El 12 de marzo quedará marcado como una jornada de violencia estatal que expuso con crudeza las fallas en la gestión de seguridad y Derechos Humanos en el gobierno de La Libertad Avanza. Durante la protesta de jubilados en las inmediaciones del Congreso, el fotoperiodista Pablo Grillo fue impactado en la cabeza por un cartucho de gas lacrimógeno disparado por las fuerzas de seguridad comandadas por Patricia Bullrich. Actualmente, Grillo lucha por su vida en el Hospital Ramos Mejía tras haber perdido masa encefálica y haber sido sometido a tres intervenciones quirúrgicas.
Es en este contexto en el que Marcos Caviglia, el médico que le brindó las primeras atenciones, describió con detalles la gravedad del hecho y denunció la conducta represiva de las fuerzas de seguridad. "El estado de Pablo era muy grave. La Policía avanzaba en vez de ir a ver qué había pasado", señaló Caviglia, que también destacó que el accionar policial no solo dificultó la atención médica, sino que agravó aún más la situación: "Éramos un grupo reducido de personas rodeando a otra que estaba claramente tirada, gritando por asistencia, y en ese contexto la Policía avanza igual tirando más gases y balas de goma, incluso cuando llega la ambulancia", dijo contundentemente.
El relato del trabajador de la salud pone en evidencia el nivel de negligencia y violencia institucional que se vive en cada una de las manifestaciones en contra del gobierno de Mileo. Según Caviglia, Grillo se encontraba inconsciente y presentaba "una lesión muy impactante", dijo y dio detalles escabrosos: "Yo nunca había visto un daño así en todos los años que llevo haciendo guardia. He visto personas baleadas, personas con accidentes de tránsito, pero nunca había visto un tipo de lesión así. Pensé que había sido una bala de plomo", refirió.
Caviglia denunció que las fuerzas de seguridad "complicaron mucho más la atención a Pablo" e incluso relató cómo la ambulancia tuvo que maniobrar en U para salir del lugar porque los efectivos estaban bloqueando la calle: "Las fuerzas de seguridad avanzando y tirándole a una ambulancia que le brindaba atención a una persona grave te demuestra que no hay nadie que te cuide, no hay ningún sistema del Estado que esté tratando de proteger la vida de las personas", afirmó con preocupación.
El médico que atendió a Grillo fue contundente: "Haber dejado que las fuerzas actúen así y sin siquiera hacer ningún tipo de autocrítica es demostrar que tienen voluntad de hacer daño". En este contexto, la situación también expone el abandono al que han sido sometidos los trabajadores esenciales; es que el propio Caviglia es uno de los médicos despedidos del Hospital Bonaparte, un reflejo más del desmantelamiento del sistema público bajo políticas que priorizan ajustes fiscales sobre el bienestar de los colectivos más vulnerados.
El ataque contra Pablo Grillo no es un hecho aislado, sino el resultado de un modelo político y económico que ha profundizado las desigualdades y debilitado los mecanismos de protección ciudadana. Marcos Caviglia concluyó con un llamado a la solidaridad y a la acción colectiva frente a este tipo de violencia institucional: "Espero que después de lo que pasó vayamos todos juntos, nos cuidemos entre nosotros, pero vayamos, estemos presentes y no le demos lugar a que ocurran este tipo de hechos".