La banda se llama “Los Gomeros” y desde hace dos décadas atemoriza a los vecinos de los asentamientos ubicados en el barrio porteño de Villa Soldati. Se trata de un grupo que opera como una suerte de “escuela de delincuentes”, y cuenta con un llamativo ritual de bautismo: un robo violento a personas de la comunidad boliviana.
“Los Gomeros” nacieron en las villas ubicadas en el barrio de Lugano y con el correr de los años se fueron desplazando hacia Soldati, a unas pocas cuadras. En la actualidad operan en asentamientos como Fátima, Carrillo, La Paloma o Los Pinos. Los adolescentes que se suman son, en su mayoría, uruguayos, paraguayos o mismos bolivianos. El resto de la banda que atemoriza desde hace veinte años está compuesta por argentinos.
El barrio Fátima, en Villa Soldati, es uno de los más populosos de la zona.
Según el diario Clarín, en las comisarías de la zona prácticamente no existen registros de este tipo de delitos. Se trata de un ritual de inicio que incluye golpes y robos a personas de la comunidad boliviana. Una vecina relató que una vez que la agresión culmina, “nadie los toca”, ya que en el barrio todos saben que se trata de ladrones.
Si bien “Los Gomeros” nacieron en Lugano, debieron emigrar hacia Soldati tras una disputa con un grupo de narcos paraguayos a principios de la década pasada, en una pelea que se desató tras un homicidio. El nombre de la banda se lo dio la actividad: se los reconoce así porque tienen una gomería en la zona. Según los vecinos, se dedican la usurpación y venta de terrenos, drogas y secuestros y robos.
Alarmas para alertar. Si hay un episodio, se activan y salen en grupos a buscar a la víctima.
Laura, una vecina boliviana que fue víctima de más de diez robos cometidos por la banda, señaló que en total hay diez cabecillas. Los líderes de la banda de Los Gomeros son los Arancibia, y varios de ellos se encuentran detenidos por homicidio y secuestro. De hecho, en mayo el Tribunal Oral en lo Criminal 2 condenó a nueve miembros por ocho causas que representan 31 delitos, ocurridos entre 2013 y 2014.
El relato de los vecinos es aterrador. Señalan que asaltan a cada persona de la comunidad boliviana que llega a cualquiera de los barrios más humildes de Villa Soldati. Incluso, llegan a hablar de una especie de “derecho de piso” que pagan. Por eso, adoptaron medidas de seguridad, como la instalación de rejas y alarmas que ante un hecho delictivo suenan en toda la villa. Las tienen apenas cuatro o cinco familias y si se suenan, el siguiente paso es salir en grupos a buscar a la víctima para socorrerla.
Rejas en la villa. Los vecinos las colocan para evitar episodios delictivos en sus hogares.
Otra de las medidas de seguridad que adoptaron es salir en grupo, principalmente en la mañana, el horario en el que la mayoría sale a trabajar. Así, existen tres horarios: los que parten a las 7, a las 7:30 y a las 8. La comunidad boliviana sufre, además de las agresiones y robos a mano armada, los robos en sus viviendas, principalmente a la madrugada.