por Alejo Paredes
13 Mayo de 2021 13:22Gabriela Cano tenía 31 años, amaba las películas de Disney, disfrutaba del tiempo con sus sobrinos y le encantaba pasar el rato con Mili, la menor de sus tres hermanos, de tan solo 15 años. Pero la joven que soñaba con ser kinesióloga falleció el pasado 27 de julio, luego de recibir el destrato, la frialdad y la poca humanidad de los médicos del Hospital de Clínicas, que la habían tratado hasta ese momento del tumor en el cuello del útero, que le fue diagnosticado en 2019.
Todo comenzó en mayo de 2019, cuando el ginecólogo particular de Gabriela, del Hospital de Wilde, le pidió a la joven que se sometiera a unos controles médicos debido a que creía que algo andaba mal: "Como el Hospital de Wilde no contaba con Oncología general, tuvimos que ir al Hospital de Clínicas. En ese momento, la atendieron súper bien, le volvieron hacer todos los estudios incluyendo la biopsia y volvió a dar el mismo resultado: cáncer de cuello uterino".
La que relata la historia es Norma Fernández, la mamá de Gabriela, quien durante la pandemia del coronavirus le rogó a los médicos del Hospital de Clínicas que atendieran a su hija cuando su estado se complicó y, entre insultos (la llegaron a tratar de "loca"), recibió una sola respuesta: "El hospital está en emergencia nacional, si tiene alguna urgencia debe buscar en otra guardia. No estamos autorizados a atender a su hija".
El mismo día que recibió los estudios que confirmaban su enfermedad, en mayo de 2019, a Gabriela la derivaron al área de Oncología Ginecológica del quinto piso del Hospital de Clínicas y, en ese momento, empezó a ser paciente de ese lugar. "Ese tratamiento lo terminó a fines de febrero de 2020. La doctora vio los resultados y le dijo que no se veía el tumor en las últimas tomografías que se hacían junto a la Braquiterapia", contó Norma.
Según explicó, Gabriela tuvo que someterse a un tratamiento que contó con Quimioterapia, Radioterapia -con rayos por fuera para que no afectaran el riñón que le había sido trasplantado en 2016 a causa de la insuficiencia renal originada por una enfermedad que la aquejó desde su niñez- y Braquiterapia, con rayos "por dentro" que reducen el tumor inmediatamente. "Ella se sentía súper bien, a pesar de que era doloroso e invasivo", sostuvo.
A raíz de la buena noticia de que el tumor se había reducido hasta el punto de no aparecer en las tomografías, el equipo del Hospital de Clínicas la "felicitaron", advirtieron que la quimioterapia no le había afectado físicamente y que debía comenzar un control periódico y prolongado durante los próximos cinco años para evitar que haya un retroceso: "Salimos de ahí festejando. Ella debía hacerse controles una vez por mes, a partir de abril, al año cada seis meses y así hasta los cinco años".
En aquel momento, Norma pidió turno para su hija para el mes de abril, sin esperarse que explotara en el país, y en el mundo entero, la pandemia del coronavirus que afectó drásticamente un sistema sanitario que ya viene dañado y muy deteriorado desde hace años en la Argentina. "La secretaría del Hospital nos pidió aguardar los ´supuestos´ 15 días de cuarentena y nos postergó el turno", recuerda.
Y agrega: "Nos dijo que podíamos esperar por tratarse de un control y no de una urgencia. Pero Gabriela empezó con problemas, muchos dolores y no se sentía bien los primeros días de abril. Todo fue paulatino. Le dolía el ciático y se levantaba con dolores fuertes. Ella no era de quejarse, jamás se quejó de nada y toleraba todo con entereza. Era una nena que iba a trabajar y nadie sabía que estaba enferma. Solo lo sabían sus amistades y la familia".
De acuerdo con sus dichos, la joven de 31 años siempre se mostró "contenta" e iba a trabajar con "mucho ánimo" a pesar de los problemas de salud que enfrentaba. "Empezó todas las noches a levantarse con dolor. Todo esto se estiró hasta el 21 de abril: pasó una noche terrorífica con pérdida de sangre importante. Lo que menos quería era que ella estuviera en un hospital con riego de contagio al COVID", resaltó Norma.
La dolida mamá sabía que su hija era una paciente de riesgo en caso de contraer COVID-19, no solo por sus problemas oncológicos, sino porque había sido trasplantada años atrás. "Decidí llevarla al servicio del Hospital de Clínicas. Cuando llegamos nos hicieron todo el protocolo, nos marcaron el piso quinto y la llevé como pude, porque Gabi no podía ni incorporarse del dolor", le cuenta, a este sitio, Norma.
Quebrada por el doloroso recuerdo, sigue: "Ahí lo veo pasar a Sebastián Alessandria, que era integrante del equipo médico que la había atendido en 2019. Me acerco para hablar con él, le explico lo que le estaba pasando a mi hija y ni siquiera se giró para mirar a Gabriela cuando me dijo ´váyanse de acá a cualquier otra guardia, el quinto piso está dedicado solo al COVID´", detalló.
Norma cuenta que Alessandria siempre estuvo de espaldas durante la conversación y era un médico que tuvo "muy mala formas", o maneras de tratar a sus pacientes. Además, aclaró que fue Gabriela la que le pidió abandonar ese nosocomio ante la fría respuesta del profesional. "Me pidió que nos vayamos que no quería que me peleara con el médico. Como pude la bajé a planta baja y cada vez era peor la pérdida de sangre. Me fui llorando, desesperada", recuerda.
Lo primero que hizo al salir del nosocomio fue llamar al ginecólogo particular de Gabriela, quien la trasladó al Hospital de Wilde a pesar de que no contaban con las herramientas para tratar su estado. "La subieron en silla de ruedas, la revisaron, le aplicaron un calmante y notaron que tenía el abdomen rígido e inflamado. Mejoró ese día, estaba un poco mejor, pero empezó otra vez con mucho dolor al otro día", sostiene.
En ese lapso, totalmente desesperada, Norma pudo contactarse a través de Facebook con Adriana Bermúdez, jefa del área de Oncología Ginecológica del quinto piso del Hospital de Clínicas, y le escribió: "Me siento dolida y decepcionada por el maltrato que recibimos, fuimos porque no teníamos otra opción. Estamos hablando de una paciente oncológica que se siente muy mal".
La respuesta, tan insensible como la del primer médico, fue: "Tiene que buscar algún otro hospital que la atienda. De ninguna manera debieron permitir que subieran al quinto piso. Solamente se atiende COVID". Según la mujer, le contó a Bermúdez lo que había ocurrido y resaltó que la médica le respondió que el doctor "había actuado correctamente" porque ellos tenían dirección de no atender a nadie que no sea por COVID.
Por esta razón, Norma sostiene que su hija "sufrió una discriminación sanitaria. Y en el Clínicas nos trataron como si ella exigiera una cirugía estética". "La pérdida no cesaba, comenzó a tener erupciones y llagas en la zona pélvica. Ahí no la podían tratar, necesitaban que la vea el equipo que la atendió desde el primer día y en un lugar de mayor complejidad. No conseguíamos dónde trasladarla" reveló.
Por aquella época, si bien los hospitales o clínicas no estaban saturados con casos de coronavirus aún, por norma y protocolo no aceptaban nuevos pacientes para no saturar el servicio médico. El 12 de mayo, Norma volvió a escribirle a la responsable de Oncología Ginecológica del Clínicas insistiendo para que examinaran a su hija y ofreciéndose a pagar "lo que sea" por una consulta particular. La respuesta fue breve: "Seguimos igual", le dijo la médica.
Ya el 10 de junio, desesperada por el delicado estado de su hija, volvió a mandarle un mensaje: "Mi hija está con problemas serios asociados a su enfermedad. No entiendo el abandono a una paciente". Ya no hubo respuestas, hasta que el 8 de julio, le envió: "Mi hija Gabriela no volverá a atenderse con ustedes porque cuando más los necesitó no la asistieron. Ella se encuentra en el Hospital Rossi de La Plata y necesita un resumen de la historia clínica. Por favor, ¿me lo pueden enviar?".
No sólo no recibió contestación alguna, sino que Noma fue bloqueada por la doctora Bermúdez. Su hija Gabriela Cano, de 31 años, murió el 27 de julio. "Todo esto se extendió hasta el 13 de julio donde ya no podía comer, todo lo vomitaba y le costaba ir al baño. Pasó tres meses enteros yendo de un lado para otro donde solo la emparchaban. Ese 13 de julio la llevamos al Hospital Rossi de La Plata, gracias a una prima que es instrumentadora ahí", reveló.
Y continuó: "Ahí le hicieron de todo, la atendieron diez mil puntos. La vieron de todas las especialidades y nos dieron una habitación para que yo pudiera estar con ella en todo momento. Nosotros. con el papá. no podíamos asimilar que era el final, los médicos nos decían todo lo que hacían, pero que necesitó de esa atención que no la tuvo en el Clínicas".
Según le contó a este portal, los médicos del Hospital Rodolfo Rossi le pidieron a Norma si podían conseguir por sus propios medios la historia clínica de su hija. La razón que le dieron fue que si ellos la pedían formalmente al Hospital de Clínicas, por motivos de protocolo iba a demorar y Gabriela la necesitaba de urgencia. "Hablé con Alessandria, cuatro días antes del fallecimiento, y me dijo que no", señaló.
Y sumó: "Nos pidió que a Gabriela la lleváramos el martes. Ella estaba así porque él la abandonó y no la quiso atender en su momento. Cuando se lo dije, me trató de ´loca´ y me cortó el teléfono. Soy una madre dolida que agarraría del cuello a ambos y los mataría. Pero no miento ni una sola palabra. Mi hijo estaba enfurecido y fue al Clínicas a buscar la historia clínica. Volvió con media carilla escrita por Alessandria, con una letra ilegible".
Los últimos días de Gabriela fueron en familia. De hecho, lograron que su abuela paterna pudiera ingresar al Hospital Rossi para poder ver a su nieta. "Gabriela me dijo ´ya te cansé ma, ¿no?´. Me dio tanta pena que no me moví de su lado nunca más. En ningún momento notó nuestra angustia, pero cuando logramos que su abuela pudiera verla en el hospital preguntó si la había venido a despedir. Me quebró totalmente. No pude soportar el dolor", recuerda.
Y concluye: "Ella ya no quería hablar, no quería dormir porque decía que le faltaba el aire. Tengo un odio espantoso. Gabriela no murió por COVID, no lo tuvo, pero falleció por el coronavirus y la falta de humanidad de los médicos. Se que ellos salvaron muchas vidas, pero a Gabriela la abandonaron y la mataron, porque ellos la mataron".
Cuando a Gabriela le dieron la espalda desde el Hospital de Clínicas, deambuló por el Sanatorio de la UOM, en Avellaneda, Hospital de Wilde, estuvo internada en su domicilio y finalmente fue tratada en el Hospital Rossi de La Plata, donde falleció aquel 27 de julio de 2020 pasadas las 20: tuvo unas convulsiones, fue atendida por los médicos que retiraron a los familiares de la habitación y al rato confirmaban la muerte de la chica de 31 años.
Desde el estudio de los doctores Verónica Ottaviano y Santiago Ruíz Rocha se iniciaron acciones legales contra el Hospital de Clínicas por "incumplimiento de los deberes de funcionario público y por abandono de persona seguido de muerte". La denuncia penal ingresó el 14 de octubre en las fiscalía de Buenos Aires con el número de ingreso 680116/2020. La misma quedó en manos de la Fiscalía N°13 y el Juzgado N°18.
Comunicado del Hospital de Clínicas
En el marco de los hechos publicados durante los últimos días sobre el fallecimiento de la paciente Gabriela Cano, el Hospital de Clínicas manifiesta que desde el 20 de marzo, en el marco de la cuarentena obligatoria, se adecuó a los protocolos de atención estableciendo una guardia permanente para el ingreso de pacientes por sus dos entradas (por la Av. Córdoba y la calle Paraguay) con la intención de identificar posibles casos de COVID-19 y, en consecuencia, posibles contagios.Todos los servicios del Hospital continuaron atendiendo a sus respectivos pacientes pero derivados bajo esta nueva modalidad, que permitió minimizar los riesgos de la pandemia y mejorar el flujo de circulación.
Por todo esto es que, entendiendo el profundo dolor que atraviesa quien acaba de perder a un ser querido, el Hospital de Clínicas manifiesta que todos los pacientes que se presentaron en la institución fueron atendidos con la mayor predisposición en un contexto tan difícil sanitariamente como en el que nos encontramos.
Nuestros profesionales se encuentran trabajando sin descanso para paliar la lucha que nos presenta no solo la pandemia sino todas aquellas enfermedades que tratamos día a día del Hospital en un ejemplo de compromiso pero a la vez un desgaste nunca visto antes por la pandemia que nos toca vivir.
Es así que desde el 20 de marzo el Clínicas, en sus espacios no dedicados a COVID-19, atendió más de 30.000 consultas de diferentes especialidades, se realizaron más de 17000 estudios de diagnóstico por imágenes y más de 2000 cirugías.
Por último el Hospital de Clínicas nuevamente se solidariza en este momento de dolor con su familia y pone a disposición a su equipo de contención para acompañarlos en este momento tan difícil.