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Gritos y peleas entre los imputados en la primera audiencia por el femicidio de Micaela

Comenzó en Gualeguay el juicio oral a los tres imputados por la violación y asesinato de la joven entrerriana. Hubo roces entre los acusados en el ingreso a la sala.

21 Septiembre de 2017 09:56
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Con un casco policial y chaleco antibalas, Sebastián Wagner, acusado de la violación y femicidio de Micaela García, ingresó hoy a la primera jornada del juicio que se lleva a cabo frente al Tribunal de Juicio y Apelaciones de Gualeguay, integrado por María Angélica Pivas, Javier Cadenas y Darío Crespo.

El acusado se fue a la media de comenzado la jornada y dijo que tiene miedo de volver a Unidad Penal Número 7. "Ahí me quieren matar", dijo. 

Wagner ingresó con casco y chaleco de balas. (Foto: Diario Uno).

A pesar de que la sala está en la planta alta del edificio sin ninguna ventana hacia la calle, Cadenas, presidente del tribunal, pidió que el público se ubicara más allá de la calle que pasa por el frente del lugar. Por eso, se dispuso un vallado sobre la vereda. 

El vallado dispuesto para que el público no se acerque al tribunal. (Foto: Diario Uno) 

Los jueces también aceptaron el pedido de los padres de Micaela para que las audiencias del juicio no sean públicas, basándose en que "hay detalles de la causa que están vinculadas con el abuso sexual y cuestiones de la víctima que no deberían trascender". Durante el proceso, se presentará el testimonio de 57 testigos. 

Disturbios

El ingreso de Wagner y de los otros dos acusados -Néstor Pavón, dueño del lavadero en el que trabajaba el femicida, y Gabriel Otero, hijo de la pareja del acusado- no estuvo exento de incidentes. Los tres comenzaron a intercambiarse fuertes reproches y la policía tuvo que intervenir para que Wagner y Pavón no se fueran a las manos.

Pavón y Wagner intercambiaron gritos y reproches.

El tercer imputado en el marco del crimen, Fabián Ehcosor, no enfrentará el tribunal ya que cerró el viernes un juicio abreviado en el cual recibió una condena de dos años y seis meses de cárcel por haber facilitado la fuga de Wagner luego del asesinato.  

La familia de Micaela aceptó este formato porque, a su juicio, favorecía la obtención de pruebas contra el asesino a través de la confesión de su encubridor.