
Son incontables los elementos que se ven en los videos tomados por cámaras de seguridad, los testimonios conmovidos y atribulados por lo que les tocó vivir... La idea es llegar a la conclusión de que se pueda llegar a la condena que a nuestro juicio corresponde en este caso.
Quiero hace eje en la palabra clave "asesinato". No fue un accidente. Fue una asesinato en el peor de los estados en el que puede tener un ser humano, en un estado de indefensión. Ver y oír alcanza y sobra para poder condenar a prisión perpetua. Hasta se dieron el gusto de acusar a un inocente. Pidió clemencia y no se la dieron.
Buscaban la muerte con golpes que eran disparos, cada patada era un tiro. Fernando fue fusilado a golpes y a patadas. La copiosa prueba nos lleva a ver que los asesinos tuvieron como motivación un incidente menor en el local bailable y aunque nos parezca mentira, todo ese ensañamiento solo tuvo un simple y accidentado empujón. Todos vemos en el video que no era imposible ser víctima de un empujón. Después del empujón y que la víctima y acompañantes intentaran calmar los ánimos, los azotadores ya habían tomado su decisión inapelable. Tomaron la decisión de matar y mataron.
En nuestros lineamientos, en este contexto caótico, Fernando había ofendido al líder de la manada. Sus obsecuentes, lo acompañaban de una manera proactiva. Máximo Thomsen anunció el desenlace pasando su dedo por su garganta para amenazar. Con la amenaza de muerte concretada y con numerosa prueba que estremece, a Fernando no había forma de salvarlo.
Era un despojo cuando se lo habían llevado de trofeo. Hubo voluntad de matar y por eso mataron. Los acusados tendieron en esa madrugada un verdadero cerco humano. Su víctima, su presa, no iba a poder eludirlos ni contar con ayuda. Esto se demostró en que nadie pudo sortear este cerco. Hay que hablar de los estados de en los que quedaron los testigos, y que lo han distinguido desde la Fiscalía. Hicieron inteligencia previa para identificar.
La orden la impartió Viollaz, no es algo menor dar una orden donde ni más ni menos provoca una muerte de un joven, un asesinato. Enzo y Ciro avanzaron hacia el objetivo y Thomsen hizo lo suyo por su lado. Todos los verdugos cumplieron un rol clave: todos pegando y matando a Fernando. Eso pasó, es un círculo que se debe cerrar no solamente con la fascinación que provoca en las imágenes sino con todas las pruebas que reprodujimos y se vieron. El círculo cierra perfectamente. Aparte, todo fue por la espalda aprovechando su indefensión en un acto que, ni el peor de los cobardes haría. Estoy seguro y convencido.
Les era sencillo y fácil atacar. No improvisaron ni un solo movimiento. Ya conocían el protocolo y manual de “Los demoledores”. Fernando cayó de rodillas mientras los acusados se turnaban en darle un golpe tras otro sin detenerse a ver el estado en el que estaba la víctima. Él estaba inmóvil, inerte, apenas pudo trasladarse hasta un cantero que está hasta Le Brique y siguieron pateándolo. Allí se escucha lo que marca el sentido único y naturaleza de este crimen: “A éste me lo llevo de trofeo”. El trofeo fue la vida de Fernando, un joven casi de su misma edad. Ciro Pertossi ni siquiera tuvo que esforzarse en dar esa última patada porque lo hizo con displicencia sabiendo que Fernando ya en ese momento era un cuerpo sin vida. Como dato confirmatorio de lo expresado, luego vinieron los festejos, las comunicaciones posteriores y la organización con vino y flores de marihuana. Fueron muchas jornadas y, a veces, desde la brutalidad profesional, uno normaliza situaciones, oímos tantas veces “trofeo”, “lo asesinamos”, “le pateamos la cara”, pero acá se dejan de lado las cuestiones que tienen que ver con la ética y la moral... En nosotros, nunca desapareció el dolor.
El dolor siempre estuvo presente pero con tanta expresión salvaje, me dije: “Normalizamos una situación que es tremenda y esto me genera una pregunta... Después de la reunión con flores y vino, ¿a qué clase de persona estamos aquí juzgando? Me lo pregunto porque no conforme con la macabra faena cumplida, uno se entusiasmó y tuvo ganas de volver a buscar a los amigos de Fernando. Sabían que habían matado a un joven y entre alegría y emoción, en algún momento tuvieron la idea, que no sé como definirla, “de volver a buscar a los amigos de Fernando”. Esto es parte de la respuesta de mi interrogante.
Tras semejante acto salvaje, no solo huyeron de la escena del crimen sino que trataron de disfrazar lo ocurrido con una serie de maniobras que tienen cierto grado de miserabilidad. Acusaron a una persona que estaba a kilómetros del lugar, a una persona que no tenía nada que ver y que tuvo que padecer horas de angustia hasta que pudo aclararse su situación procesal. No tengo dudas de que lo sufrido por esta persona no es nada comparado con lo que han sufrido los padres de Fernando, pero me gustaría saber quien pagará por toda esa angustia, desazón y toda la desesperación que le hicieron vivir a su familia y también, al joven Pablo Ventura.
Fernando tenía una vida por delante, sueños por cumplir, también familia, amigos y amor y tantas bendiciones que los acusados le arrebataron por la simple e inexplicable decisión de matar. Mataron por matar, por ganar, por un empujón... realmente es inexplicable. No les importó a quién. Desde el primer cruce que tuvieron con él, su plan fue llevárselo de trofeo.
Parecía extraño que hubiera tanta organización en un grupo de jóvenes porque, de tanto observar videos, por si solos, no hablan. La tecnología es muy buena pero no están filmados por un director, sino que están filmados por la gente que intenta retratar el momento y por eso no se ve esto que los testigos vieron que es esta muralla infranqueable que construyeron luego de todos intervenir en la golpiza para precisamente obtener ese resultado final que buscaron, desde mis pruebas, desde dentro de Le Brique.
"Amenazado, emboscado, superado en número, en sorpresa, indefenso, castigado hasta la muerte". Quería dejar este concepto.
Quería decir que se ha podido acreditar con alto grado de certeza apodíctica, que lo que pasó en el 18 de enero del año 2020, en horario cercano a las 4.30 horas en el interior del local bailable Le Brique de Villa Gesell como consecuencia de la excesiva cantidad de asistentes se produjo una serie de empujones, que derivó en un incidentes que terminó en una serie de cachetadas y golpes de puños por parte de algunos de los integrantes del grupo conformado por Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz, Lucas Pertossi y Luciano Pertossi cometieron sobre Julián D'Alessandro, Juan Manuel Pereyra Rozas, y Tomás D'Alessandro lo que motivó a Fernando que intercediera para separarlos y se enfretara con Thomsen. Esta circunstancia que llevó a los asistentes a alejarse de los mismos, haciendo un círculo llamó la atención inmediatamente de la seguridad y proceden a sacarlos del local. Fernando se retira por la puerta principal haciéndolo de forma pacífica y voluntaria y tras él fueron saliendo gradualmente algunos de sus amigos. Por su parte, Thomsen que luego sería retirado contra su voluntad del local, le dirige una amenaza directa de muerte con su dedo que pasa por su garganta de izquierda a derecha.
El primero en ser retirado fue Matías Benicelli en forma violenta. Dos personas de seguridad retiran a Máximo Thomsen y Fernando intenta ingresar pero, cuando ve que esto es imposible, decide cruzar la Avenida 3 para tomar un helado de manera pacífica.
Luciano sale después junto a alguno de sus compañeros y mantiene una breve pelea con un sujeto en la vereda del local y se produce la intervención de los efectivos policiales que lo invitan a retirarse. Cuando había policías, ellos seguramente se peleaban. Esto lo remarco porque no tenían problema.
A las 4:37, cruzan la calle donde se encontraban Fernando y sus amigos, y un minuto más tarde Luciano que se había ido, retorna al lugar a reunirse con sus amigos. Una vez reunidos acordaron de manera consciente de matar a Fernando con perversidad reflexiva resolvieron la manera de provocar el hecho contando para eso con el factor sorpresa, producto de la total desatención de la víctima que continuaba casi al borde de la vereda conversando con sus amigos.
Tomaron posiciones en derredor de Fernando y permanecieron al acecho. Fueron un poco más de siete minutos lo que les llevó a los asesinos planear el hecho. Aproximadamente a las 4:44, la seguridad de Le Brique anuncia que se estaba presenciando un hecho de violencia, por lo que cinco cuerpos de infantería se acercarían luego al lugar sin vigilancia.
A las 4:44 horas, Ayrton Viollaz da la orden: “Es ahora, vamos, es ahora”. Enzo y Ciro se acercaron a la carrera a Fernando por su espalda desde su flanco izquierdo y derecho, en forma simultánea y coordinada logrando así el propósito de tomarlo desprevenido y a traición aplicando sendos golpes de puño que hicieron que cayera inmediatamente de rodillas al suelo. Simultáneamente, el grupo de agresores impidió que alguno de los amigos de Fernando pudiera ayudarlo. Lograron aislar a la víctima anulando la posibilidad de que cualquiera pudiera ayudar a la víctima que estaba en el suelo.
Debemos hacer hincapié en que cada testigo de esta audiencia, demostró cómo se encontraba emocional y moralmente después de este episodio. Tenemos que analizar esto porque son tan importantes como las imágenes que se mostraron y lo que recrearon los testigos en esa madrugada.
El lugar estaba atestado de gente. Todos los empujones adentro fueron involuntarios pero fue un plan criminal y de ejecución. Luciano Pertossi en el momento del conflicto adentro del boliche dijo: “El problema no es con vos, sino contra tu amigo”. Un simple problema no podría provocar las ganas de matar a alguien.
La seña de Thomsen anunció el desenlace, fue un indicio del “estás muerto”. El orden de salida fue: Benicelli, Thomsen, Cinalli, Ciro Pertossi, Lucas Pertossi y Viollaz. Recordemos que Luciano Pertossi fue expulsado por la puerta principal a las 4:45:47, que se pudo ver en la cámara externa de Le Brique. Esta imagen nos da noticia de que Luciano tenía una remera con detalles muy marcados en su cuello. Se nota claramente este cuello y, luego en la secuencia, se ve precisamente a quien corresponde esa remera. Tenía un estiramiento que había sido producto de un incidente producto en el local bailable.
Fernando y sus amigos creían que no iba a pasar nada, conversaban, por eso remarcamos que estaba en total estado de indefensión. Lo reflejan muy bien las videofilmaciones. Pero, Thomsen tenía claro que esto no iba a quedar así. Cuando lo van a buscar a Fernando, Thomsen estaba sacado. Quería reafirmar que era el líder. Luciano y Lucas estuvieron sigilosamente enfrente del local viendo que no hubiera nadie que los pudiera frenar para poder continuar con el plan. Afirmo que el acuerdo que tuvieron se inició en la vereda de Le Brique entre las 4:33 y las 4:37 aproximadamente, a las 4:37 los acusados cruzan la Avenida 3 y, una vez que se reúnen, en las cercanias del local uqui terminan de delinear el plan criminal. El ataque duró un minuto, cincuenta segundos, entre las 4:44 y las 4:45.
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