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Horror, elefantes y sexo: a 24 años de los femicidios de Barreda

El odontólogo tiene 80 años y nunca se arrepintió de sus crímenes. Vive en la pobreza, solo, en un hospital.

15 Noviembre de 2016 09:13
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Se sentó en un banco y miró a los elefantes como si contemplara una obra de arte. Luego se quedó fascinado con la jirafa. Cuando salió del zoológico de La Plata, dejó flores en las tumbas de sus padres y se encontró con su amante en una pizzería. Comieron, bebieron y tuvieron sexo en un hotel alojamiento. Cuando volvió a su casa, Ricardo Barreda se encontró con los cadáveres de su esposa, su suegra y sus dos hijas. Mucho antes del zoológico, el cementerio, la pizzería y el hotel, el odontólogo había matado a escopetazos a toda su familia. Pero esa noche pareció olvidarlo. Llamó a la policía con el mismo tono con el que hubiera llamado para pedir un turno con el médico.

-Volví a mi casa de pescar y me encontré con cuatro bultos. Acá hubo un asalto.

Eso dijo Barreda aquel 15 de noviembre de 1992. Después confesó haber matado a las mujeres de la casas. "Me decían conchita", dijo. Y cerró con una frase más filosófica: "Supongo que he sido yo. Intuyo que las maté yo porque éramos cinco en la casa y de pronto me encontré con cuatro cadáveres".

"Volví a mi casa de pescar y me encontré con cuatro bultos. Acá hubo un asalto

A 24 años del cuádruple femicidio más famoso de la historia criminal argentina, Barreda vive un presente de soledad. Está internado en un hospital de Pacheco. Es pobre y vive gracias a la ayuda de sus vecinos.

Los crímenes conmovieron al país.

Las víctimas. Foto: Revista Gente.

Cómo vive el cuádruple femicida

En la vida de Ricardo Barreda ya casi no quedan mujeres. El 15 de noviembre de 1992 mató a sangre fría a escopetazos a su esposa, a su suegra y a sus dos hijas. Hace poco más de un año, su novia Berta murió de un infarto. Hoy está internado en un hospital de Pacheco, adonde llegó diciendo que era un abuelo abandonado llamado Alberto Navarro.

Ahora dice que tiene un solo amigo, algunos vecinos le llevan comida -hasta le festejaron sus 80 años- y el diario, pero se lleva mal con las dos únicas mujeres que están cerca suyo: son las enfermeras que lo ven hasta tres veces por día.

Otro recorte de 1992. 

El femicida más famoso de la historia criminal argentina suele ir a misa, charla con los médico, lee Clarín y mira Crónica TV. En el día del paro nacional de mujeres y la marcha contra la violencia de género, Barreda -que podría ser una de las caras simbólicas más temidas y repudiadas del #NiUnaMenos- vivió un día relajado y no hizo ninguna mención al que fue uno de los temas más importantes del día. Hasta se permitió hacer bromas y quejarse porque no respetan su intimidad.  

Barreda, en 2012, cuando solía firmar autógrafos en Belgrano. Foto: Rodolfo Palacios.

¿Cómo fueron las horas del famoso asesino en este día histórico para la lucha contra los femicidios? En exclusivo, BigBang te lo cuenta a través del testimonio de los vecinos que lo conocen. Uno de ellos le entregó a BigBang un audio de una charla que mantuvo con él después de este mediodía en el Hospital Zonal Genera de Agudos “Magdalena Villegas de Martínez", en General Pacheco.

"Lo volvería a hacer", confesó Barreda en el juicio.

Al nuevo Barreda le gusta ir a la capilla del hospital, habla de fútbol con los pacientes y hasta se permite hacer bromas. Como un policía custodia la zona donde está internado, dijo: "Me cuidan porque me quieren secuestrar", y se rió.

 

"Con dos enfermeras no me llevo muy bien, pero no se puede ser amigo de todo el mundo, se meten en mi intimidad, y eso no está bueno ", le dijo Barreda a un vecino que lo fue a visitar. Más allá de que en un principio se creyó que al llegar al hospital no recordaba ni cómo se llamaba ni su pasado, la charla de hoy revela que está lúcido. Hasta menciona a Berta, su última pareja, que murió el año pasado luego de denunciar que él la maltrataba y le decía "Chochán". El dijo había declarado en el juicio en su contra que las mujeres de la familia le decían "Conchita".

 

Té para dos

-¿Se siente solo?

-Tengo un amigo que me hice acá. Trabaja en mantenimiento del hospital, todos los días tomamos el té.

"No se puede ser amigo de todo el mundo"

Aunque ya cumplió la condena y está libre definitivamente, Barreda hoy fue custodiado por un policía. "Es más, una vez tuvo un altercado con las enfermeras y debió intervenir la Policía", dijo un vecino.  

Barreda, hace tres meses, con una vecina.

Macabra admiración

El 16 de junio, Barreda cumplió 80 años y sus vecino le hicieron un festejo. El femicida genera una nefasta admiración en cierta clase de personas. Ha llegado a firmar autógrafos por su fama siniestra.

Festejó su cumpleaños con sus ex vecinos.

"Me faltan cosas pero la gente me ayuda. En mi cumpleaños la pasé muy bien, trajeron globos, en realidad trajeron de todo. El tema es que estoy internado por una caída muy fea. Quedé medio conmovido con el asunto ese", confesó el hombre que pasó 15 años preso.

"Maltrata a las enfermeras y muchas veces se lo ve de buen humor. Tiene ocurrencias que hacen reír a algunos médicos", dijo un empleado del hospital.

Barreda vive en un hospital.

La insólita simulación de "Conchita"

El martes 24 de mayo, Barreda logró una de las fantasías que persigue todo asesino en algún momento de sus vidas: ser otro. Llevar el nombre verdadero es casi como tener la marca del crimen cometido. Ese día, el odontólogo que mató a su familia, apareció abandonado en un hospital de General Pacheco y dijo llamarse Alberto Navarro. Una joven creyó que se trataba de un pobre abuelo que buscaba amor y había sido abandonado por su familia. "Le pido a sus hijas que no sean crueles", escribió en Facebook. Cuando le contaron que ese hombre era una asesino y sus hijas estaban bajo tierra, pidió disculpas.

El presente de Barreda, que ya no tiene deudas con la Justicia, es el peor que el cruáduple femicida pudo haber imaginado. Tal como confirmó BigBang en exclusiva: no tiene a nadie, está internado por una alteración mental y su salud se agrava.

Adriana Barreda, Elena Arreche, Cecilia Barreda y su mujer, Gladys McDonald.

Algo similar vivieron otros dos famosos asesinos que terminaron abandonados en hospitales cuando pasaron los 80 años: Arquímedes Puccio y Yiya Murano, quienes murieron en soledad.

"Barreda apareció en el hospital y dijo que no tenía dónde ir. Tenía un problema en la próstata. Dijo que su familia lo había abandonado. Trató mal a una enfermera y quiso quedarse a dormir

Junto a Berta André, su última mujer. Murió en julio de 2015.

"Barreda apareció en el hospital y dijo que no tenía dónde ir. Tenía un problema en la próstata. Dijo que su familia lo había abandonado. Trató mal a una enfermera y quiso quedarse a dormir. Alguien le preguntó si era Barreda y dijo que se llamaba Alberto Navarro. Al rato se fue, apenas podía caminar, tenía los pantalones bajos. Más tarde lo trajeron porque tuvo una recaída", dijo a BigBang una persona que fue testigo de la presencia del odontólogo en el hospital de Pacheco. Barreda vivía en esa localidad junto a un amigo, pero al parecer lo echaron de la casa. “Desvaría y tiene brotes”, dijo una fuente médica.

La casa de los Barreda en La Plata fue expropiada en 2012. Harán un centro de asistencia a las víctimas.

Barreda no perdió la memoria, aunque a veces diga que por momentos olvida que mató a cuatro mujeres. Está más solo que nunca, no tiene dinero y se desvaneció su sueño de volver a ejercer como odontólogo en la casona de La Plata donde mató a su familia. Todo en él es fantasmal. Hasta su presente.